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Las revueltas universitarias queretanas

Abelardo Rodríguez Macías / Unidad de Investigación Periodística (UIP)

“No que no, sí que sí, ya volvimos a salir”

Consigna histórica de los movimientos estudiantiles mexicanos.

Esta es una crónica de movimientos estudiantiles y sindicales significativos en la historia de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), desde su antecedente inmediato, el Colegio Civil (1869-1951), hasta las movilizaciones del #Yo soy 132, en 2012. El origen fue la realización de la serie de videos documentales “La Otra memoria Universitaria”, producida por TV-UAQ en 2013.

El objetivo común, tanto de la crónica como de los videos, fue echar un vistazo a la experiencia histórica de estos movimientos y a su aportación en la transformación de la sociedad queretana y de la universidad.

Rebeldía estudiantil en el Colegio Civil

En el contexto del triunfo liberal sobre el efímero Imperio de Maximiliano, nació el Colegio Civil de Querétaro, el 15 de enero de 1869, en sustitución de los colegios jesuitas de San Ignacio y de San Francisco Javier, que fueron durante el virreinato las instituciones educativas en Querétaro.

Los liberales mexicanos estaban convencidos de que la educación debía ser un instrumento fundamental en manos del Estado para transformar la sociedad. En este ambiente de fe en la educación como motor del progreso se fundó el Colegio Civil de Querétaro (1869-1951).

Pese a esto, el Colegio Civil queretano mantuvo un modelo educativo conservador durante los 81 años de su existencia. Ejemplo de ello fue Próspero C. Vega, fundador de esta institución, quien acusó al liberalismo de materialista y ateo. Publicó un texto en el periódico oficial “La sombra de Arteaga”, donde aseguraba: “La negación de Dios, del alma humana y de la moral, son el ateísmo, el panteísmo y el materialismo reunidos. Consectario inmediato de tan perniciosa doctrina es que los hombres antepongan el dinero a todo, es decir al honor, a la virtud y al deber.”

Por su parte el periódico “El globo” acusó a esta educación conservadora “propia de la época de nuestros abuelos, inadecuada en el siglo XIX”.

Sin embargo, los estudiantes son el sector universitario más sensible a los cambios políticos y a la transformación social que deben orientar los proyectos educativos de una época. La historiadora Blanca Estela Gutiérrez Grageda, explicó que así pasó con el estudiantado queretano durante el Porfiriato (1877-1910), que sufrió los castigos corporales y los maltratos de un método de enseñanza basado en la obediencia absoluta a la autoridad.

En el Colegio Civil queretano se ejercía una disciplina carcelaria, pues hasta contaba con una celda de castigo para estudiantes desobedientes. Así lo dejan ver una serie de denuncias estudiantiles en contra de profesores y autoridades, siendo un ejemplo de esto la expulsión de tres estudiantes que lanzaron “mueras” al prefecto y al director del Colegio.

Otros dos casos fueron el incendio que propició un estudiante en el cuarto de castigo y  la expulsión del alumno Enrique Hernández, en 1885, por exponer las arbitrariedades cometidas contra los alumnos, por parte de profesores y autoridades del Colegio.

Ante estas acusaciones, el director, Próspero C. Vega, argumentó que “Hernández no fue expulsado, sino que se expulsó él solo por no querer obedecer”. Pocos años después, este estudiantado del Colegio Civil expresaría sus simpatías a los aires democráticos del movimiento de Francisco I. Madero y realizarían, muy probablemente, lo que sería la primera huelga estudiantil queretana, el diez de agosto de 1911, pidiendo la destitución de su director Salvador Álvarez. La peculiaridad de esta huelga fue que los estudiantes dieron y recibieron clases al aire libre, en la Alameda de la ciudad.

 

La modernización universitaria 1966

En los años sesenta, la Universidad Autónoma de Querétaro, que ya había conseguido su autonomía, vivió una transformación fundamental en su historia.

Los aires libertarios que corrían por el país y el mundo, refrescaron a los estudiantes de aquel entonces, sembrando la semilla de proyectos e instituciones modernas como la Escuela de Psicología y el teatro universitario, que entraron en choque con un poder conservador que aceptaba gustoso los capitales de la industrialización, sin querer pagar los costos de una modernización que exigía apertura y libertad. Hugo Gutiérrez Vega jugó un papel principal en el escenario universitario.

