Los vajilleros desaparecidos y su teléfono itinerante
Por: Agustín Escobar Ledesma
Después de marcar insistentemente al celular de su esposo, día tras día durante un año, sin obtener respuesta, por fin, el 11 de abril de 2013, el corazón de María Guadalupe Olvera de León dio un vuelco, cuando una voz femenina que se identificó como Monse, contestó el teléfono de su marido. Aquel día se dio un breve, muy breve diálogo entre Monse (M) y la señora María Guadalupe (MG).
-MG: ¿Con quién hablo?
-M: Con Monse.
-MG: ¿Me comunicas con Raúl García (Badillo)?
-M: ¿De parte de quién?
-MG: De María Guadalupe.
-M: No se encuentra, (él) está en la casa ¿para qué lo quieres?
-MG (mintió): Lo que pasa es que me debe dinero y quiero saber cuándo me va a pagar.
-M: Yo estoy en el trabajo, si quieres mándame tú número y al rato que (yo) llegue a la casa se lo doy.
-MG: Okey, apunta mi número y mi nombre.
-M: Espérame tantito…
María Guadalupe se quedó aguardando en la línea telefónica, mientras diversos pensamientos corrían como potros salvajes en su imaginación: “¿Quién será la tal Monse? ¿Acaso mi marido me dejó por esa mujer?”. Sin embargo, al percatarse de que un prolongado silencio se había convertido en su interlocutor, dio por finalizada la llamada.
Caminos de Michoacán
En realidad, el drama de la joven señora María Guadalupe Olvera de León había iniciado la mañana del miércoles 11 de abril de 2012, cuando su esposo Raúl García Badillo, que en aquel momento contaba con 40 años de edad, se trepó a la camioneta blanca Ford, modelo 1996, placas de circulación 5588238, para encaminarse a vender vajillas a Apatzingán, Michoacán.
Raúl salió de su casa situada en Los Olvera, Corregidora, en compañía de otras cinco personas, vendedores a domicilio como él, que también eran sus parientes y vecinos. En el grupo iban Antonio Mendieta Olvera, de 50 años; Marcos Mendieta de León, de 28 años; José Raymundo Ramírez Castañón, de 23 años; Uriel Rangel Olvera, de 20 años; y Francisco Javier Mendieta Olvera, de 15 años.
Hotel Caribe
Ese mismo día, los seis vajilleros, al llegar a Apatzingán, se reportaron con sus familiares y señalaron que se habían hospedado en el Hotel Caribe. En la camioneta llevaban mercancía con valor de 300 mil pesos, consistente en vajillas y baterías de aluminio, peltre y acero. No era la primera vez que acudían a aquel lugar, ya tenían años yendo cada quince días a vender vajillas casa por casa, al contado.
Dos días más tarde, el viernes 13 de abril de 2012, los vajilleros hablaron con sus familiares a las dos de la tarde para decir que les iba muy bien con las ventas, que se quedarían en Apatzingán hasta el domingo o el lunes siguiente. Sin embargo, no hubo más contacto entre el grupo de vendedores y sus familiares. Los celulares de los seis vajilleros mandaban al buzón a quienes les marcaban.
Ninguno de los integrantes del grupo retornó a Los Olvera y, hasta el momento, llevan dos años y cuatro meses desaparecidos. Desde entonces, nadie sabe nada de ellos. Nadie ha pedido rescate.
Ministerio Público
Seis días después de la desaparición de los seis vajilleros, el 19 de abril de 2012, Salomón González García, familiar de las víctimas, acudió a Apatzingán, a la Agencia Cuarta del Ministerio Público Investigador, de la Procuraduría General de Justicia de Michoacán, para denunciar la desaparición.
A cambio, las autoridades ministeriales le entregaron a Salomón un documento que no cuenta con el número de averiguación previa y en la misma Agencia, veladamente, le amenazaron: “para entrar a Apatzingán es fácil, pero para salir no, así que te recomendamos que te regreses a tu pueblo lo más pronto que puedas”.
Salomón, quien acudió solo a denunciar la desaparición de sus familiares, subió a su carro para regresar a Los Olvera y cuando se dio cuenta de que un vehículo lo seguía, tuvo que acelerar para huir de aquel lugar.
El Cristo sufriente
Si alguien conoce, y sufre, el drama de las seis personas desaparecidas de Los Olvera -que los lugareños identifican como el caso de los vajilleros- es Bertha María de León Vega, esposa, madre, suegra y tía de las víctimas, quien habita en una humilde casa que cuenta con una pequeña puerta roja, una florida bugambilia y la pintura del doliente rostro de un Cristo coronado de espinas, que su hijo Marcos Mendieta de León estampara en la pared algunos meses antes de desaparecer.
Menudita de estatura, morena como la Guadalupana y con las canas de su cabeza entintadas, la señora Bertha no sólo perdió a sus familiares, sino que desde hace tres años un médico le amputó parte de los dedos meñique e índice de la mano derecha, a causa de la diabetes que le necrosó ambos dedos, razón por la cual se los cortaron a la altura de la segunda coyuntura.
Sentada en la silla infantil de sus nietos, la mujer de cincuenta y nueve años de edad fija su cansada y triste mirada en el manojo de papeles que contiene las denuncias de las desapariciones de sus seres queridos; la primera, interpuesta en la Agencia Cuarta del Ministerio Público Investigador, de la Procuraduría General de Justicia de Michoacán; y la segunda, correspondiente a la Agencia II del Ministerio Público de Corregidora, de la Procuraduría General de Justicia de Querétaro, averiguación previa II/390/2012.
