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Guadalupe Ramírez Álvarez, pilar de la UAQ

Por: María Rodríguez

A 30 años de su muerte los homenajes a su persona no paran

PARA DESTACAR: Rector de la UAQ, cronista del estado, fundador del Centro Universitario y “un verdadero Maquiavelo”, aseguró Andrés Garrido, cronista municipal.

Hace 30 años falleció el exrector de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) Guadalupe Ramírez Álvarez.

La expresión de diversas voces académicas y políticas se han encargado de enaltecer su nombre por la obra que realizó en vida y por la herencia que dejó una vez llegada su muerte. Sin embargo, pocos fueron los que lo conocieron más allá del trato cortés o simplemente histórico como lo hizo Andrés Garrido del Toral, hoy cronista del municipio de Querétaro.

El dominio de diferentes campos de conocimiento, su ágil memoria histórica, la habilidosa pluma con la que domaba el arte de las letras y su característica excentricidad fueron solo algunas de las virtudes descritas por Garrido del Toral al recordar a quien fuera su maestro y amigo.

Algunas de las materias que impartió en la Máxima Casa de Estudios fueron Derecho Constitucional, Teoría del Estado, Derecho Agrario y Garantías Constitucionales, Historia de las Ideas Políticas e Historia del Derecho, el cronista del estado relató que “Cuando él faltó tuvimos que suplirlo cinco (…) Marco Antonio León Hernández, Juan Ricardo Jiménez Gómez, Enrique Burgos García, Mariano Palacios Alcocer y su servidor para que se dé una idea del tamaño que tenía el viejo”.

El magnífico poeta del siglo XX (como lo llama su amigo Garrido del Torral) nunca faltó a ninguna de sus clases; con una “hermosa voz reposada” y sin acordeón en mano daba a clase durante una hora completa a sus alumnos. Era un hombre “orgulloso” de “privilegiada memoria”.

Sobre esos importantes detalles que no quedan registrados en la historia escrita, Garrido del Toral, habló sobre la excelente relación que sostuvo con el presidente de la República Luis Echeverría Álvarez, gracias a la cual pudieron gestionarse los recursos con los cuales se construyó el Centro Universitario del Cerro de las Campanas:

“En el viaje que hizo con Echeverría al Vaticano, a ver al papa Pablo VI,  se resolvieron muchas cosas para construir este Centro Universitario. El presidente lo quería bien como persona. Había más prioridades para el gobierno de la República para acallar a la guerrilla o a estudiantes revoltosos como los de Guerrero, los de la UNAM, los de Baja California y, sin embargo, mandó dinero a Querétaro para hacer este portento de Universidad” platicó.

Ramírez Álvarez se desenvolvía astutamente dentro de la política local, pues relata que para conseguir el puesto de rector en tuvo que poner a los estudiantes en contra del entonces Rector y contra Agapito Pozo, entonces gobernador del Estado de Querétaro.

Gracias a su astucia pudo permanecer en puestos políticos de la Universidad y del Estado, primero como Rector y luego como cronista del Estado. En el sexenio de Antonio Calzada Urquiza fue nombrado cronista de la entidad y se mantuvo en el puesto en el gobierno de Rafael Camacho Guzmán a pesar de que no era del agrado de este último: “Camacho requería a un cronista porque se cumplían 450 años (del estado de Querétaro) y se requería dignificar la ciudad.

Otra de las virtudes que resalta Garrido del Toral, fue cómo con su testimonio luchó en contra de la discriminación pues fue él mismo discriminado por “por indio, por pobre (era hijo de compañeros humildes de Santa Ana) y por sus preferencias sexuales” pues aunque nunca fue notorio a simple vista, dice el cronista, era evidente su bisexualidad al escuchar las bromas que realizaba.

Herencia material fue un “desorden”

A pesar de la brillantez que reflejó durante su vida, Garrido de Toral refirió que Ramírez Álvarez fue muy “desordenado para morir” pues creo un fideicomiso con el Diario de Querétaro, la Máxima Casa de Estudios y el municipio capitalino para repartir su bienes una vez llegada su muerte. Debido a la falta de acuerdos o por la complejidad administrativa con este fideicomiso muchos inmuebles del exrector quedaron en manos de particulares.

“Un fideicomiso es latoso y caro (…) Braulio Malo Guerra (entonces) rector y amigo de él, le decía ‘maestro tenga confianza en mí y sale su última voluntad’ (…)  pero el maestro tuvo la culpa, no fue ejecutivo para morir. Todavía en esta madrugada le dijeron ‘cambia de notario, que no sea el Caballo Martínez que sea Sonia Alcántara’ fuimos a la casa de Alcántara y no estaba, se había ido de viaje.”

Andrés Garrido del Toral dijo que la importancia de recordar su vida recae en que los jóvenes deben comprender que lo que hoy somos lo construyeron hombres como Ramírez Álvarez, hombres que “avanzaron la manecilla del reloj de la humanidad, de la queretaneidad mucho tiempo adelante” culminó.

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