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“Las particularidades” de la educación en las comunidades indígenas del sur

Durante las manifestaciones de rechazo del CNTE a la Reforma Educativa, maestro oaxaqueño narra el entorno del panorama educativo en las aulas de su estado

Por: Ricardo Lugo / Enviado

México, D. F.- Han transcurrido cerca de dos meses desde que maestros de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE) llegaron a la Ciudad de México para manifestar su rechazo a la Reforma Educativa, la cual, según ellos, es una reforma laboral que los afecta tajantemente y nada aporta a mejorar la educación del país.

 

Las marchas, bloqueos e intentos de la CNTE para charlar con el Gobierno Federal, evidencian la incapacidad de Enrique Peña Nieto para manejar el país, abrir la puerta de atención a las demandas de los ciudadanos y garantizar la democracia.

Jonathan García, maestro oaxaqueño de la sección 22, vislumbra un panorama complicado entre la ‘guerra sucia’ que los medios de comunicación dirigen contra la coordinadora y “la cerrazón” del gobierno para escucharlos; aun así, no pierde la esperanza al observar que el movimiento crece a nivel nacional.

Entrevistado en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), espacio académico que respaldó la lucha del CNTE al hacer un paro de labores el jueves 19 de septiembre, Jonathan afirmó que el sistema educativo nacional no toma en cuenta “las particularidades” de las comunidades indígenas del sur.

– ¿Cómo es un día de clases en las comunidades de Oaxaca?

– Un día de clases en una comunidad de Oaxaca es de lo más normal, como en todas las escuelas, el maestro debe desarrollar su trabajo, llega  y hace su labor. Pero tiene un plus, al llegar a la comunidad debe contextualizarse con toda la gente para poder entrar en contacto con el alumno y poder ofrecerle lo que lleva.

Por las tardes el maestro no puede salir ¿a dónde iría? Tiene que vincularse con la comunidad y vivir con la comunidad y eso hace que sea diferente.

– ¿Cuál es la realidad de la educación en Oaxaca?

– Creemos que los niños de las comunidades indígenas tienen la misma capacidad de un niño que vive en la ciudad. Sin embargo, desde la propuesta curricular del gobierno al estandarizar la educación, no toma en cuenta las particularidades. Nuestro país es multicultural por tanto tiene diferentes cosmovisiones.

Un pueblo mixe tiene una cosmovisión completamente diferente a un pueblo zapoteca, y mucho muy diferente al contexto citadino. No tiene que ver con la capacidad de los niños, tiene que ver con el contexto.

Por eso nosotros decimos que los planes de estudio deben de tomar en cuenta esa cosmovisión que tienen los pueblos originarios, donde los niños aprenden el español como segunda lengua y se les enseña en español.

Por ejemplo, alguien que no hable inglés, qué le parecería que se le dé un año de inglés, más o menos lo aprende pero su lengua materna es otra. Ahora le digo que tiene que estudiar todo en inglés, cuando todo su contexto es en español y su cultura es la mexicana. Es un choque, no quiero decir que no sea correcto, yo lo que quiero decir es que se debe tomar en cuenta la cosmovisión.

El niño indígena debe aprender español, inglés, francés; y ojalá le pudiéramos poner en la mesa lo que tienen las demás culturas del mundo, el saber universal, pero con respeto a su propia cultura.

Marcha con marcha, los líderes de las regiones tienden la invitación a los funcionarios que promueven la Reforma Educativa para visitar las comunidades oaxaqueñas, chiapanecas o michoacanas, sólo ellos saben la realidad que viven.

– ¿Cómo es una escuela en Oaxaca?

– Mira, no quiero decir que son todas, pero la mayoría de las escuelas tienen muchas carencias. Desde Enciclomedia para acá, se ha hablado de que estamos en el ‘primer mundo’.

Hay alumnos en Oaxaca que no tienen para comprar un lápiz y el maestro debe buscar la manera de hacerle llegar el material para que el niño pueda desarrollar sus actividades. Hay niños que van descalzos a la escuela, que no pueden comprar su uniforme.

Sobre la infraestructura escolar, si te lo cuento te lo voy a platicar ‘suavecito’. Ojalá un día vayan los medios para que vean cómo están nuestras comunidades.

