Cultura

El júbilo de Alejandro Aura

Se dice del júbilo como se dice del festín, y como se podría decir de la alegría. En literatura estos adjetivos pasan por estrictos avatares. Los creadores encuentran los folios plenos de luz blanca (valga la blancura como la pureza del cielo azul y la de las montañas), y dar con los estruendos filarmónicos de la expresión feliz no resulta tarea fácil. 

Es decir (¡otra vez;¡), que tema y ritmo complementan una y otro. Poemas jubilosos en tiempos de paz es redundancia, en tiempos de guerra, desastrosos. La victoria humana sobre el hombre llevó a éste a la epopeya. Ante la actual crisis, la ignominia, el desamparo, la impunidad, con que se ha saciado este casi decenio trágico. Y lo digo así, porque creo que Alejandro Aurano salió del país olvidándose de él y de él mismo para discurrir sobre otra cotidianeidad que no sea la metaforizada en este libro.

Pero afortunado o no, en este laberinto o tigre o minotauro, que nos hemos sacado en la lotería que es este siglo, el júbilo es sólo patrimonio del poeta, al menos hoy, las mejores luces de la escena del mundo las ha pintado la ensoñación del poeta, las estrecheces del alma, lo negro de las sentencias, el vituperio y la no verdad si no es salida de mis labios, son ejemplos de la intolerancia que competen más a la falsedad que a la voluntad, y el poeta habla desde su decisión de voluntad.

Pero, ¿qué vemos, pues, de gracia plena en Aura con este Jubileo Otoñal? Pues yo al menos me reconcilio por alguno más de dos sí son, de los textos lúdicos con que nos ha convocado esta noche.

Muchos homenajes me gustan, porque es la mejor manera de acercarnos desde la menor distancia a los otros:

Soneto un César podrán las venas de mi pluma/ su sanguíneo caudal perecedero,/ podrán secarse en su secreto fuero/ los minúsculos copos de la espuma. O estados de la materia: Ha Perdido su cauce/ el agua/ su manso andar/ y va contra corriente/pájaros/ aire/rareza/ pues pobrecita del agua/ que no se acuerda de nada. O Bar de habitues: A mí me mata el miedo/ y a tí te tumba el tedio,/ qué quedo queda quieta luego/ el elegante asombro de copas! la conversación calzada/con espuelas de plata delirantes.

Sin embargo, logró más mi arriba señalada reconciliación cuando leo un texto más bien breve titulado por Aura ALMA; también me apropio de un texto medular dentro de estos ochenta y ocho modelos para amar:

El espejo tocado: Por qué he de hablar yo de cosas tenebrosas;/ los inframundos de la conciencia, esos lugares pavorosos/en donde la culpa, la debilidad / la especulación y el deseo morboso se empozan/ y entremezclándose producen un limo pútrido/ en el que prosperan simientes pervertidas y ominosas/ que habrán de producir seres distintos, imaginarios/ repugnantes,/ entidades pavorosas que poblarán el mundo/ de signos contrarios,/ de amenazas y aullidos de terror.

Y allí me quedo pensando en el peripatético y aspaventoso y grandilocuente Alejandro Aura que seguramente no ha producido gran parte de esta edición.

Aura, Alejandro, Júbilo, FCE,

Col. Letras Mexicanas, México,. D.F, 

1996, pp. 110

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