Crónica: Alto al reemplacamiento y otros abusos; las exigencias a AMLO

No era la primera vez que amanecía a cuatro grados en Querétaro, pero por alguna razón se sentía diferente. Cuarto para las ocho, las mujeres del puesto de revistas de la plaza Constitución se encontraban desmontando y acomodando su mercancía. Era un día diferente.
Llegan desde temprano personas cargando sus documentos, en la superficie plasman su desesperación, esperanza; acudir a la punta de la pirámide les parece más efectivo que solicitar apoyo a las autoridades más inmediatas.
El humor en la plaza cambió en segundos. Muchas más personas se conglomeraron. Unas señoras se colocaron estratégicamente en la valla y acapararon la atención. Usaron el volumen extra que les brindaba su bocina para exclamar apasionadamente “¡No al reemplacamiento!” “¡Fuera Kuri!”.
El reclamo por el injusto impuesto aplicado estaba presente y poseían un portavoz potente cuyo eco retumbaba hasta Santa Rosa de Viterbo. “¡No al reemplacamiento ¡Es una agresión contra la economía de las familias queretanas!”. El nombre del gobernador de Querétaro se hizo presente una y otra vez, dando cuenta del descontento de los presentes.
Algunos viven ajenos al contexto político del estado, para ellos los rostros de las autoridades apenas y son bosquejos, mientras que sus nombres un eco sin significado. “¿Kuri? ¿Quién es Kuri?” “¿Conoces a un Kuri?” “No” “Estas ya no saben ni qué dicen”, dijeron unos al pasar.
Entre la multitud había peticiones, exigencias, gritos de ayuda, pero también entretenimiento. Carteles con la leyenda “AMLO el mejor presidente” y decorado de corazones se hacían presente. “Se ve se siente, el pueblo está presente” exclamaban los vestidos de guindo. “Los tamales se me queman» tarareó el del puesto de tamales.
La protesta incrementó a laa 10:22. Otro grupo de personas se arrimaba, la Unidad Cívica Felipe Carrillo Puerto y otros que ondeaban la bandera del Partido Comunista de México hacían su acto de presencia.
El Jardín de Zenea se llenó de bullicio. Ningún grupo se permitía tomar la palabra, ni siquiera la melodía de la Sonora Dinamita proveniente de la tienda de ropa parecía aligerar el ambiente.
El silenció reinó nuevamente a las 11:15 de la mañana, al parecer habían conciliado. Treinta y cuatro minutos después, ajeno a todo lo acontecido, Andrés Manuel López Obrador, acompañado de su equipo, avanzaron hacia el Monumento a la Corregidora, sin toparse con los manifestantes.
De Puebla y otras protestas
Justo enfrente de Milano, unas mujeres sostenían una pancarta con la leyenda “Soy servidora de la nación, me obligó Gilberto Herrera a renunciar”. El despido injustificado por parte de Caminos y Puentes Federales (Capufe) luego de que la relación con la empresa de outsourcing haya llegado a su fin fue el motivo principal que las reunió en esa fría mañana.
A unos cuantos metros unas estudiantes de la Universidad de las Américas de Puebla (UDLAP) resaltaban por su emblemático y llamativo naranja. “Somos estudiantes no delincuentes #UDLAPLibre”, “G. Barbosa libera la UDLAP”, “Desde QRO luchamos por la UDLAP”.
“Han salido exhortos a nivel federal, viniendo de la Ciudad de México, ordenando la restitución del campus y que se reconozca el patronato legal que es la doctora Anaya, y aun así el gobierno de Puebla no acata ninguna de las órdenes”, expresó una de las jóvenes.
El capricho del gobernador no sólo ha afectado en la comunidad de 10 mil estudiantes y 2 mil 500 docentes al impedir el desarrollo de prácticas en laboratorios o el simple hecho de tener una clase presencial, sino que ha también ha impactado en los negocios que se mantenían a flote por la vida universitaria. El ser escuchadas es lo que las motiva a plantarse en la calle esa mañana.

Ambiente de frío
El de los tamales parecía estar teniendo una productiva mañana, el clima le atraía clientes. Prueba de ello fue que su atole se había agotado y apenas daban las diez de la mañana. Por su parte, el trabajador del Milano parecía tener una mañana tranquila. Había poco tráfico en la tienda, por lo que desde la entrada esperaba pacientemente a ver si vislumbraba algún rostro conocido entre los hombres trajeados y las mujeres de sastre que pasaban por el área restringida.
Las calles del Centro se encontraban desoladas, casi por la altura del cruce de Corregidora con la Calle Independencia estaba inhabilitado el acceso de vehículos. Las mujeres continuaron armando su puesto, eso las distraería del frío. Los hombres por su parte se encontraban charlando y frotando sus manos en un fracasado intento por darse calor.
El silencio era una fina capa que abrazaba el Centro Histórico, tan fino que fue el canto de las hélices de la Guardia Nacional las que irrumpieron el momento. Extrañadas por semejante zumbido, las mujeres voltearon al cielo. Los hombres señalaron al helicóptero que segundo tras segundo parecía perder altura. Había llegado.
A unas cuantas cuadras de distancia, el jardín Zenea era testigo del despliegue de la escolta y de las personas que poco a poco se empezaban a conglomerar en la esquina de la calle 16 de Septiembre en cruce con la calle Benito Juárez.
Las vallas delimitaban el camino. Desde una noche antes se habían encargado de cerrar el paso hacia el Teatro de la República, donde pasaron únicamente las autoridades invitadas a celebrar la primera Constitución social del mundo.