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¿Cómo son los padres solteros de Querétaro? Retos y reflexiones en torno a la masculinidad y paternidad.

Por: Paulina Mena Méndez

Doctora en Antropología, investigadora independiente.

EDICIÓN ESPECIAL

Según el Censo de Población y Vivienda de 2010, se reportó que en México hay 378 mil 400 hogares de padres solteros frente a 11.4 millones de hogares de madres solteras. Los padres solteros son varones que en ausencia de la cónyuge por muerte, divorcio/separación o abandono se han quedado a cargo de sus hijos e hijas y de sus hogares.  Si bien estos padres existen más de lo que nos imaginamos, poco sabemos sobre ellos, sus dinámicas familiares y los retos que enfrentan tras la disolución conyugal. Por este motivo me di a  la tarea de investigarlos.

Durante el año 2011 tuve la oportunidad de entrevistarme con miembros de familias de padres solteros, es decir con los padres, sus hijos y sus redes de apoyo. Las familias que participaron en este estudio vivían en los municipios de Corregidora y Querétaro; provenían de sectores populares y medios. Algunos padres tenían hijos pequeños, otros los tenían mayores de edad y económicamente independientes. A pesar de sus diferencias, estas familias compartían la experiencia de la paternidad en soltería.

Ser padre soltero comenzó con superar el duelo. En algunos casos, la relación de pareja finalizó por violencia intrafamiliar, infidelidad o adicción a las drogas y/o al alcohol. En otras familias, la mujer abandonó al padre con sus hijos y en otras los padres enviudaron. Tras la disolución conyugal, siguió la decisión de quedarse a cargo de los hijos, hijas y de sus hogares. Esto los obligó a replantearse su condición de hombres y las funciones que socialmente desempeñaban. Algunos asumieron la paternidad en soltería con gusto, otros lo hicieron con miedo y otros más porque no tuvieron otra opción (no había quién les cuidara sus hijos).

En las familias de sectores medios, los padres decidieron asumir el cuidado y la crianza de sus vástagos porque se consideraban capaces de hacerlo. Además tenían la certeza de que sus descendientes estarían mejor a su lado que con su expareja, debido a que ellos podían brindarles mayor estabilidad social y económica. Sin embargo, en otras familias, los varones se quedaron con los hijos, porque fue una forma de “castigar” a la expareja por haber dejado el hogar conyugal o por la sospecha de infidelidad. En esta situación fue común que los padres solteros tuvieran un menor contacto con sus pequeños.

Independientemente de la causa por la cual se disolvió la unión conyugal, los padres solteros enfrentaron varios retos. El primero fue cómo nombrarse y valorarse al quedarse al frente de sus hogares y a cargo de sus descendientes. El segundo consistió en superar el estigma de ser padres solteros. Socialmente se dudaba de su capacidad para cuidar a sus hijos sin la ayuda de una mujer. Algunos lo lograron. A nivel institucional, los padres señalaron dificultades para acceder a guarderías o escuelas de tiempo completo, así como a servicios médicos, porque no podían demostrar que ellos tenían la patria potestad y la custodia de sus hijos.

A pesar de estas problemáticas, uno de los logros más importantes al convertirse en padres solteros, fue que los varones aprendieron a conciliar su vida laboral y familiar. Por primera vez, dejaron de cumplir de forma exclusiva con el rol de proveedores económicos de sus hogares. Se involucraron en los cuidados cotidianos de sus hijos, sobre todo cuando eran muy pequeños. Y cuando no pudieron hacerlo acudieron y negociaron con sus madres, sus hermanas o cuñadas para que les ayudaran.

Durante este proceso de reconfiguración familiar, los padres y sus hijos tuvieron que establecer otras formas de organización doméstica para llevar a cabo actividades como limpiar la casa, hacer la comida, lavar la ropa, llevar a los niños a la escuela, entre muchas otras. Lo anterior resultó abrumador, porque los varones consideraron que poseían pocas herramientas para llevar a cabo estas tareas.

Antes de ser padres solteros, habían tenido poco o nulo contacto con sus descendientes y con lo doméstico. Era la mamá quien se hacía cargo de ello, por lo que su ausencia, obligó a involucrarse en los quehaceres del hogar, pero sobre todo, permitió a los varones cultivar la relación con sus hijos. Ser padre soltero también significó estrechar el vínculo afectivo con ellos y estar presentes en su crianza.

Estos varones experimentaron, que de no haber sido por su condición de soltería, no hubieran vivido. Por ejemplo, los papás estuvieron pendientes y organizaron el cuidado de los hijos. Les importaba saber qué les gustaba, qué comían, qué platicaban, cuáles eran sus planes, sus anhelos y sus miedos. En las familias con adolescentes, los padres se aventuraron a hablar sobre temas de sexualidad, noviazgo y matrimonio. Que si bien, fueron difíciles de abordar en un principio, la confianza que se desarrolló entre ellos, permitieron estas pláticas.

En el estudio realizado encontré que algunos padres solteros, sobre todo los de sectores medios y con mayores niveles educativos, han intentado transformar las características tradicionales de la paternidad y la masculinidad, a partir de una mayor participación e involucramiento con los hijos, no obstante aún queda mucho por hacer.

 

 

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