A contracorriente se empeñó en modernizar la universidad: desafió intereses como el de la Iglesia Católica de aquellos años y de empresarios como Roberto Ruiz Obregón.

Pero el Rector aguantó la embestida, enseñando a las generaciones venideras que a veces hay que defender a la universidad aún en contra de gobiernos autoritarios y  élites poderosas.  Sin embargo, no pudo terminar su periodo en rectoría, que fue de 637 días, debido a su obligada renuncia.

Hugo Gutiérrez Vega se fue de Querétaro en 1967 y construyó en los años siguientes una brillante carrera como poeta, promotor cultural y embajador.

 

Sacerdotes enviaban a feligreses a sabotear conferencias sobre Psicología

A Hugo Gutiérrez Vega, según sus propias palabras,  le tocó “hacer una universidad, pues me habían entregado un colegio privado”. Para ello organizó una serie de seminarios sobre Marx, sobre Engels, sobre Freud y sobre el Concilio Vaticano segundo, entre otros temas, que fueron abiertos no sólo para los universitarios, sino para la población en general.

Estos seminarios de actualización tuvieron una entusiasta participación estudiantil, pero molestaron a la élite queretana, a la jerarquía eclesiástica y sus organizaciones, como la Unión de Padres de Familia y al Partido Acción Nacional, quienes se presentaban a las conferencias impartidas de “manera militante”,  para sabotearlas, acusando a Gutiérrez Vega de «pervertidor de la juventud queretana» y de «marxista», y a la universidad “de defender la homosexualidad y promover la masturbación”.

El Doctor Honoris Causa cuenta de manera jocosa una anécdota, de muchas, que ilustra bien este momento: “Vi a una viejita que se paseaba a media conferencia sobre Freud y su libro medular ‘el malestar de la cultura’. Con una pancarta que decía ‘Abajo el pansexualismo’. Yo le pregunté qué significaba eso y me dijo: ‘No sé, me la dio el cura”.

 

El Patio Barroco.

En 1966 el edificio histórico de la Universidad Autónoma de Querétaro resultaba insuficiente. Por ello se solicitó el edificio contiguo, conocido después como el Patio Barroco, bautizado así por Gutiérrez Vega, y que estaba en manos del párroco de Santiago, Ángel Monroy.

El edificio era sub-arrendado por este cura como vecindad, cuyos inquilinos usaban el patio como corral de gallinas, puercos y guajolotes. Pero antes de solicitarlo oficialmente, el rector quiso sondear al obispo Alfonso Toriz Cobián, con quien Gutiérrez Vega ya había entrado en conflicto por los seminarios de actualización.

El Rector había tratado de convencerlo de que la universidad tenía que ser universal y dar cabida a todas las corrientes de pensamiento, pero el obispo, un “hombre ultramontano y sumamente reaccionario”, le espetó “que si la sociedad era católica, su universidad debería ser católica”.

El encargado de sondearlo fue Mariano Amaya, profesor universitario y a la vez secretario particular del obispo. Toriz Cobián un hombre “sagaz y desconfiado”,  respondió que él no podía decir nada porque quien administraba el edificio en cuestión era la Secretaría de Patrimonio Nacional y era ésta instancia la que tendría que decidir. Con esta respuesta, el Consejo Universitario hizo, el seis de junio de 1966, la petición formal, recibiendo una respuesta positiva el quince de septiembre de ese mismo año, pues el Estado mexicano apeló a un decreto del gobernador Saturnino Osornio (1931-1935), quien había destinado el inmueble anexo a la parroquia de Santiago, como sede de la Escuela Normal del Estado, después de haber cerrado el Colegio Civil, en 1932.

 

29 de noviembre de 1966.

Se presentaron el delegado de la Secretaria de Hacienda y Crédito y autoridades universitarias, encabezadas por el rector, en la parroquia de Santiago para que el párroco de la misma entregara el edificio anexo.

Pero éste fingió un desmayo para no entregar las llaves del inmueble y entre la confusión se escabulló y desapareció. Entonces estudiantes de Ingeniería abrieron un boquete en una pared contigua y se dio el primer enfrentamiento entre estudiantes y feligreses. Por la noche se suscitó, de acuerdo con Gutiérrez Vega, “el último acto cristero en México”, pues cientos de feligreses católicos, al grito de “Viva Cristo Rey y abajo los comunistas”,  marcharon hacia el edificio de la universidad para tomarla, habiendo un enfrentamiento a golpes y pedradas con estudiantes y profesores, destruyéndose parcialmente oficinas, salones y laboratorios.

