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Empezó con un dolor de cabeza… ¡dengue!

Por Miguel Tierrafría

 

Camiones van y vienen con la leyenda de Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), mientras un frondoso árbol cubre a los estudiantes que esperan la llegada de la unidad que los lleve hasta el campus Aeropuerto.

Llega una unidad de la que descienden estudiantes y ésta de inmediato sale rumbo a la siempre congestionada 5 de Febrero. Por fin se ve la unidad conducida por Elizabeth Salazar, una mujer que padeció el virus que está de moda en la capital queretana: el dengue.

“–¡Súbase!, vamos a cargar gasolina, ahorita regresamos”– indica para que se aborde su unidad.

Algunos objetos perdidos como memorias USB, boinas, plumas y fotografías son olvidadas por los alumnos que a diario utilizan estas unidades. “Terminamos de cargar gasolina y ahorita te cuento cómo estuvo”.

Al cabo de poco más de cinco minutos la unidad conducida por Elizabeth se estaciona en los cajones asignados, comienza a contar el calvario por el que atravesó sin saber que su cuerpo había adquirido esa enfermedad.

Con un tono amable, Elizabeth expresa que “todo comenzó con un malestar de cabeza muy fuerte, supuse que era por el trabajo, me tomé una aspirina con café, en la mañana posteriormente me quedé dormida en el viaje de la mañana y me levanto algo mormada pensando que por lo fresco me resfrío, pero con el dolor de cabeza, y me vuelvo a tomar dos aspirinas con un café, según yo me sentí bien”.

Así anduve hasta mediodía pues por lo mismo de que anduve todo el día trabajando pues no tuve tiempo de desayunar nada más que el puro café”.

La hermana de Elizabeth es doctora, y lo primero que hizo ella al sentir los primeros malestares es hablarle para saber qué medicarse para mermar los síntomas, que con el transcurrir de su día de trabajo del campus Aeropuerto al campus del Cerro de las Campanas, aumentaban.

Metamizol y Ketorolaco es lo primero que se medica para aliviar la fiebre, el dolor de cabeza, además de la resequedad de la garganta. Para ella no era normal tantos síntomas presentados en esas horas de trabajo.

 

Los síntomas y malestares empezaron a acrecentarse

Sentada en los asientos de adelante, con un camión vacío sin todos aquellos estudiantes que a diario acuden a sus clases para conocer sobre Fuentes, Borges, García Márquez o Carpentier.

“Le hablé a mi hermana para avisarle que me sentía mal, que posiblemente tenía una infección en la garganta porque por lo regular cuando me da calentura es por eso, pero pues no había tomado nada. Ya llegué (a mi casa) y no estaba (su hermana), me volvió a dar otra aspirina mi mamá y un té, me acuesto un rato, me levanto y no llega a revisarme, me regreso aquí al trabajo, que tenía que estar aquí a las 3:30. Hago un viaje y regreso a las 4:30.

“En ese trayecto me empezó a dar mucho calor, empecé a estar sudando frío y a sentirme un poquito ya más cansada y agotada, ya nada más alcancé a llegar aquí. Me fui a mi casa y en el camino me dio más frío y me sentí un poquito mal. No sé ni cómo llegué porque me dolían mucho las piernas”, asevera la operadora de unidades de transporte de la UAQ.

Posteriormente, los síntomas que en un principio Elizabeth presentó, se fueron acrecentando. Un lunes de trabajo el dolor de cabeza y la fiebre se hicieron presentes; el martes siguiente, acudió al médico, quien le diagnosticó infección en la garganta y en las vías urinarias. El médico le prescribió medicamento para dicha infección.

En el pasar de los días, Elizabeth no sentía mejoría, estuvo incapacitada para ir al trabajo durante tres días y el cansancio, la fiebre y el dolor de cabeza no cedían ante los medicamentos y los esfuerzos de ella y su familia para disminuir lo que sería el dengue tipo 1.

“Fue martes, miércoles, jueves y yo no veía mejoría, me sentía igual, las calenturas no cedían, seguían igual entre 39 y 40. El jueves por la noche, empecé con mucho vómito, tomándome el medicamento de los que me dio (el doctor) para la infección, empezaba con mucho vómito, entonces ya no lo tomé, me vuelvo a presentar el viernes a urgencias, bueno a médico familiar pero como ya no alcancé consulta me mandaron a urgencias”, afirmó Elizabeth mientras secaba el sudor de su frente, debido a la temperatura que irradia el sol.

El doctor que la atendió en urgencias le hace una prueba de glucosa para saber si Elizabeth tiene diabetes y si los medicamentos prescritos anteriormente están ocasionando efectos secundarios en ella. Los días pasan y poco a poco, ante la tormenta y el calvario que le provocaron los dolores, la calma parece que se apodera y se va sintiendo mejor.

Sin embargo, un salpullido se hace presente en sus piernas, no puede dormir debido a la comezón que le genera el roce con su pantalón. Nuevamente acude al médico, esta vez la preocupación se hace evidente, por lo que la doctora que la atiende supone una intoxicación.

 

Manifestó su molestia por la actitud de los trabajadores de Salud

La hermana de Elizabeth, quien es doctora en el IMSS, comenta con sus colegas sobre los síntomas presentados por ella, casi es seguro que el diagnóstico del dengue sea positivo ante los crecientes brotes del virus en colonias como Satélite, Loma Bonita, Cerrito Colorado, entre otras.

Ante esto, Elizabeth acude a realizarse unos análisis de sangre para saber si los pronósticos eran ciertos.

“Me habla mi hermana, la doctora que está en el Seguro, me imagino que platicando con los médicos pues comentaron acerca de los síntomas o les ha de haber dicho porque yo le hablé al Seguro a ella de que aún así me dolía la cabeza.

“Entonces ya los doctores le sugirieron que pues no lo dejara pasar así a la ligera que por la colonia ya habían casos de dengue, entonces que me presentara a otro día aquí a Pino Suárez (al Centro de Salud) para que me realizaran un estudio de sangre.

“Vine el día sábado a las 10 de la mañana, me hicieron un cuestionario, me hicieron todo mi expediente, ya llegó la química y me saca la sangre. Ocho días después me hablan para darme el resultado de que dio positivo del dengue”.

Ante el diagnóstico del dengue, Elizabeth asegura no saber el lugar donde pudo contraer el virus, ya que piletas, basura o lugares donde se pudieran alojar estos mosquitos no tiene en su casa.

Ahora ella no puede acudir a lugares con mucha humedad, debe mantener un estricto control en su casa sobre los lugares donde se pudiera acumular agua y se reproduzca el virus. Afortunadamente para ella, el virus no pasó más allá del tipo 1, ahora sigue conduciendo su unidad, realizando sus corridas habituales llevando y trayendo a los estudiantes de campus Aeropuerto. Simplemente ella se muestra molesta ante los trabajadores de Salud, por no haber diagnosticado a la primera el virus.

“Ya hasta que fui por tercera vez con el doctor, porque la primera fui a urgencias, la segunda volví a ir y la tercera que fue la que me dio el medicamento para lo de la alergia (…) en el Seguro Social fue donde le dijeron a mi hermana que me mandaran para allá”, afirma Elizabeth, antes de que los pasajeros comenzaran a abordar su unidad para una nueva corrida rumbo al campus.

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