Con cerveza y botana presenciaron la crucifixión en Santa Bárbara
Las transmisiones en vivo, las botanas y los abanicos improvisados fueron la constante en la representación de la pasión de Cristo en Santa Bárbara, a pesar que el sacerdote pidió evitar muchas de estas conductas
Corregidora, Qro.- La muerte está cerca con la sentencia de hace 2 mil años que fue recreada por personas que van desde los 6 hasta los 60 años de edad; las gorras, sombreros y lentes de sol se dejaron ver, las transmisiones en vivo, fotografías y videos de varios espectadores “les robaron el alma” a los actores.
Se agitaron los abanicos improvisados con las hojas que ayudantes de la iglesia dieron para seguir la lectura de oraciones. Las botellas de agua se vaciaban poco a poco bajo un sol incandescente y un aire fresco que —aunque parezca contradictorio— dejó sentir una temperatura de 19 grados justo a las 11:30 de la mañana.
Soldados romanos dieron 20 latigazos con tiras de cuero a Jorge Moya, intérprete de Jesús, que a pesar del intenso sol, hizo otro esfuerzo por aguantar la fuerza de los látigos; y, por si no fuera suficiente, a los golpes, empujones, burlas y el sol que poco a poco aumentaba, se les sumó una cruz de 60 kilos. Con razón se necesita buena condición física para ser Jesús.
Vendedores ambulantes, tiendas de abarrotes y puestos caseros de botanas eran la misma cara de la tentación para la gente en general, incluso para los representantes del viacrucis, pero algo hizo que la mayoría no se acercara. Algunos otros no pudieron con el intenso sol o la larga caminata y pasaron por un aperitivo.
Al final de la fila iba el resto de las personas, algunas con carriolas, la mayoría denotaba deshidratación, insolación, hambre; y, a pesar de que el sacerdote dijo que trataran de abstenerse de comprar refrescos o comida, unas personas lo hicieron, sin contar los participantes pasivos que observaban desde el techo, ventanas o la puerta de sus casas, con comida, bebidas congeladas, churritos con cueritos, refrescos e incluso cervezas.
Otros espectadores iban desde su automóvil, detenidos mientras dejaban pasar la larga fila del viacrucis, con cara consternada y un poco desconcertada por lo que sucedía a escasos metros de las ventanillas de sus vehículos.
El ritual estaba por concluir. Después de casi dos horas y media, un camino a cuestas, un sol abrazador y tentaciones de todo tipo, terminó el viacrucis representativo de aquél 19 de abril de 2019. Las personas regresan en silencio como lo ordenó el sacerdote; pequeños murmullos de la buena o incompleta actuación se escuchaban; otras que entre labios seguían cantando los cantos del recorrido; otros más en completo silencio, con la mirada postrada en el empedrado, tristes, pensativos, impactados por ver que hace unos momentos, frente a todos, en el monolito de tierra, en una cruz…