El calvario de la familia Clemente Alberto
Por: David Eduardo Martínez Pérez
Junto a un camino de terracería en medio del Segundo Barrio de Dolores, se alza una casa de cartón con techo de lámina. Un agujero cobre un costado es la única ventana. No tiene puerta.
Sobre el suelo de tierra, cinco niños juegan con lo que se pueda: una piedra, un trompo viejo, un pedazo de llanta, lo que sea. Afuera, dos mujeres tejen bajo el inclemente sol de abril.
Se trata de la vivienda de la familia Clemente Alberto. Ahí, en un solo cuarto, se acomodan los cinco hijos de Marcelo Clemente Alberto, junto con su esposa, su madre y su hermano menor Floriberto.
La única “comodidad” que conocen es el foco de sesenta watts que ilumina el centro de la casa. Fuera de eso, muy poco: unos edredones, algunos juguetes, pacas de ropa, nada más. No tienen agua ni drenaje, sólo se tienen entre sí para lo que les haga falta. Cada uno de ellos es indispensable, si uno llega a faltar, la familia es la que sufre.
Por eso han vivido en la incertidumbre desde que Marcelo Clemente fue detenido el pasado 26 de enero. En el momento de su detención, él era el único sostén para toda la familia. Se contrataba para hacer trabajos de albañilería en la zona metropolitana. No siempre tenía la suerte de que lo contrataran pero cuando lo hacían, lograba llevar a su casa lo suficiente como para sacar adelante a sus cinco hijos y a su hermano Floriberto.
Hubo una época en la que su madre y su señora también le ayudaban vendiendo artesanías en la zona centro de la ciudad. Sin embargo, el acoso de los inspectores terminó por hacerlas desistir, haciendo que Marcelo Clemente se ocupara de mantener a toda la familia.
Desde que detuvieron a Marcelo, sus hijos dejaron de asistir con regularidad a la escuela. “No los podemos llevar porque o van a la escuela o comen”, dice la mamá de Marcelo sobre sus nietos mientras teje, con toda paciencia un traje típico como el que utilizan las mujeres en el municipio de Amealco.
Además del rezago escolar experimentado por los hijos de Marcelo Clemente como consecuencia de su detención, está también la situación que vive su madre a quien se le diagnosticó un problema de nervios que la obliga a consumir con regularidad un medicamento que sólo se puede adquirir bajo prescripción médica.
“La señora tiene que tomarse una medicina que es muy cara, desde que metieron a la cárcel a su hijo, le cuesta mucho conseguirla y después batalla para dormir en la noche o sencillamente para llevar una tranquila” explicó Jorge González, vecino del Segundo Barrio de Dolores.
Ponen trabas a la mamá para visitar a Marcelo en el penal
Aún con la condición nerviosa que la aqueja, la mamá de Marcelo Clemente decidió ir a verlo en una ocasión al Centro de Reinserción Social (CERESO) de San José el Alto. Sin embargo, una vez ahí, se enfrentó a trabas para que la dejaran acceder hasta donde tenían ubicado a su hijo.
Primero, le preguntaron si traía fruta. Como llevaba varias manzanas y naranjas para el hijo, la obligaron a deshacerse de ellas con el argumento de que vendían fruta en el interior del penal.
Posteriormente, le notificaron que estaba prohibido utilizar el traje típico en el interior del Centro de Reinserción Social, por lo que debió conseguir ropa nueva que le resultara “adecuada” para acceder al área de visitas.
Sin embargo, una vez que la obligaron a cambiarse, la señora tuvo una crisis nerviosa que provocó irritación entre los custodios del CERESO quienes le señalaron que si volvía a acudir al penal y se producía una escena como esa, su hijo sería castigado e incomunicado por tiempo indefinido.
Ante esta circunstancia, la señora, quien al igual que Marcelo tiene dificultad para comprender el español, ha optado mejor por suspender las visitas al reclusorio, dejando las mismas sólo para la esposa y el hermano menor, Floriberto.
De momento, lo único que espera es que alguien le diga que es lo que va a pasar con Marcelo y que se aclare su situación para que tanto ella como el resto de la familia puedan retomar la vida que llevaban antes de que Marcelo fuera detenido.
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