El rector se encontraba presente en la pelea. Tuvo que intervenir el Ejército para controlar el tumulto. De acuerdo con Mariano Amaya, en su calidad de secretario particular de Toriz Cobián, este ataque a la universidad fue promovido por el propio Obispo debido a que el gobierno no atendió su petición de que le fuera devuelta una propiedad del clero, que poseía un “presta-nombre”.

Ante esta negativa, instruyó al párroco de Santiago, Ángel Monroy: “Vivo, porque los comunistas quieren tomar la parroquia y hacer lo mismo que hicieron con el edificio Clavijero en Morelia”, en donde los estudiantes habían tomado este recinto religioso y lo habían convertido en biblioteca.

 

30 de noviembre de 1966.

Alfonso Toriz Cobián visitó los barrios populares e indígenas de la ciudad Querétaro como Santa María Magdalena, San Miguel Carrillo Puerto, San Francisquito y San Pedro de la Cañada, para organizar una gran manifestación y recuperar el edificio que se le había dado a la universidad.

Ante esto, el gobernador Manuel González Cosío (1961-1967), habló con el secretario particular del Obispo, Mariano Amaya, y le dijo: “urge que hables con tu patrón y le digas que es urgente que hablemos porque la Defensa Nacional ya mandó encuartelar a los soldados desde anoche y tienen las órdenes de controlar cualquier manifestación que se haga con balas de verdad”.

Según Mariano Amaya, la reunión entre el Gobernador y el Obispo se llevó a cabo en la casa del primero, concretamente en el armero de González Cosío, en donde había decenas de rifles y pistolas. el gobernador le dijo: “¿Quiere un rifle, señor Obispo?”. Toriz Cobián entró en pánico y accedió a cancelar las movilizaciones y a escribir ahí mismo, de su puño y letra, un comunicado en donde llamó a la paz y la reconciliación.

El costo de todo este conflicto fue la renuncia de Hugo Gutiérrez Vega como rector de la Universidad y con ésta, un proceso de modernización trunco, pospuesto por años y encauzado posteriormente por otros derroteros. En el Teatro de la República, Hugo Gutiérrez Vega se despidió de estudiantes y maestros, sus compañeros de lucha, parafraseando las palabras de Sancho Panza cuando dejó la Ínsula Barataria, para continuar sus aventuras con don Quijote: “No habléis mal de mí, que fui rector y salgo con las manos limpias. Desnudo nací y desnudo me hallo. Ni pierdo ni gano”.

 

Voces críticas: Movimiento estudiantil de los setenta

El 68 mexicano dejó una estela de movimientos estudiantiles y sociales que expresaron su malestar ante la represión política y la falta de democracia de un régimen de partido único, ya en decadencia. En Querétaro se vivió este momento histórico en que los estudiantes avizoraron que la sociedad había cambiado y que era hora de cambiar el régimen autoritario y represor por uno democrático y de auténtica justicia social. En ellos estaba firme la convicción de que había que transformar a la  universidad para transformar la realidad. Por ello también exigieron una educación pública, laica, gratuita, crítica, científica y popular.

 

1973: Nace el movimiento.

En la Universidad Autónoma de Querétaro, el movimiento estudiantil de los Setenta se inició en 1973  con una movilización en contra del aumento de tarifas en el transporte público. El gobierno ofreció atender esta demanda pero al paso del tiempo no hizo nada. Aunado a esto, desde la Facultad de Ingeniería se promovió la democratización de la Federación de Estudiantes, la FEUQ, pues ésta estaba subordinada al rector en turno y al Partido Revolucionario Institucional, sirviendo como trampolín político y espacio de cooptación política.

La lucha que se inició fue por hacer de la FEUQ una organización democrática, independiente de las autoridades, horizontal y defensora de los intereses estudiantiles y no de la “grilla” de los funcionarios y políticos oficialistas.

En este contexto se dieron las elecciones para dirigir la FEUQ, pero el gobierno de Antonio Calzada Urquiza (1973-1979), intervino y mediante la compra de votos de varios representantes de escuelas y facultades, impuso a su candidato, Jesús Pérez Esquivel, allegado al grupo priista de Fernando Ortiz Arana, en ese momento funcionario del Gobierno del Estado, impidiendo que el representante de Ingeniería, Salvador Cervantes García, fuera electo como presidente de la FEUQ, como se esperaba, dado el liderazgo de éste y los acuerdos previos.

