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70 años de José Agustín

Por: Víctor López Jaramillo

Bajo la luna de agosto, esa madre y señora del vino -según canta Radio Futura- el escritor José Agustín cumplió 70 años de edad. Con la misma vitalidad de un Rolling Stone, su literatura es como la piedra que rueda y que no hace moho, siempre a la caza de nuevos lectores.

Para muchos, José Agustín fue el Virgilio que nos llevó de viaje por los mundos de la literatura. Él fue quien sumergió y animó a escribir a muchos. Su primera novela, escrita cuando tenía 16 años y publicada a sus 20, nos mostró que la literatura no era un territorio sólo para gente que tiene ya canas y arrugas, sino que era el lugar donde el lenguaje puede construir verdaderos nuevos mundos.

Inicialmente catalogado dentro del movimiento de la mal llamada Literatura de la Onda, término acuñado por Margo Glantz en los tempranos años 70 para aglutinar a un puñado de escritores jóvenes, José Agustín ha mantenido su presencia literaria hasta nuestros días. No fue un fulgurante estallido punk, sino una estela que aún se puede ver en el firmamento literario.

Para cuando Agustín irrumpe en el escenario de las letras nacionales, la literatura mexicana tenía como eje la Revolución Mexicana y la vida emanada de ella. La Sacrosanta Revolufia, patrona de esta nación y su guardia eterno llamado Partido Revolucionario Institucional guiaban los destinos de este país.

Sin embargo, algo sucedía en las entrañas de México. La nueva generación, la que veía las glorias de la Revolución Mexicana como algo ajeno, algo oxidado y que, en cambio, buscaba crear su propia revolución, empezó a buscar su propio camino.

Un movimiento global en la década de los 60 tuvo su expresión en la contracultura. El rock como desafío a la momiza revolucionaria que se había vuelto conservadora. Desde Estados Unidos hasta Francia, México y Checoslovaquia, un viento de cambio soplaba y en cada país tendría consecuencias distintas.

En Estados Unidos, además del movimiento musical del rock and roll, en las letras también se manifestaba este cambio. Un escenario era el periodismo. Una nueva generación de periodistas, encabezada por Tom Wolfe, decidió romper con las formas y buscó renovar el estilo periodístico. Le decían adiós al reportero acartonado y le daban la bienvenida a un nuevo estilo de periodista que buscaba la excelencia literaria y contar el mundo a través de las historias.

Nombres como Gay Talase y Hunter S. Thompson, a través de sus reportajes, renovaban el lenguaje y el periodismo.

En México, con una intención similar, José Agustín se presentó en el mundo de la literatura. Los protagonistas de sus historias no eran las momias institucionales emanadas del partidazo, sino jóvenes que, en su búsqueda de identidad, nos revelaban un nuevo territorio.

La Tumba, De Perfil, Inventando que sueño, Se está haciendo tarde (final en la laguna), son novelas que retratan una nueva época, un nuevo México, una nueva cultura que nace. Su ruptura con el pasado y el saberse parte de un movimiento global que tenía como estandarte el rock and roll, José Agustín fue el rocanrolero de los años sesenta que no tuvimos en la música, pero sí en la literatura.

En los tempranos 90, José Agustín se revelaría como un gran cronista de este nuevo México con su trilogía Tragicomedia Mexicana, nos llevaría de la mano a través de la historia contemporánea de México. Contada sin acartonamientos, la vida dividida en sexenios y movimientos culturales, transas políticas y tragedias nacionales que dan risa, esta obra se convirtió en un libro referente para entender la transformación cultural de México en el siglo XX.

Quizá atrapado en esa concepción de la Literatura de la Onda como un movimiento efímero, a veces se pretende olvidar a José Agustín del universo de la literatura mexicana; sin embargo, él, como buen rockero, ha sabido resistir y sus obras siguen atrapando a generaciones de lectores jóvenes.

En homenaje por sus setenta años, habrá que releer su clásico Se está haciendo Tarde (final en la laguna) y empezar a escribir la Tragicomedia Queretana, tan llena de casos aislados, lluvias atípicas y criminales que siempre son de fuera. Todo sea por la literatura y el rocanrol.

Felices 70, José Agustín

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