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Día noventa y siete

Bitácora de Viaje (de Estudios Socioterritoriales)

Por: Manuel Basaldúa Hernández

La presencia de Armando Silva en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAQ fue refrescante. Pero, además, con una grata sorpresa, el eje de su conferencia magistral -dicho sea de paso, pocas veces tenemos la oportunidad de disfrutar y de estar presentes en una conferencia que en verdad sea magistral, donde el asistente pueda llevarse aportaciones importantes del personaje en cuestión- fue un tema con aspectos multidisciplinarios. El tema en cuestión fue sobre los imaginarios. Alumno cuasiortodoxo de Jacques Derrida, Silva transitó entre la deconstrucción del significante y el significado que el filósofo y crítico argelino propuso como una de las discusiones teóricas.

Refrescante es el adjetivo que uso para la conferencia de Silva porque la propuesta de la Licenciatura en Estudios Socioterritoriales ha marcado un espacio formal y rígido, no por su origen ni cuerpo académico sino por la prudencia y cautela con la que es tomada por algunos, dado el desconocimiento de su potencial y sus alcances. Traer el tema de los imaginarios a la mesa de discusión nos desvela la importancia de las propuestas teóricas y conceptuales que Daniel Hiernaux, quien ha sido retomado por investigadores y estudiosos del espacio y del territorio respecto a la cuestión de “imaginarios”. Digo “refrescante” de la conferencia de Silva porque nos muestra el alcance que tenemos respecto a lo multidisiplinario. Lo que me pareció importante también es el acercamiento de algunos integrantes de nuestra comunidad de estudiosos de las ciencias sociales. Porque sociólogos, antropólogos y psicólogos estuvieron presentes teniendo una recepción sobre lo socioterritorial y sus posibilidades multidisciplinarias de estudiar el espacio.

El campo de la subjetividad en donde descansa la cuestión de lo imaginario es un valor incuantificable en la producción del pensamiento de las ciencias sociales. Por eso, el término “imaginario” fue el código de integración para poder entender el complejo entramado que se ha construido dentro de la ciudad, lo urbano y la metrópoli. Los estudios socioterritoriales en nuestra comunidad académica van madurando a medida que se ponen a prueba sus preceptos. Pero sobre todo, cuando el termino va escuchándose normalmente, a medida que se hace más uso de él; la racionalidad del espacio como una de las acciones inconscientes de los habitantes

Los integrantes de la comunidad de Ciencias Políticas plantearon interesantes preguntas en esta conferencia de Armando Silva sobre lo imaginario, al mismo tiempo que hicieron sus descubrimientos de uso en tanto volvían sus pasos en el recorrido teórico de los autores clásicos que son cultivados en esta Facultad. Lo socioterritorial es una alternativa para la comprensión, quizá la racionalidad del espacio que inundamos, que construimos y que lo concretamos en el concepto de “territorio.” La articulación, casi lúdica entre lo real y lo imaginario que expuso Silva para la construcción de la idea de la ciudad, de lo urbano, nos demuestra las potencialidades de la fuerza social con la que convivimos y construimos nuestro hábitat de cemento y asfalto.

Goeffrey Bennington y Jacques Derrida, en ese escrito por demás extraño, muy al estilo Derrida, señalan que: “la manera de evidenciar, o poner al descubierto la distinción entre lo real y lo imaginario, es anteponer el signo, todo signo. Para ser un signo se debe suponer una posibilidad de repetición. Por esa posibilidad, dice Derrida, es la presentación actual del sentido a través de la expresión. Su reproducción o su representación se hacen posibles -en todo caso- como parte de su naturaleza social. El signo es el signo en el momento en que se lleva a cabo la acción social, como señalaba Husserl, es decir, entre una verdadera comunicación y una comunicación con el propio sujeto, imaginaria o representada, pero que a la vez no puede darse a conocer desnuda.

El imaginario o la cosa representada se reproducen mediante la presentación y la representación, o sea, la presencia y la no presencia que puede llegar a borrarse. Dice Derrida, “el signo (no) es (más que) su propia representación.” (Derrida, 1991; p.87).

La ciudad y lo urbano, una distinción que deja clara la concepción de Silva, se resuelve ubicando al “sitio” como unidad de análisis. El sitio como un punto de partida para lo territorial y éste, a su vez, como una construcción teórica del espacio. Como una construcción social del espacio, que se puede materializar en lo territorial. Estos aspectos de ir y venir, de construir y deconstruir respecto al espacio y la acción social, son el reto teórico del que se deben ocupar los socioterritorialistas. O quizá, como ya lo he mencionado antes, los socioterritoriologos. Aquí, nos atraemos a una pregunta que plantea García Canclini sobre la ciudad: “¿Cómo estudiar la problemática urbana con los actuales instrumentos de las ciencias sociales? ¿Qué disciplina es más pertinente para conocer los nuevos procesos culturales urbanos: la Sociología, la Antropología, o los Estudios Comunicacionales? Agregaríamos, ¿Socioterritoriales?

En “La retirada de la Metáfora”, dice Derrida que “la metaphora circula en la ciudad, nos transporta como a sus habitantes, en todo tipo de trayectos, con encrucijadas, semáforos, direcciones prohibidas, intersecciones o creces, limitaciones y prescripciones de velocidad. De una cierta forma metafórica, claro está, y como un modo de habitar. La afortunada visita de Armando Silva nos advierte de las enormes y amplias posibilidades de las nuevas propuestas que las ciencias sociales son capaces de construir, y que la propuesta teórica, con su correlación metodológica y sistema de técnicas, es capaz de abordar la metáfora de la ciudad.  Esto no es una reseña ni una explicación acabada, es la posibilidad de abrir el diálogo desde una licenciatura que surge como alternativa de producción teórica e instrumental racional para entender el espacio.

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