Esto provocó que las facultades de Ingeniería y Psicología se separaran de la FEUQ y crearan otra organización estudiantil, pues llegaron a la conclusión de que “que no iba ser posible modificar el sistema antidemocrático de la FEUQ”.

 

1974-1976: Crece el movimiento.

Ante la nula atención prestada por el gobierno un año antes, estudiantes de Ingeniería tomaron camiones para presionar y tratar de bajar la tarifa al transporte público. El gobierno abrió una mesa de diálogo, en donde se sumaron organizaciones sociales. Esto motivó un movimiento más amplio. Primero se creó el Comité de Lucha en donde participaron no solo escuelas y facultades de la Universidad Autónoma de Querétaro, sino también el Instituto Tecnológico Regional, la Escuela Normal del Estado y hasta de la Secundaria Federal número uno.

Este Comité de Lucha se convirtió después en dos organizaciones, una con estudiantes de las otras escuelas y universidades, llamada Organización de Estudiantes Queretanos, la OEQ. Y la otra al interior de la UAQ, que sería la Organización de Estudiantes Universitarios Queretanos, la OEUQ, que se opondría a la FEUQ, y que llegó a tener, para 1976, el 50% de las escuelas de la UAQ.

Esta organización para finales de los Setenta creció, convirtiéndose en el Consejo Estudiantil Democrático de la Universidad Autónoma de Querétaro, el CEDUQ, el cual llegó a desplazar a la FEUQ a sólo una escuela, la de Derecho.

Sobre esta base organizativa, los estudiantes queretanos entraron en contacto con otras luchas de obreros, de campesinos y grupos de izquierda, dando un salto de movimiento estudiantil a movimiento social. Pero este salto provocó un enfrentamiento directo con las autoridades universitarias y con el Gobierno del Estado. En esos años, enarbolando la democracia sindical, hubo muchos intentos de la clase obrera queretana por romper el férreo y agresivo control corporativo que ejercía el sindicalismo oficial. Esto prendió las alarmas en el sistema político autoritario y a decir de Salvador Cervantes, “esto fue lo que no nos perdonaron”.

 

Voz crítica: periodismo estudiantil.

El movimiento estudiantil creó su propio periódico, Voz Crítica, que era una hoja impresa “que salía cuando se podía”, pero que pronto se convirtió en un referente, pues se repartía en escuelas, calles y en la zona industrial, en donde se agotaba muy rápido y era buscado por los obreros. Su contenido informaba sobre las luchas sindicales y sociales en la región. Ante el descrédito de la prensa comercial, siempre al servicio del gobierno, y que a decir de Salvador Cervantes “eran la misma porquería que hoy en día”, Voz Crítica llenó el vacío periodístico existente, creando una opinión pública.

Pese a su modesto y limitado tamaño, Voz crítica dio nombre a todo el movimiento estudiantil de los Setenta en Querétaro.

 

La “Guerra sucia” en Querétaro”.

A raíz del movimiento de 1968, el Estado Mexicano instrumentó en los años setenta una represión a los movimientos de izquierda en todo el país. En Querétaro, quienes sufrieron esta represión fueron los movimientos estudiantiles, sindicales y campesinos. A Salvador Cervantes García, líder estudiantil en aquellos años, primero le fincaron una acusación judicial por presunta posesión de marihuana, que le fue “sembrada”. Después de unas horas fue liberado.

Sin embargo, un año después, en 1976, fue secuestrado por policías judiciales y llevado a la Ciudad de México sin orden de aprehensión y torturado “por órdenes de Antonio Calzada Urquiza”, gobernador en ese momento.

Después se sabría que no fue el único “levantado” de manera ilegal, sino que hubo más detenciones en varias partes del país, entre ellas la del activista Luis Cisneros, del Centro Libre de Experimentación Teatral y Artística, el CLETA. A Cervantes se le interrogó por su presunta participación en “un complot para derrocar al gobierno”. Después de unos días en que el estudiantado queretano se movilizó intensamente exigiendo su presentación, pues estaba desaparecido, Cervantes García fue dejado en libertad. Pero una vez llegado a Querétaro fue conducido a la cárcel, en donde permaneció algunos meses por el delito de “narcomenudeo” que se le había fincado un año antes.

 

Saldos insolutos de un movimiento estudiantil universitario.

