El escándalo
Minotauro
Por: Víctor López Jaramillo
Política y escándalo son dos palabras que suelen ir juntas. El nombre de Marcos Aguilar también frecuentemente va asociado con ellas.En los últimos años, el panista Aguilar ha hecho del escándalo y el enfrentamiento su mejor arma política. Sin embargo, hoy se ve alcanzado por ella.
Su mayor fortaleza se convirtió en su principal debilidad.Una nota en el diario Reforma en donde lo acusan de recibir “moche” (cuota, lo que también suele denominarse el diezmo político) de alcaldes ha logrado lo que todos sus rivales políticos no lograron en años anteriores: que apreciara el valor del silencio.
Su política de ruido, mucho, mucho ruido, hoy lo ha dejado sordo.Como abogado que es, su arma predilecta para encarar a los rivales siempre ha sido judicializar la política. Frecuentes han sido las demandas en tribunales para amedrentar a cualquier rival. Invicto hasta ahora, vuelve a usarla.
Sin embargo, el escenario es distinto y eso es lo que no calculó.En tanto, los priistas festinan este primer revés de quien se ha convertido en su obsesión política en los últimos dos años.
Para sobrevivir a un escándalo, Dick Morris, exasesor del expresidente norteamericano Bill Clinton, aconsejaba que lo esencial era aparecer ante el electorado y decir la verdad. Y la clave: No reaccionar exageradamente ante el escándalo.
¿El reciente silencio de Aguilar es calculado o es señal de que se sintió atrapado? Para el 2015 faltan 12 largos meses del 2014. Esto apenas es el prólogo de la historia.
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