A 40 años del movimiento estudiantil y popular del 8 de mayo de 1980
Nuestras demandas eran: tener una biblioteca, un camión para ir a las prácticas docentes a los municipios y que nuestros docentes tuvieran grados escolares de maestría o mínimo licenciatura terminada y no fueran familiares o allegados de la directora.
Tenía 16 años cuando entré a estudiar para ser Profesora de Educación Primario a la Escuela Normal del Estado Corregidora de Querétaro “Josefa Ortiz de Domínguez”; era 1979. Estando ahí, formé parte de la planilla “Despertar Normalista” para formar la Sociedad de Alumnos, nuestras demandas eran: tener una biblioteca, un camión para ir a las prácticas docentes a los municipios y que nuestros docentes tuvieran grados escolares de maestría o mínimo licenciatura terminada y no fueran familiares o allegados de la directora.
Nuestra planilla promovía reuniones frecuentes para formarnos políticamente ante la contienda electoral que se presentaba ese año nos reuníamos en una hermosa casa que se encuentra en la esquina de Hidalgo y Allende, ahí rentaban cuartos para estudiantes y uno de ellos era nuestro compañero.
La otra planilla, promovía la vida estudiantil de carácter social y dando prioridad a los equipos de futbol, grupo de danza, y otras actividades que buscaban mantener a raya a los estudiantes sin exigir nada a la dirección de la Normal.
Durante el proceso de difusión de las planillas la nuestra fue creciendo en número de integrantes y de adeptos, la planilla a fin a la directora siempre fue pobre de adeptos, pero contaba con el cobijo institucional, el día de las elecciones llegó y era previsible que la planilla de los insurrectos ganaría; y así fue, ganamos la representación como sociedad de alumnos, pero nos convertimos en consejo estudiantil.
Desarrollamos un plan de trabajo que habíamos construido de manera colectiva, nuestra lucha política tenía un horizonte y por el realizamos innumerables actividades como pláticas (foros), reuniones abiertas a todo el que quisiera ser parte del proceso de análisis, discusión y propuestas; recitales, obras de teatro, marchas, mítines. En todas estas actividades formamos nuestras exigencias, mismas que se centraban en el derecho a ser formados por personal docente con suficiencia académica, una biblioteca solvente y acorde a nuestra formación y un camión para las practicas docentes.
La entonces directora, María Luisa Medina de Montes Callantes, tenía una fuerte incidencia política en el gobierno estatal cuyo titular era Rafael Camacho Guzmán. La maestra María Luisa fue parte del poder legislativo, militante del PRI, intuyo que formaba parte de la aristocracia queretana, lo que propiciaba que su ejercicio como directora fuera vertical, arrogante y sin rendir cuentas. Al menos, así la sentí un día que entro a mi salón y me reprendió por ir peinada de 2 trenzas, me recordó que iba a ser profesora y que debía peinarme como tal.
La mayoría de nosotros, procedíamos de los barrios y pueblos de la ciudad, combinábamos nuestros estudios con trabajos remunerados en las fábricas, en el comercio informal y formal. En mi caso, siempre trabajé en la fonda de comida que pertenece a mi madre en el Mercado de Lomas de Casa Blanca, por la cercanía con la escuela, cuando tenía ratos libres de clases me iba a trabajar y regresaba a la escuela.
La visión autoritaria y mezquina de la directora dejaba claro que no compaginábamos con su ideal de lo que deberían ser los estudiantes, nuestro espíritu juvenil se expresaba de diversas formas no aprobadas como los hombres que tenían el cabello largo, vestidos en mezclilla (como los obreros), nosotras con trenzas y con tendencias hippies.
Ya para 1980, nuestras actividades políticas habían crecido. El 19 de abril, tomamos el entonces palacio de gobierno. Recuerdo una en la que marchamos hacia el Centro Histórico, al edificio que se encuentra en esquina de Madero y Ocampo, ahí se encontraba antes la oficina de gobierno.
Dividimos al contingente en dos partes, unos entramos por el estacionamiento que se encontraba en Ocampo y los otros por Madero. Una vez adentro del edificio esperamos que algún representante del gobierno nos recibiera, pero nunca lográbamos que se resolvieran nuestras demandas.
Al día siguiente, el 20 de abril de 1980 tomamos la Normal, iniciamos la huelga estudiantil esperando tener mayor alcance en la exigencia de nuestras demandas. Nos organizamos en guardias para vigilar toda la escuela, establecimos una cocina, armamos las comisiones de brigada para volantear y botear. Estas actividades permitían nuestra permanencia en la escuela para presionar a las autoridades a negociar con el movimiento.
