Hasta antes del anuncio de la postergación de los cambios, la pregunta recurrente era si deberíamos dejar WhatsApp para mudarnos a plataformas menos demandantes y con una menor explotación de nuestros datos.
La pandemia nos llevó a nuevas formas de administración, no sólo financiera, también de tiempo y espacios.
La serie tiene la capacidad de sumergirnos en el juego y en sus claves y códigos. El ajedrez es más que un eje contextual, es el relato mismo, lleno de misterio y de rituales.
Para el 2021 habrá mayor cantidad de contenidos para audiencias socialmente conscientes, pero a la vez un incremento de la desinformación digital.
Las elecciones son la hora estelar de la comunicación, de acuerdo con el significado etimológico de la palabra: “poner en común”.
“El trabajo de las instituciones electorales es brindar espacios necesarios y seguros para las próximas elecciones”, pues “tenemos que avanzar o corremos el riesgo de ser impertinentes para los electores 2.0”.
Actualmente, lo que se ve es —más bien— el disfuncionamiento de un sistema que tiene un poder devastador capaz de aniquilar el mundo y con éste al ser humano mismo.
Para poder llamarnos ciudadanos digitales, requerimos de hacer uso responsable de internet, de desarrollar una capacidad crítica para la búsqueda, verificación y evaluación de la información.
Gracias a las pantallas, muchos docentes pueden entrar a los rincones más íntimos de los hogares y descubrir la precariedad y los dramas que sus alumnos padecen.
El Laboratorio Feminista de Derechos Digitales tiene como idea “difundir la importancia de los derechos humanos de las mujeres y de las niñas que se deberían de garantizar en internet”.
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