La escena quedaba entonces focalizada en las caras, sin nada que distrajera la atención. Se disfrutaba el beso en todo su detalle e intensidad.
Impidamos que esto suceda, vamos todos, al rescate del beso, nada mejor que recordar todo lo que ha significado el beso en la cultura.
Al parecer todavía no predomina una forma de saludo, simplemente no se ha logrado imponer ninguno.
Lozoya no es solamente un pillo, es un doble traidor al país y a sus contlapaches; la autoridad se aprovecha de su indecencia y falta de hombría para hacerlo su aliado.
Me pesa escribirlo, pero Francisco Domínguez deja de ser un político y una persona paradigmática para el pueblo.
El gobernador pretende cerrar los ojos ante una realidad, el show de Lozoya no tiene propósito de imponer la justicia, sino que representa el primer embate propagandístico rumbo a las próximas elecciones.
Solamente si somos humildes podemos reconocer nuestra circunstancia, analizarla y superar esa sensibilidad que por el momento nos aterroriza y ser racionalmente más profundos.
Este reconocimiento de aceptación y respeto a esta pluralidad no la parecen compartir algunos, espero que los menos, de los simpatizantes de López Obrador.
Decir que es demagogia me parece un eufemismo; cinismo me parece muy duro, digamos simplemente que el Presidente es un mentiroso.
Mis amigos de Morena se indignaron, lo cual es normal, pues a su líder no se le puede tocar ni con el pétalo de una crítica, no se diga con una ironía.
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