El 8 de mayo sería una buena oportunidad para ser escuchados, visitaría Querétaro el entonces presidente de la Republica José López Portillo, a quien queríamos entregar de nuestro pliego petitorio. Todos pensamos que en esa ocasión lograríamos resolver nuestras demandas, estábamos muy emocionados, decidimos que teníamos que irlos a ver muy formales, todos limpios y arreglados. En mi caso, mi mamá me hizo un vestido nuevo, era una ocasión muy especial. Algunos padres de familia nos acompañarían al evento, como mi papá que se puso su ropa de los domingos y su sombrero nuevo porque veríamos al presidente.
Partimos de la Normal para bajar por Pasteur y llegamos a la Prepa Sur para invitar a los compañeros a que se sumaran a nuestra actividad. Seguimos así hasta que llegando a la altura de la carretera 57 los policías estatales nos cerraron el paso. Con gas lacrimógeno nos disiparon, nosotros corrimos a resguardarnos a las colonias aledañas. Una señora me jaló y me metió a su casa, resguardados recuerdo que vimos como los policías rompían las ventanas a culatazos y echaban dentro de las casas el gas. También fueron a sacar estudiantes de la Prepa Sur, violando la autonomía universitaria. Por lo cual, en sesión posterior de Consejo Universitario se declararon en paro.
Unos compañeros que lograron cruzar el cerco policial pudieron entregar el pliego petitorio al presidente. Otros que a pesar del gas lacrimógeno llegaron al evento, fueron levantados por los policías. Los que nos resguardamos en la colonia, salimos de camino a la Normal. Yo logré ver a mi padre y decirle que le avisara a mi mamá que estaba bien y que estaría en la escuela, más tarde mi padre llegó a dejarnos comida porque pasaríamos ahí la noche.
Aquel 8 de mayo, no sólo éramos estudiantes normalistas, nos acompañaban también maestros, padres de familia, estudiantes de la UAQ. No esperábamos esa respuesta autoritaria y habíamos sido testigos de hasta dónde podían llegar para mantener el control. Después de aquella represión, otras escuelas se sumaron al paro estudiantil como la UAQ por el respeto a la autonomía universitaria, el ITQ, el ITESM, algunas secundarias públicas, el CEDART, entre otras. Tuvimos muestras de apoyo fuera del estado, la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, la Universidad de Guerrero, la Escuela Agropecuaria de Roque en Guanajuato y otras más que condenaban el maltrato a los estudiantes.
Los eventos que siguieron a la represión fueron:
- 9 mayo gobierno del estado emite desplegados donde se disculpa por los hechos violentos y acepta la renuncia de la directora de la ENEQ
- 10 mayo Se destina una partida presupuestal extra para construcción de la biblioteca y se aprueba la compra del transporte
- 11 de mayo gobierno del estado vuelve a nombrar director de forma unilateral, misma solución que no fue aprobada por la asamblea estudiantil.
- 13 de mayo tomamos las calles con la “marcha del silencio”, salimos estudiantes de todas las escuelas que ya estaban en paro, se suma la sociedad.
- 25 de mayo renuncia la Procuradora, destituyen jefes policiacos como responsables de la represión del 8 de mayo. Con estas medidas, la UAQ levanta el paro.
- El 27 de mayo del 1980 se forma una comisión tripartita que estaba integrada por 3 alumnos, 3 maestros de la Normal y 3 representantes del gobierno estatal para escoger al nuevo director de la Normal.
- 28 mayo 1980, todos nos sumamos a las labores de limpieza para levantar la huelga.
Nuestras demandas fueron resueltas en este periodo de tiempo, buscaban que al resolvernos las primeras abandonáramos la huelga, pero la mantuvimos para poder negociar el cumplimiento de todo el pliego petitorio. Se levanta la huelga con el nombramiento del nuevo director, Armando Díaz Huerta.
Con estas demandas, se deroga la Ley Orgánica de la ENEQ de 1956 que facultaba al ejecutivo estatal a nombrar al titular de la Escuela Normal; también, con la derogación se logró la creación del Sindicato de Trabajadores Académicos de la Escuela Normal del Estado de Querétaro.
Uno de nuestros logros memorables fue haber inaugurado nuestra biblioteca de la ENEQ, horas antes de que llegaran las autoridades estatales, con el nombre de Biblioteca 8 de mayo.
Para muchos, como lo fue para mí, este evento marcaría el inicio en la militancia política, en el compromiso por la lucha por la defensa de la escuela pública, de la educación normalista y el rechazo categórico del uso de la fuerza por parte de los gobiernos autoritarios. No lo sabía en aquel entonces, pero escribíamos una nueva historia que permitiría democratizar diversos espacios de la vida pública de nuestro estado.