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La paternidad se manifiesta en la literatura

Por: Aurora Vizcaíno Ruiz

EDICIÓN ESPECIAL

PARA DESTACAR: Sobre América Latina, se puede tomar como referencia a Gabriel García Márquez quien en su novela “Cien años de soledad” retoma a las figuras latinoamericanas del patriarca y la matriarca en la familia Buendía.

Desde Zeus y los griegos hasta Juan Rulfo y “Pedro Páramo”

La figura del progenitor severo, responsable y con altas expectativas sobre sus hijos ha trascendido a través del tiempo. La figura de un Zeus como un padre iracundo que demuestra su dominio sobre quienes lo retan hasta la fe cristiana que existe en un dios omnipotente y omnipresente; han pesado sobre el mito del padre actual que desafía su hombría clásica y la responsabilidad de sus hijos.

Sobre la literatura, tan solo hay que recordar algunos escritos de Franz Kafka como la novela la “Metamorfosis” (1915) o “Carta al padre” (1953).

En “Carta al padre”, el escritor judío se empeña en explicar a su progenitor cuál es la distancia que los separa por el miedo que Kafka le tiene; mientras que Gregor Samsa, dentro de la novela “La metamorfosis”, teme revelarle a su familia su nuevo aspecto. Tal personaje siente que su padre es una figura invasiva e incomprensiva al respecto.

También hay que recordar que, a principios del siglo XX, Hermann Hesse creó al personaje de Emile Sinclair, un joven que descubre la dualidad entre el bien y el mal; esto, dentro de la novela “Demian” (1919).

Las primeras líneas de “Demian” narran la historia del hogar de Emile Sinclair, una “casa paterna” en donde los valores como “el deber y la culpa, los remordimientos y la confesión, el perdón y los buenos propósitos, el amor y el respeto, la Biblia y la sabiduría” eran muy comunes porque “había que mantenerse dentro de este mundo para que la vida fuera clara, limpia, bella y ordenada”.

Sin embargo, a lo largo de la novela del escritor alemán, Emile Sinclair aprende que existen mundos distintos a los ya acostumbrados desde el centro familiar y conoce a personajes como Max Demian y su madre, Eva.

Eva también es el nombre de un personaje de la novela “El Buda de los suburbios” (1990) de Hanif Kureshi. Particularmente Eva es la mujer por la cual Haroon (padre del personaje principal, Karim) deja a su esposa.

Bajo la misma estructura de “Demian” se desarrolla la novela de Hanif Kureshi; ya que tanto Emile Sinclair como Karim son dos jóvenes que salen de un núcleo familiar convencional y tienen diferentes experiencias que definen sus personalidades.

Sin embargo, el escritor británico también puntualizó en su narrativa que Haroon no es una figura paternal severa; sino un hombre que, a pesar de las circunstancias, busca la espiritualidad y la felicidad tanto para sí mismo y para sus hijos y que logra ser comprensivo a pesar de las dificultades de Karim.

La evolución del rol del padre, a través de la literatura europea, puede evidenciarse a través de este ejemplo; sin embargo, las paternidades que Gabriel García Márquez o Juan Rulfo expusieron a través de sus grandes obras literarias, aún siguen pesando hasta nuestros días.

Sobre América Latina, se puede tomar como referencia a Gabriel García Márquez quien en su novela más célebre, “Cien años de soledad”, abunda sobre el matrimonio de Úrsula Iguarán y José Arcadio Buendía y la larga estirpe de parientes que esta pareja tiene al fundar el pueblo de Macondo.

La novela de García Márquez retoma a las figuras latinoamericanas del patriarca y la matriarca en el matrimonio antes mencionado.

Mientras que Úrsula Iguarán es vista como una abuela que trabaja exhaustivamente para sostener el hogar de los Buendía o una mujer que fue totalmente responsable del mantenimiento de su progenie; el personaje de José Arcadio Buendía es un hombre cuyo temperamento y extravagancias le pesan a lo largo de los años hasta el descuido de sus hijos y de sí mismo (ya que muere atado a un castaño).

Mientras que en nuestro país aún prevalece la imagen otro patriarca llamado “Pedro Páramo” (1955). La primera línea de la novela de Juan Rulfo comienza así: “Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo” y define la búsqueda que debe emprender Juan Preciado hacia un pueblo dominado por un “tal Pedro Páramo” un padre tan ausente y tan omnipresente como si fuese el mismo dios.

 

 

 

 

 

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