Cultura

San Francisquito no se vende, una lucha hacia la autonomía

A raíz de esta nueva ofensiva contra quienes habitan en San Francisquito, las y los vecinos comenzaron a organizarse en comités para concientizar a la población de las problemáticas que acontecían en el barrio.

Son las ocho de la mañana del lunes 14 de septiembre. Desde hace algunas semanas, grupos de vecinos y concheros habían pasado casa por casa a plantearle a los habitantes de San Francisquito la necesidad de llevar un proceso jurídico para el reconocimiento de las estructuras de autogobierno que la comunidad ha venido construyendo desde hace más de tres años.

Al frente del templo de la divina pastora —sobre la calle 21 de marzo— mesas concheras y vecinos del barrio dan inicio a una asamblea constitutiva en donde formalizan su adscripción como comunidad indígena urbana y nombran su propio órgano de autogobierno: la Confederación Indígena del Barrio de San Francisquito (CONIBSAF).

En noviembre del 2017 —tras el intento de desalojo que la patronal de Lanas Merino orquestó en contra de la huelga del sindicato Paz y Trabajo— vecinos del barrio comenzaron a organizarse para hacerle frente al proceso de gentrificación que (desde hace varios años) pretenden imponer las administraciones públicas en conjunto con la iniciativa privada.

“Cuando intentaron desalojar a los obreros de san José de la montaña” —señala un vecino de San Francisquito— “nos dimos cuenta que las amenazas en contra del barrio eran reales, pues fue en ese momento donde muchos cambios de uso de suelo comenzaron a ocurrir en las inmediaciones del barrio, pues era evidente el proyecto turístico que el gobierno tenía en la zona del centro histórico; el cual se conecta con el desarrollo de megaproyectos inmobiliarios y de obra pública que poco a poco van encareciendo la vida en el barrio, como “Latitud puerta La Victoria” y la remodelación de la alameda Hidalgo, pues a partir de esto se ha encarecido las rentas y servicios dentro de San Pancho, e inclusive se les ha negado el derecho al trabajo a muchas personas que viven del comercio informal.”

A raíz de esta nueva ofensiva contra quienes habitan en San Francisquito, las y los vecinos comenzaron a organizarse en comités para concientizar a la población de las problemáticas que acontecían en el barrio.

“Comenzamos primero a organizarnos desde un comité de jóvenes y vecinos donde realizábamos talleres y actividades culturales para concientizar a los vecinos de la importancia de defender a nuestro barrio; poco tiempo después integrantes de las mesas concheras se fueron sumando al comité, pues el proyecto de gentrificación y turistificación va de la mano con el intento de patrimonializar las danzas concheras, amenazando con esto a la tradición que por siglos se ha conservado en San Francisquito.”

Es así que en noviembre del 2018 se crea la Asamblea en Defensa del Barrio de San Francisquito (ADEBSF), que nace con el objetivo de defender al barrio y sus tradiciones de los proyectos de despojo que amenazan la identidad indígena y comunitaria del barrio, y que —en un primer momento— aglutinó a más de cien vecinas y vecinos, así como a integrantes de las mesas concheras que habitan en el barrio.

Tras el anuncio de la construcción del proyecto de eje vial en avenida Zaragoza, la asamblea del barrio comenzó a organizar acciones comunitarias y jurídicas para detener la obra, pues aseguraban que esta atentaba en contra de su territorio sagrado y reavivaba el latente proyecto de gentrificación en el barrio, el cual había avanzado silenciosamente con la irregular permisividad para instalar un supuesto centro cultural llamado “BEMA”, el cual no cuenta con los permisos de uso de suelo ni con los lineamientos establecidos por protección civil municipal y además afecta la vida cotidiana de los habitantes del barrio, pues no se realizó ninguna consulta con las y los vecinos para ver si estaban de acuerdo con la apertura de dicho centro cultural.

A partir de esto, las y los habitantes del barrio comenzaron a intensificar las acciones políticas y jurídicas para frenar dichos proyectos, convirtiéndose en protagonistas de diversas movilizaciones a lo largo del 2019. Así mismo, dentro del barrio comenzó un proceso de discusión y reflexión permanente entorno a la importancia de conservar su territorio y sus tradiciones, lo cuales tienen hondas raíces en la identidad indígena de sus habitantes.

Por ello, a mediados del 2019 la Asamblea en Defensa del Barrio de San Francisquito comenzó a conducir un proceso jurídico para reconocer al barrio como una comunidad indígena urbana, pues aseguran que la identidad del barrio se constituye a partir de las tradiciones y prácticas ancestrales que ponen al centro la vida en comunidad, y que se vinculan directamente con su territorio y espacios sagrados.

Para las y los vecinos de San Francisquito, ser indígena en la ciudad es reconocer el proceso de exterminio y cooptación que la colonización inauguró en nuestros territorios, y va más allá de la vestimenta o la lengua, pues reducir la identidad indígena a un fenómeno cultural o lingüístico conlleva una separación de las comunidades con su territorio.

“Para nosotros ser indígena es una postura política, pues es asumir la defensa de nuestro territorio sagrado y nuestras tradiciones, de nuestra visión del mundo, frente a las amenazas que se ciernen sobre nosotros. Es una postura que pone al centro el reconocimiento de nuestra cultura y nuestras formas de organización política, es una lucha por nuestra dignidad”, señaló Rafael Téllez, danzante conchero e integrante de la Asamblea del barrio.

Estos hechos fueron configurando la definición de las estructuras de autogobierno que durante varios años las y los habitantes de San Francisquito han creado para hacer frente a los problemas que amenazan su comunidad, y que con el paso del tiempo han evolucionado hacia formas de organización más complejas que —motivadas bajo los principios de la democracia comunitaria— la defensa del territorio y las tradiciones así como la seguridad han decantado en la conformación de una Confederación Indígena integrada por las y los danzantes concheros, así como por las y los vecinos del barrio.

“Esta organización materializa la unión entre las mesas concheras y los vecinos del barrio; pues desde hace siglos compartimos nuestro territorio, el cual hoy se ve amenazado por las intenciones del gobierno y las empresas para turistificarlo y gentrificarlo”, señaló Rosa Sánchez, vecina del barrio de San Francisquito

Hasta el momento son más de 500 vecinos y cerca de siete mesas concheras quienes integran la CONIBSAF, y que a través de asambleas por sector van definiendo a sus representantes, quienes a través de un Concejo Indígena de Gobierno operarán las demandas y propuestas de las asambleas por sector, y rendirán cuentas a una Asamblea General.

El mensaje es claro entre quienes integran la confederación: San Francisquito no se vende. Y en un acto histórico, se configura el primer autogobierno barrial de la entidad; guiado por el sonido del huéhuetl y los caracoles apuntando hacia los cuatro vientos, construyendo la autonomía como alternativa al despojo.

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