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El Neozapatismo mexicano, en sus 25 años de vida pública

Gracias al profundo descontento social que se desató, pudieron prosperar y crecer esas equívocas y efímeras pseudoalternativas de pretendida “oposición” política que fueron el PRD y que es ahora Morena

Treinta y cinco años después de su nacimiento, y 25 años después de su saludable irrupción en la vida pública de México y del mundo, el Neozapatismo mexicano está más fuerte, más extendido y más combativo que nunca.

Porque más allá de la evidente “campaña de silencio” en torno a este fundamental movimiento indígena rebelde —orquestada claramente por las clases dominantes mexicanas, y acatada servilmente por los grandes medios de comunicación masiva de México—, es claro el crecimiento y fortalecimiento de su proyecto de construcción de la autonomía en vastas zonas del estado de Chiapas; igual que su papel central dentro del también creciente y cada vez más fuerte movimiento nacional mexicano e internacional, de “La Sexta”: movimiento convocado por el Neozapatismo mexicano a partir del año de 2013.

Por eso, no es casual el papel protagónico esencial que el Neozapatismo juega dentro del amplio conjunto de los movimientos realmente antisistémicos y anticapitalistas de todo el planeta Tierra; papel que se construyó desde el 1 de enero de 1994 y que se ha mantenido y acrecentado enormemente a lo largo de estos últimos cinco lustros recién vividos.

Lo que explica que, frente a cada iniciativa neozapatista, respondan entusiasmados personas de 50, 60, 70 u 80 países, asistiendo a las reuniones y encuentros que el movimiento neozapatista convoca, o siguiéndolos de cerca mediante las redes sociales diversas. O también, el claro hecho de que miembros del Neozapatismo, como el ‘Subcomandante Insurgente Moisés’ o el ‘Subcomandante Insurgente Galeano’, figuren hoy entre los personajes más conocidos a nivel mundial, en una escala comparable a las figuras de Gandhi, Nelson Mandela o el propio Che Guevara.

Rol central como referente esencial de prácticamente todos los movimientos antisistémicos del mundo, que se explica en parte por la función que, en la coyuntura posterior a 1989 y a la caída del muro de Berlín, cumplió el levantamiento neozapatista del 1 de enero de 1994.

Pues con esa radical aparición pública, el Neozapatismo logró cambiar totalmente la “correlación de fuerzas” de la entonces vigente situación mexicana, relanzando las luchas anticapitalistas y antisistémicas de todo México; y creando el espacio y las condiciones de crisis y colapso del entero sistema político mexicano que seis años después permitieron la caída del PRI dentro del gobierno y que, más recientemente, han permitido la llegada del limitado y tenuemente reformista gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Porque es gracias al profundo descontento social que se desató, se difundió y organizó en todo México a partir de 1994, que pudo terminar el largo reinado del PRI dentro del gobierno de México en el año 2000, pero también que pudieron prosperar y crecer esas equívocas y efímeras pseudoalternativas de pretendida “oposición” política que fueron el PRD y que es ahora Morena.

Pseudoalternativa de Morena, que en menos de un mes ha comenzado ya a decepcionar a sus propios votantes y seguidores, al mostrar cómo solo defiende y representa los intereses de la burguesía nacional mexicana, pero no —ni mucho menos— los intereses del pueblo o de los sectores subalternos y oprimidos de México. Porque ahora es claro que las iniciativas del tren maya, del canal transístmico, del “rescate de Pemex” o del nuevo millón de hectáreas a sembrar, sólo benefician a los capitalistas mexicanos y al Estado, pero no a los sectores populares.

Además, el Neozapatismo abrió también, desde 1994, el espacio para que el movimiento indígena de toda América Latina, pasara de una posición defensiva y marginal —que había tenido durante varias décadas— a una posición ofensiva y radical que ha convertido a esos movimientos indígenas latinoamericanos en uno de los protagonistas centrales de la vida social y política de países como Bolivia o Ecuador y, naturalmente, México; pero también en actores sociales muy importantes de la vida de Chile, Colombia, Perú o Guatemala.