Los niños deben caminar cinco u ocho horas para ir a una escuela primaria. Los que pueden regresan, si no, se quedan en los albergues que implementan algunos pueblos.

Esas escuelas tienen falta de agua, de electricidad, falta de baños, hacen en letrinas o al descubierto.

“Basta con ir a Oaxaca para ver la situación”

Hundido en sus recuerdos, reflexiona algunos segundos, vienen a su mente los días de clases en Oaxaca y continúa la charla.

“Los padres de familia a veces mandan a su hijos dos meses a la escuela y los otros tres meses le dicen al maestro “perdóneme, pero mi hijo no va a venir los otros tres meses porque nos toca ir a la pizca de jitomate en Sinaloa” y cuando regresa el niño, el maestro debe ver de qué manera recupera sus estudios.

Hablamos de situaciones reales, basta con ir a Oaxaca para ver la situación.

Comunidades donde el agua potable es un chorrito así –señala con sus dedos un pequeños orifico del tamaño de una canica– de agua que sale de un manantial en la mixteca, para todos los habitantes. ¿Cómo se lleva esa agua a la escuela? hace poco el Estado que tenía la responsabilidad de hacerlo no lo hacía ¿ahora que no tiene esa responsabilidad?

Desde ahí el Estado se está desprendiendo de una responsabilidad que le corresponde, pero ahora, a partir de un decreto constitucional. Antes podíamos reclamar y decir que es obligación del Estado, ahora ya no. Constitucionalmente el gobierno puede decir ‘tú papá, tienes la responsabilidad de hacer la escuela para tu hijo. Que le falta algo, gestiónalo’. Cuando no tienen para un lápiz ¿Cómo le van hacer?

Maestros firmes en sus exigencias

Entre el tráfico, la lluvia, los cláxones que les ofenden, el duro asfalto, la desolación que causa recorrer paso a paso las avenidas de la Ciudad de México, la amistad que han engendrado con la policía capitalina con quienes comparten el agua y el alimento, los maestros siguen firmes en sus exigencias.

“Nos mueven dos situaciones: la parte de nuestra realidad de pobreza, falta de posibilidades para el desarrollo de los niños y jóvenes de los pueblos y comunidades oaxaqueñas; y la estabilidad de nuestro empleo, la pérdida de nuestros derechos laborales.

“Al modificar la Constitución, el Estado dice que nos aplicará tres exámenes, los cuales no sabemos qué y cómo nos van a evaluar, y si habrá corrupción en la aprobación o no. Si repruebas dos te cambian de oficina pero si repruebas tres quedas despedido sin responsabilidad para el Estado. Quiere decir que ‘te voy a dar una patada y sin liquidación, no tienes oportunidad de defenderte para nada’.

“Puedes ir a Derechos Humanos, a Conciliación y Arbitraje a Amnistía Internacional, a la ONU a donde quieras, el Estado ya no tiene responsabilidad alguna. Chuayffet tan fascista llegará y dirá: No.

Mucha gente se ha solidarizado

Jonathan García empezó con  la manifestación de rechazo a la reforma educativa en febrero pasado en Oaxaca. Vino a la ocupación del Zócalo, en el Distrito Federal, y día con día recuerda lo que le hizo dejar su trabajo, su familia y los niños de su escuela.

– ¿Cómo han vivido en la capital?

– Con muchas carencias, entre el agua y el frío. Comiendo lo que traemos de Oaxaca, gastando lo menos posible. Tlayudas, los chapulines, el quesillo y el agua, han sido nuestra dieta. Hoy mucha gente se ha solidarizado, nos dan la oportunidad de cambiar nuestra dieta.

Vivir en comunidad, compartir lo poco que tenemos, tratar de comprender al otro y ser más tolerante y menos individualistas, son los conocimientos que nos ha dado vivir debajo de una carpa. Nos ha enseñado a vivir en comunidad cosa que el modelo de gobierno y económico quiere eliminar.

“Debemos ser maduros en el sentido de entender que no nos darán nada, lo único que podemos ganar es la organización nacional para en el futuro poder cambiar esa situación”, finalizó el profesor.

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