Narcoestado
El periodista italiano Roberto Saviano señala que el narcotráfico es el brazo armado del capitalismo, enunciado que aplica en el caso del gobierno de Michoacán, en donde los funcionarios públicos están estrechamente relacionados con los narcotraficantes no sólo en la venta de narcóticos, sino también en el rubro de la minería y el control que Los Caballeros Templarios ejercen en torno a productos agrícolas tales como el limón y el aguacate.
El viernes 13 de abril de 2012, fecha en la que desaparecieron los seis vajilleros de Los Olvera, Los Caballeros Templarios estaban fuertemente atrincherados en Apatzingán, en tanto que al frente del gobierno priista del estado se encontraba Fausto Vallejo Figueroa, cuyo hijo, Rodrigo Vallejo Mora, identificado entre el cártel con el apodo de “El Gerber”, se codeaba públicamente y en privado con Servando Gómez Martínez, alias “La Tuta”, líder del cartel de Los Caballeros Templarios, quien- de acuerdo a su presencia mediática- da la impresión de ser el gobernador de facto de Michoacán.
Cuando desaparecieron los vajilleros, Jesús Reyna García fungía como secretario de gobierno de Michoacán y también respondía a las órdenes de “La Tuta”, más que a las del débil y enfermizo Fausto Vallejo Figueroa, lo que indica que Michoacán se convirtió en un narcoestado y aunque hoy, tanto “El Gerber”, como Jesús Reyna se encuentran encarcelados, la estructura de Los Caballeros Templarios sigue incólume.
Tres veces desaparecidos
Consultar la lista de los desaparecidos de la PGJ de Michoacán (http://pgje.michoacan.gob.mx/index.php/2014-07-02-19-19-25) es materialmente imposible, debido a que el sitio web sólo permite ver la primera página, en donde se encuentran los datos de los primeros 15 casos de personas desaparecidas. Sin embargo, al intentar consultar las restantes 95 páginas, el sitio no responde, por lo que la consulta se torna -literalmente- imposible. Ante esta situación, no fue viable consultar si en este sitio están reportados los seis vajilleros de Los Olvera.
Por otra parte, de acuerdo con las impresiones que los familiares de los desaparecidos conservan en su poder, durante algún tiempo, no se sabe cuánto, las fotografías y los datos de los seis desaparecidos de Los Olvera figuraron en el portal de internet de la PGJ de Querétaro (http://www.pgjqueretaro.gob.mx/Extraviados/Ext_HomMay.html), sin embargo, después de una búsqueda minuciosa en dicha página virtual, no figura ninguno de los seis vajilleros.
La interrogante es obligada: ¿por qué si Antonio Mendieta Olvera, Marcos Mendieta de León, José Raymundo Ramírez Castañón, Raúl García Badillo, Francisco Javier Mendieta Olvera y Uriel Rangel Olvera todavía no aparecen, la PGJ los desapareció de su página web?
Los caso de los celulares
Desde aquel viernes 13 de abril de 2012, cuando desaparecieron los seis vajilleros, sus familiares no han dejado de marcar a sus celulares día tras día, con la esperanza de que alguno de ellos respondiera.
Y fue justamente el 11 de abril de 2013 cuando, después de no cejar en el intento, que a María Guadalupe Olvera de León le respondiera una voz femenina que dijo llamarse Monse, en el celular de su marido.
A partir de este suceso, los familiares de las víctimas acudieron nuevamente a Agencia II del Ministerio Público de Corregidora, para ampliar su declaración sobre este aspecto y solicitar que la autoridad ministerial se diera a la tarea de ubicar e investigar a quienes ahora tienen los celulares de sus familiares.
Sin embargo, como ocurrió desde el principio del caso, ni la PGJ de Michoacán ni la de Querétaro han reportado avances en las indagatorias, situación que mantiene a los familiares de los desaparecidos con el Jesús en la boca.
Para corroborar las versiones de los familiares de los desaparecidos, este reportero se dio a la tarea de marcar al celular que llevaba José Raymundo Ramírez Castañón el día de su desaparición; respondió una voz masculina que negó conocer al desaparecido: “Este no es del señor José, yo tengo otro nombre; ora sí que ni conozco al señor”. Al insistirle sobre el origen del celular, contestó: “No, no, hermanito, de hecho este es número de Querétaro, pero yo estoy acá en el Estado de México”. Como se le siguió preguntando la pertenencia del celular, el sujeto contestó, ya con cierta molestia en su tono de voz: “No, pero este número no es de él, ni conozco al bato, pues”. Al preguntarle cómo lo había conseguido, señaló: “Porque yo trabajaba en Querétaro, hermanito”.
Ante este panorama, las preguntas avasallan: ¿Qué pasó con los celulares de los desaparecidos? ¿Por qué durante un año estuvieron desactivados y ahora, desde hace más de un año, obran en poder de personas desconocidas? ¿Quiénes son los individuos que actualmente los tienen y quién o quiénes se los proporcionaron? Son interrogantes que, si las autoridades ministeriales en verdad investigaran, podrían responder de inmediato y, de ese modo, dar con el posible paradero de los seis vajilleros de Los Olvera que desaparecieron el viernes 13 de abril de 2012.
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