Del lado del gobierno, además de simbolizarse como lo contrario a esa opulencia —que en buena medida sí ha sido insultante-¿—, se cometen excesos que pueden ser redituables políticamente, aunque riesgosos.
Nadie veía con buenos ojos al hermano del presidente Manuel Ávila Camacho, era arbitrario y prepotente, nada lo detenía cuando se proponía algo.
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