La discusión sobre el aborto requiere más pluralidad y menos dogmatismo

Crónica de la vida real
“Después de tres años, nunca nos había pasado, la verdad nos agarró por sorpresa”, comento Israel preocupado y con una seriedad poco común en él. Había que tomar una decisión y rápido, después de días de insomnio y preocupaciones, divagaciones, conversaciones y hasta borracheras, la cuestión se había decidido. Ese fue el climax de la conversación entre Israel y Sebastián durante esa noche.
Todo el asunto comenzó el viernes que estaba por concluir, no sucedía nada en particular, el ambiente estaba tranquilo y ligeramente fresco; se prestaba para ver televisión, ir a bailar, desvelarse leyendo o, si el cuerpo no aguantaba más, disponerse a dormir. Sebastián estaba indeciso sobre qué hacer, el teléfono sonó de pronto:
—Buenas noches -contesto Sebastián
—¿Qué tal Sebas? – respondió Israel, de inmediato, Sebastián reconoció la voz
—¿Cómo estás Israel, donde te encuentras?, de seguro con tu novia.
—Sí, estoy aquí con ella – Luis no advirtió nada extraordinario.
—¿Cómo está ella?
—Bien gracias – después de una conversación intrascendente, Israel no podía seguir perdiendo el tiempo, y dijo en tono nervioso:
—¡Oye, necesito que me eches la mano!
—Ya sabes que, si se puede ¿por qué no? ¿de qué se trata? – Lo que Israel traía entre las manos no era tan fácil, así que se limitó a decir:
— Imagínate – Ahora había que adivinar, y por la solemnidad había que imaginar lo peor
—No – contestó con una voz sumamente baja
—Sí – interrumpe sorpresivamente Israel. Después de años de tratarlo, Sebastián sabía que a su mejor amigo le estaba sucediendo algo extraordinario, quizás era una situación que afectaba también a Fernanda la novia de Israel,
—Sí, sí, es eso, lo que quiero es que me ayudes a encontrar a alguien que nos eche la mano
—¿Te refieres a un doctor o algo así?
—Si se puede hoy mismo, y si no mañana, pero nos urge.
Era una situación complicada, idéntica a la que viven muchos jóvenes y adultos en nuestro estado, sostienen relaciones sexuales y por cualquier razón no se toman las precauciones necesarias; quizá principalmente por ignorancia o por el temperamento tan fuerte que algunos poseemos.
La milenaria historia del aborto
Expulsar el feto de la matriz antes de cumplir cinco meses de vida intrauterina, es lo que médicamente se conoce como aborto; del sexto mes en adelante se habla de un parto prematuro. Los abortos se han presentado en toda la historia de la humanidad, hace 4 mil 500 años, en un documento chino se sugería el uso del mercurio como abortivo. El papiro egipcio Eber daba instrucciones para un aborto, eso fue en año ml quinientos A.C.
“La falta de educación sexual, la relajación de costumbres —liberación sexual—, las condiciones socioeconómicas, el trabajo de la mujer”, entre otras, son las principales causas por las que se recurre al aborto cada vez más, según la tesis de la enfermera María Estela Sánchez Luna.
Sin embargo, a pesar de que el aborto se presenta cada vez con más frecuencia, en nuestro país se tipifica como un delito, el Código Penal del Estado de Querétaro, sanciona de diferente manera este delito y contempla tres tipos de abortos:
Consentido: cuando la mujer permite que se le practique o cuando ella misma se lo provoca; por este motivo se les puede imponer de 1 a 3 años de prisión a ella y a quien le ayude a abortar (Art. 137, primera parte).
Sufrido: cuando la mujer no lo consiente, se puede castigar a quien lo causa con una pena de 4 a 7 años de prisión (Art. 137, segunda parte). Si se provoca por violencia física o moral la pena va de 7 a 9 años de cárcel (Art. 137, tercera parte).
Impune: Son dos casos en los que no se puede castigar a nadie porque el aborto fue imprudencial (Art. 142, Fracc. 2) o por violación (Art. 142, Fracc. 2).
