Los medios golpistas atacan de nuevo y quieren que la sangre llegue al río, cueste lo que cueste. Están haciendo su chamba, aquella que realizaron siempre para empoderar a un régimen neoliberal en manos del PRIAN durante décadas y ahora pretenden recuperar la red de privilegios que les concedía un gobierno ‘apapachador’ de la servidumbre y la obediencia ciega.
La portada de este último número de la revista ‘Proceso’ me parece muy cabrona; en primera porque se trata de un recurso publicitario muy eficaz para vender a granel, la fórmula que les ha funcionado en numerosas ocasiones: portadas sensacionalistas.
‘La Jornada’ cumplió 34 años de existencia y lo celebra con la triste noticia de su difícil situación legal y financiera que podría conducir a su extinción, pero le apuesta a la esperanza y lo ratifica en su editorial de ese día.
Ni Marcos, ni Pancho, ni Peña ejercen los principios de una verdadera comunicación política que reivindique sus mandatos. Han optado por la condena postrera y habrán de someterse al juicio implacable de la historia.
El tema no es menor, y aunque ya ha disminuido la efervescencia, no debemos quitar el dedo del renglón para que esta apología de la violencia e incitación al delito sean erradicados de una vez y para siempre de las prácticas comunicativas de nuestro tiempo.
Pasaron los días y las noches y la estudiante de nuestra Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Mayra Alejandra Dávila Alvarado, no aparecía o, como suele decirse en estos lamentables casos, no daba señales de vida. Y eso era lo preocupante. Fue entonces que se activó el protocolo ALBA y 48 horas después, Mayra apareció sana y salva.
Hace 32 años, antes de irme a la universidad, en punto de las 7:19 del 19 de septiembre de 1985, veía absorto a Lourdes Guerrero, del noticiario de Televisa “Hoy mismo”, decir al aire que estaba temblando, que guardáramos la calma. En ese momento la cámara enfoca el letrero que identifica al programa, éste se balancea peligrosamente y … ¡zas! Se va la imagen y aparece el vacío estructural que definiría los largos días de zozobra que los habitantes del entonces D.F. y el país entero, padecimos con el sismo más feroz y destructivo en la historia reciente de México.
La mirada crítica, si en verdad es crítica, se extiende para todos lados.
Julio Figueroa
Comienzo mi columna citando al propio aludido, pues me parece que en este epígrafe se sintetizan sus flaquezas analíticas y… ¡críticas! Figueroa se regodea apelando a su propia vocación crítica y es donde, me parece, topa con pared. Sus traspiés comienzan desde que asume como propio e internaliza el discurso pseudo-libertario de la oposición de la ultraderecha venezolana y de los medios masivos al servicio del poder hegemónico mundial y lo dice desde el principio de su texto publicado en este mismo semanario (Tribuna de Querétaro, 847, p. 18): “estoy con la población disidente democrática y no con el gobierno represor autoritario”.
Por: José Luis Álvarez Hidalgo
“(…) y la orfandad en que nos dejas, Fidel, seguramente pronto el sinsentido de un mundo que no aprende de su historia, nos devorará nuevamente”.
José Mújica
La muerte de Fidel ha sido uno de los acontecimientos mediáticos más trascendentes en los últimos tiempos, hay mucha tinta derramada sobre la memoria histórica del máximo héroe de la Revolución cubana, la cual es, a su vez, una de las revoluciones libertarias de mayor relevancia en la historia de América Latina. Mucho han escrito sus apologistas y más bien poco sus detractores, pues bien se sabe que la extrema derecha se sabe con pocos argumentos y elementos de análisis para redactar una crítica bien fundamentada que no surja solamente del resentimiento personal, el agravio sufrido en carne propia o la visceralidad de quien no comparte la misma visión del mundo.
La palabra recorte siempre ha tenido un significado repulsivo. Desde los albores de nuestra vida hemos sido recortados de todo a todo y son sucesos que se rememoran con desagrado: el recuerdo de los cortes de cabello a que me obligaba mi abuelo y que eran del tipo militar, de casquete corto; el primer recorte de personal que sufrí al salir de la primera camada que fundó Radio Querétaro a fines de los años 80; el recorte sentimental adolescente que se padece como si fuera el último. De recortes están hechas nuestras vidas y se nos sigue recortando en todo, en el trabajo, en el amor, en el presupuesto…
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