Pilar Quintana: la escritora de lo prohibido a las mujeres

Pilar Quintana escribe sobre lo que las mujeres no deberían contarle a nadie: el medio en la infancia, el concepto de belleza al que se nos impone aspirar desde muy niñas, la maternidad y sus dudas, la pérdida de la libertad y el ansia por recuperarla. En su visita a los foros del Hay Festival Querétaro, reconoció que nunca pensó que, con Los abismos, ganaría el premio Alfaguara, pues enviar el manuscrito para ella fue como comprar un billete de lotería “lo compras, pero sabes que no vas a ganar”: se equivocó.
Luego de escribir su primera novela, la envió a todas las editoriales que aparecían en el directorio colombiano, apuntó la dirección de su mamá y se fue de viaje “cuando volví, estaba súper rara. Me dijo: una editorial devolvió esto, yo me lo leí y esto es lo que uno no debe contarle nunca a nadie. Ahí yo entendí que yo era ese tipo de escritora”.
La dedicatoria de Los abismos está dirigida a sus hermanas, puesto que definió que a pesar de que no escribe de manera autobiográfica y de que la novela es una completa ficción, siempre hay emociones suyas en sus personajes, y en este caso, el miedo en la infancia es una de ellas, “y yo no transité por esas emociones sola”, sino que lo hizo en compañía de sus hermanas.
La autora colombiana nacida en Cali retrató en Claudia, la protagonista de su última novela, una niñez sin idealizaciones, sin aspiraciones a lo idílico de esta etapa de las vidas humanas. “Oigo a esa gente hablar que dice: mi infancia fue absolutamente feliz, yo nunca tuve preocupaciones, vivía tranquila, mis padres fueron maravillosos. Los miro y me digo: yo no les creo, no porque mientan, sino porque siento que tienen velados ciertos eventos de la niñez, porque la niñez no es sólo un lugar feliz”.
Así como en sus primeras novelas el deseo femenino era sobre lo que Pilar necesitaba escribir, ahora que es madre, la experiencia y su complejidad es una de las cuestiones planteadas en su narrativa. Como la niñez, la maternidad y lo que se espera de una mujer cuando procrea no es un cóctel de emociones, dudas y andares acertados y erráticos, como la vida humana misma.
Quintana asegura: “no sé si exista una madre cómoda en su papel de madre, no las conozco. Uno a veces está feliz, uno a veces está angustiado, a veces está como sobrecargado, pero muchas veces es terreno prohibido conversar sobre las dificultades de la maternidad. Es lícito que hablemos del amor que sentimos hacia nuestros hijos, pero no de las emociones negativas que también sentimos hacia ellos, de las rabias, del dolor, de la impaciencia, de las frustraciones y del costo que trae para el individuo convertirse en madre, de eso no hablamos”.
A pesar de que sigue habiendo un costo social alto para las mujeres el hablar de las cuestiones complejas de la maternidad, la autora considera que gracias a los movimientos feministas hay mucha mayor libertad para cuestionarse el mandato mismo, pues las mujeres de su generación y las posteriores ahora tenemos un apoyo que protege y valida la diversidad de las experiencias.
La frustración de no poder ser libre en la toma de decisiones por ser mujer en Cali en los años 80 es uno de los ejes sobre los que gira la historia de la madre de la protagonista y una de sus amigas, esa desazón podría considerarse depresión.
Quintana asegura “yo no quise nombrar lo que le pasaba a la mamá de Claudia como depresión porque yo no tengo claro que eso que ella tenía era depresión (…) yo me pregunto si yo hubiera nacido en esa época y no hubiera tenido la oportunidad de viajar por el mundo, vivir en la selva y escalar montañas (…) si yo no hubiera podido hacer todo eso, quizá también hubiera sido depresiva y hubiera contemplado el suicidio como la única salida posible. Quería hablar de eso, no tanto de la enfermedad mental como tal, sino de ese malestar en el mundo de las mujeres del siglo pasado”.
A pesar de lo difícil que históricamente ha sido para las mujeres ejercer la escritura como profesionales de las letras, de acuerdo con la perspectiva de Pilar, las condiciones han ido mejorando, lo que atribuye al interés de los lectores y al mercado, que ha puesto la mira en la rentabilidad que las escritoras le representan “era lógico y natural que hubiera un despertar de la literatura hecha por mujeres”, asegura.
Actualmente, Pilar Quintana trabaja en la recuperación de la memoria literaria femenina en Colombia, en conjunto con el Ministerio de Cultura de su país, construye el proyecto La Biblioteca de Escritoras Colombianas “es un proyecto con vocación de rescate y estamos editando a algunas de las autoras más sobresalientes desde la colonia hasta las nacidas en la década de los 50”. Reconoció que el machismo y la misoginia también han atravesado sus elecciones de lectura, por lo que este proyecto es una reivindicación desde la intención feminista: “yo no leía mujeres, para leer algo de una mujer tenía que ser súper recomendada (…) estoy rescatando la memoria de las señoras que hicieron que yo pudiera ser escritora. Todas ellas lucharon por que yo tuviera un lugar y yo soy gracias a ellas”.