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Cancha de futbol, campo de batalla

El Corregidora ha visto múltiples peleas entre rivales… y hasta entre compañeros

Por: Roger Velázquez

El estadio La Corregidora de Querétaro cumple el jueves 5 de febrero treinta años desde su inauguración; durante los cuales, además de servir como campo deportivo —así como escenario para eventos culturales y religiosos—, se ha convertido en un sitio donde han ocurrido diversas riñas y agresiones

El altercado que más consecuencias ha generado en cuestión de suspensiones, fue la bronca suscitada entre el equipo de casa —Gallos Blancos— y el San Luis, el 30 de octubre de 2004, tras 90 minutos de juego en un partido de la Primera División “A”.

Con múltiples faltas durante el encuentro, y reiteradas réplicas de ambos equipos, el árbitro central —Gilberto Alcalá— expulsó a Carlos Casartelli, del Querétaro, y a Raúl Mendoza, de los potosinos. No obstante, el duelo llegó hasta los banquillos, en donde Cristóbal Ortega —auxiliar del director técnico de los visitantes, Carlos Reinoso— se acercó a encarar al entrenador local, Antonio Mohamed, “El Turco”.

A pesar de los intentos de unos cuantos, que velaban por mantener la calma; comenzó una afrenta entre titulares, suplentes, y asistentes técnicos, con empujones, patadas, golpes y cabezazos.

La Comisión Disciplinaria de la Femexfut tomó un par de días para analizar la cédula y un video de televisión, acordando una sanción de tres partidos sin jugar para siete jugadores del Querétaro: Gilberto Adame, Carlos Cassartelli, David de la Torre, Luis Ángel García, Víctor Hugo Mora, Eder Mishel Hurieta y José Romero; así como un partido de castigo para Antonio Mohamed.

Del rival, se sancionó removiéndolo de actividad, por cuatro partidos, a Ignacio Torres; y con tres partidos a Ulises González, Alberto Guadarrama, Edgar Hernández, Martín López, Raúl Mendoza, Carlos Sánchez, Jesús Mosqueda, y al auxiliar técnico, Cristóbal Ortega.

Para festejar los cinco años, una disputa…

El 5 de mayo de 1990, tras haber cumplido su primer lustro, el estadio La Corregidora fue testigo de una de las primeras confrontaciones que habría de atestiguar.

Los Gallos Blancos de la UAQ —dirigidos entonces por Enrique “el Ojitos” Meza— se alzaban como los favoritos para obtener el título de la Segunda División. Al pertenecer al grupo “B”, en caso de quedar triunfadores de éste, se enfrentarían al ganador del bloque “A”, para disputar el duelo por el ascenso.

Aquel día se plantó el equipo ante los “Coras” de Tepic. Con goles de Ricardo Carbajal y de Luis Hernández, los plumíferos aseguraron la victoria; lo que incendió los ánimos de los visitantes que, en toda ocasión, procuraron dañar a los locales.

El albiazul Ezequiel Barragán no aguantó más y respondió a las incitaciones, ganándose una tarjeta roja que dejó a su equipo con un hombre menos.

Tras una salida agraviante del guardameta cora, en la que clavó los tachones en medio del pecho del autor del segundo gol, Luis Hernández, y que lo hizo acreedor al primero de expulsión; sus compañeros salieron de sus cabales y acosaron al árbitro, así como a los queretanos, quienes se refugiaron en las entradas de su vestidor.

El saldo, finalmente, resultó en un lastimado entrenador de porteros de Gallos Blancos, Pedro “La Pantera” Cortés, quien recibió una patada por la espalda; una lesión en la cabeza de Guillermo Sámano, ocasionada por los objetos lanzados desde la tribuna; y una herida para Gallos Blancos de la UAQ durante el resto de torneo.

En el décimo aniversario, pelea entre compañeros…

Durante la fecha 36 de la temporada 1994-1995, se realizó un partido contra los Pumas de la UNAM. El equipo de Querétaro había descendido dos jornadas antes, por lo que el encuentro era únicamente por cuestiones de orgullo.

Para aquel 13 de abril de 1995, el equipo TM Gallos Blancos había venido arrastrando problemas internos, como la exclusión de René Isidoro García, Alejandro Domínguez y el panameño René Mendieta, por su intento de huelga al no haber recibido sus sueldos en los últimos dos meses.

El director técnico, Juan de Dios Castillo, implementó a jugadores de suplencia regular, para la alineación del partido. Entre ellos, el brasileño Luis Claudio Da Silva. La estrategia originaba confusión y falta de entendimiento entre el equipo.

A causa de la desesperación y el malestar, la presión se podía observar. Sin embargo, fue en el minuto 67 cuando se despertó el problema. Tras un pase enviado por Tomás Cruz, que el brasilero Da Silva no atendió por falta de disposición, el primero le increpó la acción.

Luis Claudio, molesto por la reclamación, alcanzó a su compañero atestando un cabezazo en la boca de Tomas Cruz, haciéndolo sangrar y generando sorpresa en todos. Aquello generó el caos colectivo, y la expulsión del brasileño, quien entre insultos abandonó el terreno de juego, los vestidores, y finalmente el estadio en un taxi. Días más tarde, el club anunció su despido.

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