El nacimiento de un coloso
¿Cómo narraron los medios locales los preparativos, construcción e inauguración del estadio La Corregidora?
Por: Roger Velázquez
La noticia del inicio de la construcción de un nuevo estadio de futbol apareció como titular en primera plana del Diario de Querétaro el martes 25 de febrero de 1983. La sorpresa, la incredulidad y el entusiasmo fueron varias de las respuestas entre los queretanos.
No obstante, la historia oficial del estadio “La Corregidora de Querétaro” —título que adquiriría tiempo después del comienzo de su creación, y gracias a una convocatoria para nombrarle— señala el 17 de marzo del mismo año como la fecha oficial del principio de su construcción.
La publicación del periódico local señalaba detalles contemplados de la obra, como el costo calculado —456 millones de pesos—, un aforo estimado de 30 mil 84 espectadores, y la superficie que ocuparía siete hectáreas. Finalmente, dos años después, la capacidad con la que fue inaugurado el recinto terminó siendo para 40 mil asistentes, gracias a modificaciones que sufrió el proyecto.
La puesta en marcha de la edificación de tal monumento deportivo fue el fruto de los anhelos de la afición futbolística queretana por un campo digno para alentar a los equipos de la ciudad —Atletas Campesinos y Gallos Blancos de la Universidad Autónoma de Querétaro— y de la intención por parte de gobierno estatal —con apoyo federal— de convertir a la ciudad en una de las sedes de la Copa Mundial de futbol de 1986.
La realización del estadio fue incluida en un plan de obras de la gubernatura, anunciado el miércoles 19 de enero de 1983, desde el municipio de Colón, por el gobernador Rafael Camacho Guzmán. La propuesta fue publicada por los medios locales.
Las obras contempladas fueron —además del estadio— un auditorio para espectáculos artísticos y culturales de categoría —el actual Auditorio Josefa Ortiz de Domínguez—, la estatua del general Mariano Escobedo que se ubicaría al pie del Cerro de las Campanas, una ampliación a ocho carriles de la carretera libre a Celaya entre Plaza de Toros y El Pueblito, la construcción de dos libramientos vehiculares, y el parque nacional El Cimatario.
En los medios se divulgó que para ese entonces, el estado contaba ya con un patrimonio de once millones de metros cuadrados.
Sin embargo, el monto destinado para el levantamiento del coloso provino en su mayoría de un préstamo erogado por la banca internacional; éste fue adquirido gracias a un apoyo que ofreció el entonces presidente de la República, Miguel de la Madrid Hurtado.
De igual forma, se obtuvo una inversión de 800 millones de pesos; cantidad destinada a Querétaro, entre los 400 mil millones de pesos que Gobierno Federal repartió entre doce entidades de la República, para usos de tal índole.
En el caso específico del estadio, el gobernador Camacho Guzmán defendió su decisión de invertir en la obra al decir: “si yo dejo 40 ó 50 millones de pesos de patrimonio al Estado, creo que puedo pedir para beneficio de Querétaro que me presten 4 ó 5 mil millones, con la anuencia del señor presidente, sin ningún aval más que el propio Gobierno del Estado, con la sola confianza en el pueblo de Querétaro, en su patrimonio y en certeza de que se está haciendo una obra magnífica”.
La gran inauguración
Dos años más tarde, el 5 de febrero de 1985, y después de encabezar la conmemoración por el aniversario de la Carta Magna, el presidente Miguel de la Madrid Hurtado partió rumbo al cerro del Cimatario, en donde a las 12 del día presenció la apertura oficial del estadio, en el primer partido efectuado en la cancha, entre México y Polonia.
Los eventos culturales que dieron preámbulo al juego, que valdría como bautizo del coloso, fueron detallados en la edición subsiguiente de la prensa queretana. El arranque de las actividades por parte de la Sinfónica del Estado de Aguascalientes, el Ballet Folclórico de la Universidad Autónoma de Guadalajara, la banda de Música de la Secretaría de la Marina; así como vuelos rasantes de los jets de la Fuerza Aérea Mexicana, un espectáculo de paracaidistas, y la suelta de cientos de palomas, lo que culminó con la entonación de los himnos de ambas selecciones.
La inauguración del estadio provocó titulares que referían al “esplendoroso, bello, monumental, y cómodo Estadio Corregidora de Querétaro”, y “el estadio más moderno del mundo”.
En los diarios locales también se hizo hincapié en ovaciones realizadas, tanto al presidente de la República, como al gobernador del estado; afirmando que el primero había elogiado las instalaciones del recinto. Mientras, el ámbito futbolístico fue reservado para páginas interiores, que narraron el épico encuentro que dejó como saldo una victoria de 5 goles a 0, a favor de la selección mexicana.
“Gran ambiente en las afueras del nuevo Estadio” fue el nombre de la nota que describía, entre otras cuestiones, la satisfacción del entrenador del uniformado tricolor —Bora Milutinovic—, el apadrinamiento de Tomás Boy al estadio, por haber anotado el primer gol en la historia de aquella cancha, y el testimonio del mediocampista mexicano, Miguel España, quien calificó al terreno de juego como “duro y pesado”.
El segundo partido disputado fue el encuentro entre Bulgaria y Suiza. Sólo un gol dejó el enfrentamiento, en situación de penal, con definición del búlgaro Atanas Pachev, con el que le consiguió el triunfo a su representativo.
De todas las perspectivas que la prensa queretana dio sobre un acontecimiento que indiscutiblemente definió a la ciudad, y generó uno de sus mayores símbolos, sólo algunos espacios de opinión se atrevieron a juzgar el hecho como un suceso con “tintes políticos”.