Cultura

La Tragedia Como Detonante del Tejido Social

Por: Tlacochcalcatl Fortino Ramírez

Este año se conmemoró el 30° aniversario de la tragedia ocurrida el 19 de septiembre de 1985 en la Ciudad de México a raíz del terremoto que se dejó sentir a las 07:17 hrs.

 

Su servidor, era en ese entonces un niño de 5 años, aunque no tengo muchos recuerdos de ese día; sí tengo muy presente el momento en que desperté esa mañana, no por el movimiento sísmico, la recuerdo nublada; permanecí entre las cobijas y mi padre quién se levantaba más temprano, me dijo que no me levantara que estaba temblando, el resto de mis hermanos aún dormían; eso es el recuerdo que conservo de aquella ocasión.

Días después salimos en familia por la despensa y mi padre tuvo que dar varias vueltas en el auto para transitar por el centro, pasamos por la Torre Latinoamericana y otros tantos edificios y negocios mientras las maquinas seguían removiendo escombros.

Teníamos un televisor moderadamente grande. Para mí era un mueble inmenso, lo recuerdo muy bien, pues lo conservamos por mucho tiempo; con los datos anteriores intento ilustrar que mi padre contaba que el televisor en la sala se movía, que vibraba; otras veces contaba cómo se habían modificado, reconstruido o demolido diversos edificios y calles por donde él acostumbraba pasar.

Los medios de comunicación no han demorado en el sensacionalismo propio de su escuela periodística y mercadológica; empezando por la historia de los 10 niños del milagro, bebés que sobrevivieron entre escombros, hasta la participación de deportistas buscando sobrevivientes u organizando colectas en aquel momento; los medios no han escatimado en resaltar, enfatizar y enaltecer el espíritu de unión, solidaridad, apoyo y hermanamiento de la sociedad mexicana que reaccionó sin miramientos.

Pues bien, así como en el terremoto del 85, en las inundaciones y desastres ocurridos por los huracanes e incluso en la epidemia del virus AH1N1 o virus de la influenza cuando los padres de familia asistieron a las escuelas a realizar limpieza en las escuelas; en todas éstas situaciones se ha visto que la sociedad mexicana ha puesto manos a la obra dando muestras una y otra vez de su calidad humana, su empatía y su compasión.

Así que entonces surge una pregunta obligada ¿acaso los mexicanos o la humanidad en general, reacciona solo ante la tragedia? Pensemos por un momento, ¿cuántas veces en un solo día no nos hemos topado con gente en desgracia? Gente pidiendo dádivas, personas lisiadas o con enfermedades penosas o agravadas pidiendo apoyo para una operación o medicina, ancianos olvidados con la mano extendida, niños huérfanos o en pobreza extrema vendiendo lo que sea; ¿por qué estas personas no nos remueven a la caridad?

No por ello hay que dejar de lado el hecho de que, si bien es cierto que una gran cantidad de personas les ignoran, leí en un cierto artículo de algún periódico que en un promedio recaudan hasta $300 libres de impuestos; pero ello obedece a otro análisis, no paralelo pero sí fuera de contexto en el presente trabajo.

Así que retomando el tema en cuestión hay que preguntarse, ¿es realmente la tragedia un detonante de la solidaridad y la empatía? ¿Por qué unas desgracias nos conmueven más que otras? ¿Es por qué no los vemos a diario? ¿Es por la novedad que representa? ¿Se debe a que tales tragedias no las hemos visto? ¿O es porque no pasan aquí?

El punto medular para tales cuestiones se concreta al hecho de que en nuestro país se han vivido recientemente trágicos episodios y sin embargo, mucha gente es mantiene renuente a apoyar o al menos concientizarse ante ciertas causas por considerarlas un mísero mitote, prueba de ellos ha sido el comentario de quién no vale la pena mencionar su nombre y que invitara a: “superar…” tal desgracia.

Hay muchas familias padeciendo y sufriendo en alguna manera; su lucha y su reclamo público es la voz de todos, la voz de los acallados y de quienes se callan voluntariamente por temor; son la voz de quienes no se conformaron y de quienes viven en el conformismo; son la voz de la tragedia, ellos también están en desgracia, ellos también necesitan que nos solidaricemos con su dolor.

 

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