Cultura

Anexos Querétaro: Con exposición fotográfica, revelan la realidad oculta de la rehabilitación

En Querétaro, hay anexos en todos los barrios, en cada colonia. Sin embargo, debido a que son lugares con espacio limitado y con prácticas estrictas de silencio, dichos espacios pasan desapercibidos sin saber que dentro hay de 40 a 50 personas en búsqueda de rehabilitación.

Valerio Gámez presenta lo que denomina un «llamado de luz» hacia la sociedad para que dirijan la mirada a las personas que están en los anexos del estado de Querétaro. Su testimonio es retratado en la exposición fotográfica Anexados, expuesta del 8 de mayo al 8 de julio en la Galería Periférica en el Centro Universitario de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ).

Entrada al «infierno»

Valerio Gámez, en entrevista con Tribuna de Querétaro, sostuvo que estuvo en el anexo que aparece en sus fotografías y que los modelos de sus retratos son sus excompañeros. Conseguir el acceso al anexo con una cámara no fue una tarea fácil, pero tras haber pasado tiempo recluido en él, los «padrinos» (dirigentes del anexo) lo conocían y le permitieron ingresar.

«El permiso lo pude lograr partiendo de que cuando estuve anexado en alguna ocasión me preguntaron los padrinos que ¿a qué me dedicaba yo?, les platiqué que era fotógrafo y empezaron a hacer bromas de que los retratara […] ese episodio fue el que yo utilicé y a partir de ahí pude tener acceso al anexo con cámara».

La adicción es la punta del iceberg. Valerio menciona que es solo la parte más visible de un problema completo que incluye problemas de salud física, emocional, un entorno social y familiar fracturado.

En carne propia, condiciones dentro de un anexo

Dentro de las acciones que el personal de los anexos ejerce sobre quienes están en rehabilitación por alguna adicción están el maltrato físico, las golpizas, la mala alimentación y las condiciones insalubres.

«Las condiciones dentro del anexo son infrahumanas, o sea, cualquier descripción que se haya escuchado queda corta en relación a la experiencia que se vive ahí adentro».

Esta estructura de sometimientos es utilizada en los anexos del país. Todo el tiempo se somete a los anexados a tortura emocional, psicológica y física, explica el fotógrafo. La atención médica debería ser prioridad en los anexos, pero cualquier necesidad médica debe ser pagada por las familias. Sin embargo, muchas veces los castigos para los anexados son negar cualquier servicio médico.

«Cuando nos tocaba bañar, solo eran 30 segundos bajo un chorro de agua fría».

Cualquier persona puede ser anexada, pues no es necesario contar con un diagnóstico médico. Basta con que los familiares consideren esta opción para que ingrese a estos sitios.

Se le pregunta a Valerio qué sentimientos genera estar en un escenario, a lo cual él responde que son un cúmulo de situaciones en las que se puede «acabar loco», pues se mezclan los problemas emocionales que llevan al consumo de drogas, pero también el síndrome de abstinencia, el encierro, el sometimiento y el castigo.

«Se genera un círculo vicioso, una sensación de que no hay una vía de recuperación real, te sientes como secuestrado, no solo físicamente dentro del espacio físico del anexo, sino secuestrado emocionalmente, pues ellos saben todo de ti, saben que finalmente fueron tus familiares los que te llevaron al anexo».

Cuando una persona ingresa por primera vez a un anexo, está sentenciando su vida a un ir y venir, advirtió Gámez, quien señaló que uno de sus excompañeros lleva más de 25 reingresos al anexo.

¿Dónde está el gobierno?

Las políticas públicas no solucionan el problema de adicción, a pesar de que los anexos reciben apoyo directo de la Secretaría de Salud del Gobierno del Estado, no se ve reflejado en infraestructura ni en apoyo a los anexados. Valerio señala que les pedían llenar hojas con sus datos para obtener recursos, los cuales nunca se vieron reflejados en las condiciones del centro.

«Opera igual que todos los anexos que existen, al menos en el estado, de manera parcialmente clandestina, parcialmente empadronados… en el tiempo que estuve anexado no hubo una sola visita de ningún inspector que revisara las condiciones de salud, evidentemente no había condiciones de salud ni de infraestructura, ni todo lo que se anuncia en la fachada del anexo, como en cualquier anexo».

Bárbara Domínguez

Estudiante de Comunicación y Periodismo en la UAQ, 20 años, amante del café y las lunas de octubre.

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