Entre 1973 y 1982 tuvo lugar en la Universidad Autónoma de Querétaro un proceso de democratización a partir de luchas estudiantiles y sindicales, proceso al que abonaron  luchas precedentes como las que obtuvieron la Autonomía Universitaria y la modernización con Hugo Gutiérrez Vega.

Pero este proceso, a decir de Cervantes García, se paró en 1979, cuando el Gobierno del Estado “impuso” a Mariano Palacios Alcocer como rector (1979-1982), aprovechando el empantanamiento en las elecciones por la rectoría que hubo ese año.

Aunado a esto, muchos de sus actores centrales  coinciden al afirmar que el fin del movimiento estudiantil de los Setentas se dio cuando la Izquierda militante, en concreto la Organización de Izquierda Revolucionaria Línea de Masas, OIR-LM, que después daría origen al Partido del Trabajo, en alianza con Palacios Alcocer, expulsó a la izquierda estudiantil de la universidad, obteniendo a cambio puestos administrativos y plazas docentes.

 

El nacimiento del sindicalismo universitario

El primer sindicato universitario en crearse en Querétaro fue el Sindicato de Trabajadores y Empleados de la Universidad Autónoma de Querétaro, el STEUAQ, que se fundó el 6 de octubre de 1974, fecha en que se constituyó legalmente. De manera simultánea operó otro sindicato, el SEAUAQ (Sindicato de Empleados Administrativos de la UAQ), que encabezaron Federico Gallardo y Alfredo Panini.

Después del 8 de mayo de 1981 sólo persistió el STEUAQ, que en un recuento de miembros se quedó con la titularidad del Contrato Colectivo de Trabajo, desapareciendo con ello el SEAUAQ. Por su parte, el Sindicato Único de Personal Académico, el SUPAUAQ, nació el 29 de noviembre de 1974.

 

Antecedentes.

En septiembre de 1968, el gobernador Juventino Castro Sánchez (1967-1973) expidió una ley que creaba el Patronato Universitario, órgano que puso por encima del rector Salvador Septién Barrón (1968-1970), y del Consejo Universitario, máximas autoridades de la universidad. Esta medida fue una aberración desde el punto de vista jurídico. Al frente del Patronato, el gobernador nombró a un notable comerciante de la época que lo primero que hizo fue rebajar el sueldo de los maestros universitarios y posteriormente retenerles el salario varias semanas. También intentó hacerle un examen de competencia al profesorado, pero nunca pudo acreditar quienes serían los examinadores. Ante esto, los profesores de la preparatoria se trataron de organizar en una asociación civil que defendiera sus derechos, pero este intento organizativo fue infiltrado por agentes del gobierno y fracasó. A los infiltrados les llamaban “los otorrinolaringólogos”, porque “escuchaban y hablaban”.

 

Génesis sindical. 1974-1980.

En 1974, el entonces Presidente de la República Luis Echeverría Álvarez (1970-1976), prometió un aumento salarial de 32% para todos los profesores. Sin embargo, sucedió lo contrario. A los profesores universitarios se les dejó de pagar durante cinco quincenas. Ante esto, nuevamente se trató de crear una asociación civil, pero Mariano Amaya Serrano informó que años atrás esa ruta ya había fracasado y propuso mejor crear un sindicato, pues se cumplían las pautas que establecía la Ley Federal del Trabajo: Primero, que los profesores vendían su fuerza de trabajo a cambio de un salario; segundo, que el rector, como jefe nato de la Universidad y apoderado legal de la misma, era su patrón pues los contrataba mediante un nombramiento. Esta propuesta prosperó y así se creó el Sindicato Único de Profesores de la Universidad Autónoma de Querétaro, el SUPAUAQ, el 29 de noviembre de 1974, siendo Mariano Amaya Serrano su primer Secretario General (1974-1976). Sin embargo, el nuevo sindicato provocó una oposición decidida de las autoridades universitarias y del Gobierno del Estado, quienes desconocieron al sindicato,  provocando que estallara la primera huelga.

 

18 de septiembre de 1975.

Estalló la huelga por la firma del Contrato Colectivo de Trabajo.

 

19 de septiembre de 1975.

Miembros del equipo de fútbol americano universitario “Gatos salvajes”, rompieron los sellos de huelga del edificio de la preparatoria, introduciéndose en la misma. El SUPAUAQ denunció el hecho ante la Junta de Conciliación y Arbitraje de la Secretaría del Trabajo y responsabilizó al rector, José Guadalupe Ramírez Álvarez (1971-1976), por los daños que pudiera presentar el inmueble.

