La mendicidad en Querétaro: el recurso de la sobrevivencia

Uno de los problemas que acosan a cualquier país del mundo es, sin duda, la mendicidad en las calles, y México por ser un país en vías de desarrollo enfrenta este problema. En lo que corresponde a Querétaro, cabe señalar que ha temido que enfrentarse a este fenómeno desde la época de la Colonia, a partir de entonces, se ha ido modificando con el paso de los años en todas sus circunstancias y hasta la fecha no se le ha dado solución.
Algunas personas ubican a los mendigos como “los ricos de la clase pobre”, debido a que hay quienes transforman esta práctica en una verdadera profesión lucrativa, dado que ha habido casos en los que al morir una persona que pide limosna, se le ha encontrado una verdadera fortuna o, inclusive, casas de grandes dimensiones.
Sin embargo, esta situación no se puede generalizar, y es cada vez es más alarmante ver que cada día son más las personas que vagan por las callas pidiendo limosna, personas que definitivamente, por diversas circunstancias, no pueden trabajar y no les queda más remedio que mendigar.
Luis Leñero define este problema así: “se trata de la pobreza anónima y de la carencia de lo más necesario para el hombre: su vinculación afectiva”. (Dorantes González; Sociología de la pobreza: el caso de la mendicidad en Querétaro, 1991, UAQ).
El fenómeno de la mendicidad está relacionado con las carencias domésticas, es decir, esas redes que contribuyen a la sobrevivencia. La falta de las redes de afectividad, supervivencia y apoyo económico son los factores fundamentales que obligan a una persona a mendigar. Con la práctica de la mendicidad, quienes la ejercen no sólo viven económicamente, sino que, además, a través de ella, los mendigos crean otro tipo de redes de intercambio social con los cuales sustituyen la afectividad y las relaciones encontradas fuera de su unidad doméstica.
La práctica de la mendicidad abarca a individuos de casi todas las edades y sexos, inmigrantes y nativos, con capacidades físicas y sin ellas. Tratar de abordar a cada uno de los tipos de mendigos que hay en las ciudades implicaría realizar una investigación, por ello en este espacio sólo se hará una referencia del problema de manera general. Dentro de nuestro estado diversa es la gente que mendiga en las calles. Por ejemplo, algunos estudios hechos por investigadores han revelado que mujeres otomíes —principalmente— emigran de sus lugares de origen hacia distintas ciudades, justamente a “ganarse la vida”.
Por otro lado, personas con sus capacidades físicas “completas”, entre los que cabe señalar a los niños, aptas para ser una mano de obra útil, decide pedir “para un taco” ya que no les cuesta nada, y lo poco o mucho que ganan es sin esfuerzo alguno.
El fenómeno del mendigo estacionario se explica precisamente porque estas personas deciden utilizar esta estrategia, para ello el pordiosero se sitúa en las calles céntricas de la ciudad. En otros casos hay quienes hacen uso de un instrumento para llamar la atención al mendigar La mendicidad callejera se manifiesta y se entiende corzo una práctica cotidiana, aunque puede ser ocasional o estar relacionada con otras estrategias de sobrevivencia.
Para tener un mejor entendimiento del fenómeno de la mendicidad hay que analizar los diferentes intentos tendientes a resolver este problema, en ese sentido, las casas de asistencia, también conocidas como albergues, son un elemento de cran importancia.
El primero de septiembre de 1879. el tipógrafo Francisco Díaz fundó el asilo de mendigos, ello con la finalidad de controlar la mendicidad en los comercios particulares. principalmente en el centro de la ciudad.
Actualmente en el estado solo existen dos albergues oficiales sustentados por el gobierno municipal y estatal. Uno de ellos es el albergue “Rodríguez Familiar” sustentado y administrado por el DIF estatal. Se trata de una institución cuya función es dar alojamiento a los familiares de las personas enfermas u hospitalizadas en alguna institución de esta entidad y que provienen de los estados vecinos. En este albergue pueden dormir y comer durante el tiempo que su familiar se esté recuperando. Esto sin excederse a más de tres días.
Durante la estancia en el albergue, las personas tienen que pagar una cuota de cinco pesos; esta tarifa les da la posibilidad de utilizar la cocina, las habitaciones, la sala de televisión, los baños y regaderas. Además, se les otorga mantas para dormir, así como toallas, jabón y todo lo necesario.
El albergue cuenta con cuarenta y ocho camas individuales, distribuidas en dos apartados, uno para los hombres y otro para las mujeres, cada uno con su respectivo baño. Este albergue tiene ocho años al servicio de las familias de escasos recursos y sus puertas están abiertas las 24 horas del día durante todo el año.
En contraste con lo anterior, cabe señalar que la mendicidad en el estado es un problema poco atendido. Esto significa que desafortunadamente las autoridades no han implementado ningún tipo de programa que reúna las características necesarias para solucionar esta situación en la que viven un número cada vez mayor de personas, En cuanto a los albergues que existen en la entidad para personas de bajos recursos y que no tienen dónde llegar a dormir, el DIF municipal cuenta con un albergue, mismo que se encuentra ubicado frente al Mercado del Tepetate de esta ciudad. Este albergue se creó con la ayuda de la señora Patricia Sibaja de Rodríguez, esposa del Presidente Municipal de Querétaro, Jesús Rodríguez.
Carlos Gómez Olivo, Coordinador de Programas del DIF Municipal explica que recibieron el albergue en situaciones muy precarias, ya que la gente que vivía ahí tenía mucho tiempo de habitarlo y existían en él, situaciones muy fuertes pues había personas con problemas de alcoholismo y drogadicción. Al formar parte del DIF Municipal el edificio, se formó un reglamento como:
a) Solo pueden permanecer en el albergue un máximo de tres días;
b) no se permiten las bebidas alcohólicas;
c) no se permite el uso de ningún tipo de drogas;
d) ocupar y respetar los espacios destinados para hombres y para mujer, y
e) el cobro de una cuota de recuperación (aproximadamente cinco pesos).
El objetivo del albergue es que las personas que no tienen en donde quedarse a dormir, puedan hacerlo en un espacio apropiado. El albergue se abre de las siete de la tarde hasta las siete de la mañana; es un lugar limpio, donde se cuenta con camas y baños. No obstante, no se les da ningún alimento.
La reclusión en casas de asistencia y le enseñanza de algún oficio como recursos para solucionar la mendicidad, no resuelve el problema si se cortan las posibilidades de continuar usando su red alterna de relaciones, a no ser que en su efecto los mismos mendigos, crearan nuevas formas de relaciones interpersonales de afectividad y apoyo.