El objetivo de la terapéutica denominada microdosis es lograr el correcto funcionamiento de órganos y tejidos, contribuyendo a mejorar la calidad de vida de la personas.
El miedo surge de la frustración, de esa sensación de que nuestra vida no ha tenido sentido, de que quedan muchas acciones pendientes.
Ya la lista de especialistas y científicos no sometidos a los intereses hegemónicos ha comenzado a crecer, para desmitificar inclusive a la Organización Mundial de la Salud.
Los textos, los análisis, las investigaciones y testimonios van emergiendo tras varias décadas de oscuridad, silencio que no los hizo estar callados.
Durante cientos de generaciones este proceso fisiológico femenino se ha invisibilizado y considerado “inmundo”, al punto que se mira con desagrado.
En promedio, de 200 llamadas que se reciben en el call center, únicamente proceden a la toma de 20 muestras para realizar la prueba por cumplir con las características.
La pregunta sigue siendo la misma ¿cuánto tiempo tardaré en curarme? Y la pregunta correcta no se hace ¿qué hábitos estoy dispuesto a cambiar?
Desde la década de los 80, el médico mexicano Eugenio Martínez Bravo desarrolló una terapéutica que denominó microdosis, que posteriormente señaló que deberían llamarse nanodosis, pero no se popularizó este término.
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