El investigador Mario Justo Sarondo, menciona que el número exacto de abortos es casi imposible de precisar a causa de la clandestinidad de la mayoría de los abortos. No hay medios para saber cuántos abortos se practican cada año.
Los abortos ilegales se llevan a cabo en clínicas particulares, en apartamentos y a veces hasta en la misma casa de la embarazada, e incluso muchas mujeres se practican ellas mismas el aborto.
Los abortos legales no constituyen un índice útil, porque la legislación vigente solo lo permite en casos excepcionales, (en Querétaro, sólo se puede practicar un aborto legal cuando el embarazo fue provocado por una violación). De modo que la significación estadística de los abortos realizados por esta causa es irrelevante, comparado con el promedio anual de abortos clandestinos.
Según la Organización Mundial de la Salud, (OMS) en los países donde el aborto es clandestino, el 14 por ciento de las mujeres que abortan llega a morir, ello a consecuencia de las deficientes condiciones e higiene en donde se realizan las intervenciones ilegales, y a la carencia de conocimientos médicos de buena parte de los que practican un aborto.
El aborto es peligroso, siempre lo será, sus principales riesgos son: la hemorragia, las infecciones agudas y crónicas, la peritonitis, la esterilidad como secuela y los trastornos psicológicos, entre muchos otros. Estos peligros son más frecuentes y más graves dependiendo del medio en que se practique el aborto y de quienes lo practiquen.
Casi sobra aclarar que quien se vea involucrado en la práctica de un aborto clandestino, por lo menos debe tener conciencia de que sólo un médico o alguien muy bien preparado puede llevarlo a cabo exitosamente.
Un desenlace que no fue el mejor, ni el peor que se podía esperar
Israel y Fernanda, buscaron como desesperados aquí en Querétaro un lugar donde pudieran llevar a cabo el aborto, aunque fuera en forma clandestina, pero no encontraron quien pudiera atenderlos ni aún con la ayuda de Sebastián, así que tuvieron que ir hasta Toluca, por recomendación de una de sus amigas.
Durante el trayecto hubo un silencio total, ni Israel, ni Fernanda hablaban, era una tensión desesperante. Al llegar a la ciudad buscaron el domicilio que les habían dado. Era un consultorio particular, y al menos por la fotografía de graduación, en una de las paredes, ellos pudieron confirmar que en realidad era un doctor quien iba a atender a Fernanda.
Ella entró al consultorio angustiada, él se quedó en la sala y su rostro reflejaba una gran preocupación, para ellos, durante el proceso todo podía pasar. El doctor de vez en cuando salía para darle ánimos y le decía: “No pasa nada, todo va a salir bien”. Israel, trataba de sonreír, pero en realidad su rostro sólo reflejaba tensión.
Aproximadamente una hora después, todo había concluido, los efectos de la anestesia empezaron a ceder, y Fernanda, empezó a volver en sí, se quejaba, pedía de comer, pedía agua, hablaba de que quería que allí estuviera su mamá, y se decía a si misma: “¡Mi bebe, mi bebé!”. Era una situación en realidad terrible.
Más que la situación económica, que Israel había puesto como pretexto para no permitir el nacimiento del niño, era evidente la preocupación de ambos se centraba en el “qué dirán”; tanto su familia como sus amigos. Fernanda decía que lo habían platicado y así lo habían decidido, porque en realidad no tenían nada que ofrecerle.
Tan vacíos se sentían, que al parecer no tenían ni cariño, ni afecto, ni siquiera un poco de amor para el ser, que desde el punto de vista científico era ya una vida; en fin, el paso ya lo habían dado y no se podía, aunque quisieran, dar marcha atrás.
Respecto a este tema, existen grupos y opiniones muy encontradas, aunque en realidad no puede negarse que gran parte de la población está en contra del aborto, queda la pregunta de si esta mayoría tiene el derecho de impedir a las mujeres que tomen esa decisión. Lo que es un hecho y es propio recordar ante esta situación tan delicada, es lo expresado por Garret Hardin: “Los hombres hacen las leyes y las mujeres hacen lo que tienen que hacer”.