 

20 de septiembre de 1975.

 

El Gobernador de Querétaro, Antonio Calzada Urquiza (1973-1979), acompañado de cercanos colaboradores, se reunió en su oficina con el rector y con el Secretario General del SUPAUAQ. Ahí el gobernador le pidió a éste último que el sindicato diera un paso atrás y se convirtiera en Asociación Civil y que a cambio “le garantizaría su bienestar de por vida”. Pero al recibir una respuesta negativa, el gobernador lo amenazó de muerte: “Tu boca es la medida de las cosas; piénsalo, tienes familia”, a lo que Amaya respondió: “Abajo están tus matones (…) yo no tengo miedo”, dándose el fin de la reunión de manera abrupta.

 

21 de septiembre de 1975.

Un grupo de directores y Consejeros Universitarios, encabezados por el entonces Director de la Facultad de Derecho, Carlos Alcántara Ordaz (1975-1977), se reunieron con la dirigencia sindical del SUPAUAQ, para que les explicaran los alcances de cada una de las cláusulas del Contrato Colectivo. La reunión se prolongó hasta las dos de la mañana, acordando citar a Consejo Universitario al día siguiente para destrabar el conflicto y dar término a la huelga.

 

22 de septiembre de 1975.

En Consejo Universitario se firmó el primer Contrato Colectivo de Trabajo, poniéndose fin a la huelga.

 

Colofón.

A partir de esta victoria, durante la década de los Ochenta, el sindicalismo universitario tuvo un largo ciclo de beneficios, en particular para los profesores, quienes conquistaron plazas bien remuneradas y más seguras, tiempos completos, años sabáticos, prestaciones sociales y económicas muy amplias, derecho a indemnización y a huelga, entre otras cosas.

Sin embargo, esto creó una simbiosis con la autoridad y el gobierno, “la Universidad era como una gran familia y todos hijos del rector en turno”, ha dicho el sindicalista Mario Zamora Rangel, pues hubo una politización de las dirigencias sindicales más allá de lo estrictamente laboral.

Ejemplo de esto fueron varios Secretarios Generales, quienes llegaron a ser o a contender por la rectoría o por puestos públicos, utilizando en muchos casos al sindicato como “trampolín político”.

 

En defensa de la universidad pública 1997-2003

Después de casi 70 años de gobiernos priistas, la sociedad queretana  dio un salto hacia la alternancia en las elecciones de 1997 para elegir gobernador. El triunfo de Ignacio Loyola Vera, del Partido Acción Nacional, generó muy altas expectativas democráticas.

El discurso del cambio hizo imaginar a muchos que estábamos frente al punto de partida de importantes reformas sociales y políticas que consolidarían la democracia y abrirían el camino hacia una efectiva justicia social. Sin embargo, estas expectativas  quedaron muy altas frente a, de acuerdo a la opinión de la académica Martha Gloria Morales Garza, “la cortedad de miras del primer gobierno de alternancia en Querétaro”.

Un claro ejemplo de esto fue el hecho de que la Universidad Autónoma de Querétaro tuviera que salir en defensa de su autonomía y de la Educación Pública Superior,  a raíz del control que indebidamente pretendió ejercer el gobernador sobre un fondo de recursos públicos federales que le habían sido asignados a la universidad, escudándose bajo el argumento de que la UAQ  era “un refugio de políticos priistas que cobraban sin trabajar”, que había corrupción y desvío de recursos.

 

Bajo la sombra del neoliberalismo.

Pero también en el sexenio de Loyola Vera se dio la mayor confrontación entre los sindicatos universitarios y el Gobierno del Estado. Desde 1992 la Universidad dejó de pagar las cuotas de sus trabajadores al Instituto Mexicano del Seguro Social, el IMSS. Esto generó una deuda.

Los gobernadores priistas avalaron el endeudamiento de la UAQ, pero nunca le dieron dinero para pagarla y Loyola Vera, del PAN, ni siquiera quiso avalarla. Este endeudamiento, para muchos sindicalistas e investigadores sociales, fue intencional, teniendo como objetivo destruir los “costosos contratos colectivos de trabajo”, como los calificó, en su momento, el rector Alfredo Zepeda Garrido (1994-2000), quien por cierto fue el primero en hablar de “una crisis estructural de la Universidad”. Argumentos a los que los trabajadores universitarios respondieron, en voz del entonces Secretario General del SUPAUAQ, el maestro Roberto Cíntora: “la crisis no es culpa de los trabajadores, sino de las malas administraciones, de las autoridades; a final de cuentas, nosotros, los trabajadores, somos las víctimas de esas malas administraciones, propiciando la pérdida de prestaciones, entre ellas la jubilación”.

