Las redes sociales no son una nueva ágora para el debate público porque no son públicas, son una empresa con fines comerciales e intereses bien definidos y ellos ponen sus reglas para poder usar su plataforma.
La pandemia nos llevó a nuevas formas de administración, no sólo financiera, también de tiempo y espacios.
Para el 2021 habrá mayor cantidad de contenidos para audiencias socialmente conscientes, pero a la vez un incremento de la desinformación digital.
Las elecciones son la hora estelar de la comunicación, de acuerdo con el significado etimológico de la palabra: “poner en común”.
“El trabajo de las instituciones electorales es brindar espacios necesarios y seguros para las próximas elecciones”, pues “tenemos que avanzar o corremos el riesgo de ser impertinentes para los electores 2.0”.
Mientras la campaña negativa muestra su procedencia y se da en los márgenes legales de la elección, la guerra sucia actúa desde la oscuridad y el anonimato.
Hay un grupo del electorado que puede ser susceptible a los contenidos que se muestren redes sociales, sin embargo, la publicidad en Facebook y memes no son determinantes dentro de una elección, sostuvo el coordinador de LabUAQ.
La actual situación ha borrado el concepto que teníamos de semana. Los amigos convocan a una reunión y alguien manda la invitación de Zoom. Platicamos de muchas cosas, pero sobre todo del coronavirus.
Escasas cosas nos las tomamos en serio, hoy nos exigen, imponen hasta el cansancio que seamos responsables, conscientes, comprometidos que amemos al prójimo como a nosotros mismos
Realicé una selección de tuits sobre la visita del candidato Donald Trump a México en 2016, que ilustran la estupidez de conjunto, lo efímero y superficial de las redes.
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