Y también esa centralidad aún vigente del Neozapatismo a nivel mundial se debe al hecho de que fue él quien, después de la caída del muro de Berlín, y de la concomitante crisis de las izquierdas en todo el mundo, le “devolvió al mundo la esperanza” mostrando una vez más que la lucha social y, sobre todo, el cambio social radical eran no solamente urgentes y necesarios, sino también posibles y realizables de manera inmediata.

Por eso, no es casual el hecho de que las montañas del sureste mexicano hayan sido visitadas en estos veinticinco años por activistas sociales, artistas, músicos, políticos, cineastas, pensadores, científicos sociales y naturales de todo el planeta; pero también por mujeres, hombres, jóvenes, indígenas, trabajadores, y personas de todo tipo, venidas de todos los rincones del mundo y deseosas de cambiar radicalmente el injusto mundo capitalista que aún padecemos a nivel planetario.

Y es por eso también que el movimiento de La Sexta, nacional en México e internacional, no ha hecho otra cosa que crecer y fortalecerse desde su nacimiento en 2013 y hasta hoy, habiendo sido el soporte principal de la ejemplar campaña política de María de Jesús Patricio Martínez a la presidencia de México en 2018; campaña que nunca persiguió ni ganar las elecciones ni hacerle el juego a la corrupta y degradada clase política mexicana, sino que fue solamente un inteligente mecanismo para alertar a todos los mexicanos sobre el despojo y el riesgo de exterminio real que hoy sufren los pueblos indígenas en México, y para desnudar y evidenciar a esa corrupta clase política mexicana, planteando cómo la única salida real a los grandes problemas que hoy vive nuestro país, que está en la auto-organización popular y en la lucha inmediata por la construcción, aquí y ahora, de nuestras respectivas autonomías.

Lo que explica la inteligente estrategia que desde 2013 ha estado impulsando el Neozapatismo mexicano, tanto para México como también a nivel internacional. Nueva estrategia cuya esencia es la de interrogar a los distintos grupos, sectores y clases sociales de México, y luego del mundo, acerca de cómo cada uno de ellos construye en “sus calendarios y en sus geografías” particulares, y según “sus modos específicos”, su propia autonomía, o también cómo es que está, aquí y ahora, luchando por alcanzar y conquistar esa misma autonomía global integral.

Una “autonomía global integral” que no es solamente el limitado hecho de regirse de acuerdo a sus propias leyes (autonomía sólo jurídica), ni la acotada situación de ser autónomos e independientes del Estado y del poder político (autonomía sólo política), ni tampoco la de sólo afirmar su autonomía en torno de su identidad cultural y sus usos y costumbres (autonomía exclusivamente cultural o identitaria); sino, más bien —y de modo mucho más radical—, la idea de definir por ellos mismos, de modo autónomo y sin ninguna interferencia externa, el tipo específico de sociedad que ellos quieren construir en absolutamente todas las esferas de la realidad social; es decir, el tipo de vida que ellos quieren construir y vivir, en absolutamente todas las dimensiones posibles que esa misma vida social global implica.

Nueva estrategia del Neozapatismo mexicano, impulsada desde finales de 2012 y coincidente con su cuarta etapa de vida, que se plasmó primero en las varias realizaciones de la “Escuelita Zapatista”, en 2013 y 2014, y en donde los compañeros neozapatistas mostraron a todo el mundo, desde su interior y en las formas más cotidianas y concretas, cómo es que ellos construyen día a día su propia libertad y autonomía, en la economía, en la relación con la naturaleza, en el comercio y en el trabajo, pero también en la educación, en el arte, en las relaciones de género, en la cultura, en el autogobierno, en la política y en la vida social en general.

Demostración de su propia experiencia en la conquista y luego la construcción de la verdadera autonomía global integral, que terminaba con un “examen” cuya única pregunta era “¿Y tú, qué?”, es decir, ¿Cómo es que tú mismo luchas por la conquista y construcción de tu propia autonomía, y cómo tú avanzas en el proceso de tu propia auto-organización y autogestión?