Ante esta situación, los dos sindicatos universitarios volvieron a actuar de manera conjunta.

Así, participaron en la creación, en 1997, del Frente Amplio de Trabajadores del Estado de Querétaro, el FASTEQ, que surgió ante el recrudecimiento de las políticas neoliberales que encarnaron los gobiernos panistas en la entidad. Los trabajadores locales entendieron que si no se unían a nivel estatal y nacional, no tendrían la fuerza suficiente para enfrentar esta nueva situación y relación con el Estado. A nivel nacional se estaba gestando la Unión Nacional de Trabajadores, la UNT, que buscaba ponerse a la ofensiva ante una probable recaída del sindicalismo oficial de la CTM, en beneficio de un sindicalismo independiente. Cosa que no sucedió debido la negociación que operó el sindicalismo corporativo priista con los gobiernos panistas a nivel nacional y estatal. El Frente Amplio de Trabajadores se constituyó con el STEUAQ, el SUPAUAQ, y los Sindicatos de Telefonistas, Electricistas, del Sector Salud, del IMSS, los trabajadores del Instituto Tecnológico Regional de Querétaro y con el grupo de Artesanos Alfredo V. Bonfil.

En noviembre de 1997, los sindicatos universitarios y sus aliados realizaron el primer mitin en contra del recorte de jubilaciones, el cual se realizó en la explanada de rectoría. La alianza operó entre 1994 y 1998.  Dentro de este marco, ambos sindicatos impulsaron una reforma universitaria, buscando frenar la ofensiva de los gobiernos estatal y nacional para debilitarlos e imponerles una relación más desventajosa al interés de los trabajadores.

Sin embargo, las negociaciones fracasaron pues ni hubo reforma universitaria ni congreso universitario, que era lo que realmente pretendían los sindicatos. Esto último lo retomaron de la lucha de los estudiantes del Consejo General de Huelga de la UNAM, quienes por esos años enfrentaron y frenaron las políticas neoliberales en la máxima casa de estudios del país.

Sin embargo, pese a estas luchas, la pérdida de derechos laborales continuó durante los sexenios del panista Francisco Garrido, de 2003 a 2009, y  del priísta José Calzada Rovirosa, 2009-2015.

Las preferencias del Gobernador Loyola siempre estuvieron de lado de las escuelas privadas, antes que de la educación pública. En esto influyó no sólo que fuera egresado del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, sino que su hermano Rodolfo Loyola Vera fuera, durante su sexenio, rector de esta institución, recibiendo importantes apoyos por parte del gobierno estatal.

Morales Garza, en su análisis del sexenio de Loyola Vera, también aseveró: “concibe la democracia como la forma de tomar el poder, pero no de ejercer el poder (…) el brazo armado de Loyola Vera frente a la Universidad fue el presupuesto”.

Por su parte, la ex-Rectora Dolores Cabrera Muñoz (2000-2006), señaló que “el Gobernador me pidió algunas cosas que yo no estuve dispuesta a hacer. Por ejemplo me pidió que corriera a algunos maestros de la universidad: A Salvador Lecuona, a Marco Antonio León Hernández, a Garrido del Toral, entre otros, y que a todos los que cobraran menos de mil pesos no se les pagara (…)  ¿se imaginan la reforma universitaria que quería impulsar? Pues puro recorte y recorte (…) la relación con el Gobernador se volvió perversa.

“Por ejemplo: el presupuesto para la Universidad propuesto por Loyola Vera en 2002, fue menor que el del año anterior (…) Entonces nosotros pensamos que si dejábamos que esto pasara los afectados no seríamos nosotros, los funcionarios, sino la universidad entera”.

El 8 de mayo de 2002, enconmemoración de la represión a estudiantes normalistas y preparatorianos, sufrida en 1981, el Consejo Universitario acordó salir en una marcha por la defensa de la Educación Superior Pública en Querétaro. Este enfrentamiento de la Universidad Autónoma de Querétaro con el Gobernador Loyola Vera sólo terminó cuando éste concluyó su sexenio.

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