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Literatura: Tabla de salvación contra la muerte

“Debemos volver bello aquello que no es bello, la muerte no es bella, lo bello es la vida”, sugirió el poeta y académico Cristian Padilla Vega

Por: David Eduardo Martínez Pérez

Fuente de angustia, extinción del ser, una recompensa por haber obrado con honor; todo eso es la muerte para diversos escritores queretanos.

 

Es, por ejemplo, el caso de Cristian Martín Padilla Vega, académico de la Facultad de Ciencias Políticas Sociales (FCPS) con una maestría en Psicología del Trabajo. A Padilla Vega, su vida académica no le impide dedicar buena parte de su tiempo a la creación poética.

De acuerdo con el poeta, la transición de la modernidad a la posmodernidad sustituyó la antigua muerte individual, donde uno moría en su cama acompañado por seres queridos, por una muerte deshumanizada y colectiva donde el horizonte de los días está en un hospital con olor a desinfectante, entre enfermeras que “uno ni conoce”.

Para Cristian Padilla, esta “muerte de Seguro Social” aumenta la angustia que ya de por sí produce la idea de desaparecer del mundo, pues además es una muerte donde queda fuera el consuelo ofrecido por las religiones junto con las certezas ofrecidas por la ciencia.

“La gente ya no se muere en su casa, sino que lo hace en el Seguro Social. A partir de ese momento la muerte se vuelve angustiante para el poeta. Una muerte sin Dios, sin el sentido que otorga la ciencia al mundo a partir de la modernidad, proporciona angustia. Esa angustia la maneja mucho Gorostiza, por ejemplo.”

Al retomar al filósofo Sören Kierkegaard, quien afirmó que el nacimiento es la salida de la nada y la muerte el regreso a esa misma nada, el poeta advirtió un advenimiento del nihilismo donde sólo la palabra puede erigirse como tabla de salvación.

En Norteamérica, con la segunda generación de poetas malditos hay rasgos de posmodernidad. Ahí se sustituye la angustia por el cinismo. Vemos en Bukowski a un cínico, en Kerouac lo mismo, también en Burroughs… En este contexto yo creo que la tabla de salvación es la palabra, no sólo la poesía, pues la palabra es el único camino hacia una humanización que yo veo cada vez más lejana.”

Las obsesiones por la muerte llevaron a Padilla a escribir un poemario titulado La emancipación del aire, título que hace una alusión clara y directa al último suspiro emitido por toda persona en el momento previo a la muerte.

El poeta justificó su idea de trabajar con la muerte a partir de una concepción estética en la que la poesía busca la redención de lo que es feo a través de la belleza literaria.

“Debemos volver bello aquello que no es bello, la muerte no es bella, lo bello es la vida. Hay que hacer un poco lo que Baudelaire al componerle un poema a un cadáver.”

Sobre su propia muerte, Padilla Vega reconoció que preferiría morir en su casa, con la conciencia de haber hecho todo lo que se propuso.

“No quiero quedarme con remordimientos por no haberme atrevido a hacer algo… Al finalizar mis días me gustaría hacer la misma confesión que Neruda y reconocer que he vivido”.

 

Todo aquel que deja obra, sobrevive a la muerte

Hay otros queretanos próximos a la literatura que también tienen un universo propio para la muerte. Uno de ellos es Erick Anaya, presidente de la Asociación de Libreros de Querétaro.

Anaya tiene varias obras escritas, pero no ha publicado ninguna porque considera que “la autopublicación es de mal gusto”. Sin embargo, tiene bastante claro el vínculo que para él existe ente entre la muerte y la literatura.

Opinó que la muerte es “la extinción del ser” y que resulta difícil hablar de ella debido a que no podemos experimentarla. Sin embargo, ve en la literatura una capacidad de ir “más allá de la muerte” al establecer un diálogo con lectores incluso fuera de la época en la que se escribe la obra.

“Lo bello del libro es que tienes enfrente a una persona que quizá desapareció hace miles de años. La Biblia se escribió hace mil 500. Tienes frente a ti a alguien que está haciendo vivo ese momento. Puedes tener los anales de Tito Livio y ahí ves una percepción de Roma desde los romanos. El libro es una plática perpetuada.”

Como evidencia de que “todo aquel que deja obra, sobrevive a la muerte”, Anaya citó el caso de Carlos Fuentes. Quien publicó una novela póstuma aun cuando su cuerpo “comenzó a decaer” hace poco más de medio año.

Advirtió que toda obra es reescrita al momento de encontrar un lector y que esto permite que las ideas se expandan más allá de la mente de quien las creó e incluso más allá de su vida.

El autor también manifestó que todo escritor debe ser amigo de la muerte. La muerte merece ser acogida como amiga debido a que “hay pocas cosas más justas que la muerte.”

Por otro lado indicó que no hay razones para tomarse demasiado en serio la propia vida debido a que “no vamos a salir vivos de ella.”

 

La muerte es algo que “hay que merecer”

Martín García López nació en Querétaro pero tiene dos años de residir en Guadalajara, donde estudia la Licenciatura en Lenguas y Letras Hispánicas.

Ha publicado cuentos en diversas revistas y es director fundador de la revista Himen, órgano de difusión cultural perteneciente al Centro de Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) de la Universidad de Guadalajara.

De acuerdo con su perspectiva, la muerte es algo que “hay que merecer”, ya que se trata de un acto irrepetible que guarda muchas similitudes con el nacimiento.

“No creo en una segunda vida ni nada de eso. Simplemente creo que morir es algo muy similar a nacer, irrepetible, único. No es como tu primer beso, segundo beso; primera cogida, segunda cogida. Sólo una vez naces, una vez mueres.”

Indicó que profesa una devoción secreta por el héroe griego Aquiles porque es alguien que no muere sin haber luchado antes. También señaló que para él, sólo los importantes son dignos de ser asesinados y sólo los valientes son dignos de suicidarse.

Aunque reconoció que sus cuentos publicados hasta ahora no hacen alusiones directas a la muerte, el narrador se mostró entusiasmado al hablar de una novela en proceso de publicación donde el tema central es la muerte.

La novela se titulará Eutanasia, pero no por alusión a la denominada muerte compasiva que se aplica a los enfermos, sino a un concepto novedoso que sólo tiene sentido dentro de un universo creado por el autor.

Eutanasia trata sobre una compañía que funciona como una agencia de seguro de vida, pero en realidad vende seguros de muerte. Uno va a esta compañía y escoge la manera en la que quiere ser asesinado. Los trabajadores son los que cumplen la función de asesinos de acuerdo con el gusto del cliente.”

García López sostuvo que así como no hay muerte sin vida, tampoco hay vida sin muerte.

“Todo lo que nace muere. Hay una película donde dicen que el que no quiera morir que no nazca. Cada día mueren cientos de personas y cientos más nacen. Personas nacen para que otras mueran y viceversa. Es un equilibrio necesario…

“Sin muerte no hay historia… Estamos viviendo lo que hicieron personas que ya han muerto. Imagínate si los grandes líderes políticos, artistas o militares estuvieran vivos. Sería un total caos. Vivimos las acciones de seres que ya murieron.

“Si tú y yo estamos hablando, es porque otros antes de nosotros construyeron los medios con los que estamos comunicándonos”, finalizó.

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