Experiencia de la “Escuelita Zapatista” que fue seguida por la “muerte simbólica” del ‘Subcomandante Insurgente Marcos’ y por el relevo de su función como vocero del movimiento por el ‘Subcomandante Insurgente Moisés’: hechos que mostraron a todos el proceso de maduración y consolidación del propio Neozapatismo, el que no sólo afirmaba, mediante esta muerte simbólica, los relevos generacional, étnico y de clase que había realizado en 20 años; sino que también hacía evidente la esencia de esta nueva estrategia neozapatista, basada en la convicción de que en estas nuevas luchas antisistémicas que hoy se despliegan en todo el planeta no hay lugar ya para el vanguardismo, y que aquí los “lideres” son las propias bases, pues el “nosotros” predomina sobre el “yo”, y el poder se construye desde abajo, afirmando la diferencia y la heterogeneidad, aprendiendo a mirar y a analizar la realidad siempre desde abajo y a la izquierda, y construyendo organizaciones laxas, horizontales, descentralizadas y articuladas como redes de redes.

Nueva estrategia neozapatista que más adelante ha ido convocando a diferentes sectores, grupos y actores sociales para intercambiar con ellos sus propias experiencias, para aprender de sus posibles enseñanzas y para promover, en cada uno de esos actores, sus propios procesos de crítica, de resistencia, de autorganización, de lucha y de colaboración en el vasto proceso global de construcción de la autonomía y la libertad, de una parte en México, y de otra parte en todo el planeta.

Por eso, el Neozapatismo convocó a los pensadores críticos en 2015, en el Seminario “El Pensamiento Crítico frente a la Hidra Capitalista”; a los artistas y científicos en varias ocasiones, desde 2016 y hasta hoy, en los Festivales del CompArte y en los Encuentros del ConCiencias; a las mujeres, en 2018, en el Encuentro de las Mujeres que Luchan; a los indígenas del Congreso Nacional Indígena en múltiples ocasiones; y nuevamente, desde 2013 hasta ahora, a las redes de apoyo a Marichuy en 2018; a los cineastas, en 2018, en el Festival de Cine Caracol de Nuestra Vida, y, quizá el día de mañana, a los estudiantes, a los trabajadores de la ciudad y a los del campo, a los desempleados, a los marginados, a los discriminados sexual, social o políticamente, y a todos los “olvidados” y “desechables” de todo México y del mundo.

Y esto, para continuar tejiendo la vasta red de los sujetos subalternos que componen a La Sexta, incentivando su propia auto-organización y la definición de sus demandas específicas, pero también la identificación de sus demandas comunes y compartidas con los otros sujetos de La Sexta que permitan coordinar la futura definición del Programa Nacional de Lucha, edificado desde abajo y a la izquierda por esos mismos sujetos subalternos, y más adelante hacer saltar, desde abajo hacia arriba, tanto al Estado mexicano como a nuestra corrupta clase política; pero también a todos los ricos, a los poderosos y a los beneficiarios de las injustas jerarquías sociales que componen el “arriba” de México, y también del mundo entero.

Por eso el Neozapatismo no se entusiasma para nada con la llegada de López Obrador al gobierno, pues entiende que él va a desarrollar en México —en lugar del neoliberalismo salvaje que hemos padecido por siete lustros— un neoliberalismo moderado y parchado tenuemente con ciertos incrementos en el gasto social, a la vez que se opone a la burguesía mexicana entreguista y aliada al capital extranjero; y a este último, pero sólo en beneficio de la burguesía nacional mexicana.

Es decir, el simple cambio de un capataz autoritario y servil con el capital trasnacional por un nuevo capataz más conciliador y defensor del capital estrictamente nacional. Por eso, como dicen los sabios compañeros neozapatistas: “todavía falta lo que falta”. De modo que ellos aquí seguirán, resistiendo y luchando el tiempo que sea necesario, sin rendirse, sin venderse y sin claudicar. Sigamos su ejemplo y, celebrando sus 35 y sus 25 años, digamos también respecto de su existencia y su postura: !Enhorabuena!

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