Los voceadores, un oficio que pasa momentos difíciles
Melisa, empleada en un quiosco, ejemplificó con su caso al indicar que la ganancia neta en cinco días de la venta de periódicos (200 pesos) lo gana con la venta de dulces en un sólo día
El oficio de voceador de quiosco de periódicos y revistas en Querétaro ha disminuido su número de trabajadores en los últimos años: se estima que hace 10 años existían 200 puestos; para 2014 se estimaban 120, y en la actualidad “habrá 100 con churros y papitas”, consideraron voceadores capitalinos.
Los que quedan —jóvenes y “de la vieja escuela”— se encuentran agremiados en tres sindicatos que no han podido unirse desde 2014. Además de que “el problema de los puestos” en Centro Histórico es el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), pues no dejan que se instalen más “porque no va de acuerdo a la ciudad”, indicaron.
Los que por su “individualismo” crearon en 2014 un tercer sindicato independiente, separándose de los dos únicos anteriores: el de la Federación de Trabajadores del Estado de Querétaro (FTEQ) y el de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), han visto “sólo por sus intereses particulares. (…) No saben lo que los voceadores necesitamos realmente”, consideró Mario Sánchez González, integrante de la mesa directiva de este último organismo.
Los padres de Silvia Jiménez desempeñaron desde la década de 1940 el oficio que ella tiene hoy en día. Manifestó “tener amor por el oficio”, por lo que lamentó que actualmente son los dulces, cigarrillos y golosinas los que dejan más ganancias que los periódicos y revistas.
Melisa, empleada en otro quiosco, ejemplificó con su caso al indicar que la ganancia neta en cinco días de la venta de periódicos es de 200 pesos; esta misma cantidad la gana con la venta de dulces en un sólo día. Calcularon que sólo una décima parte de lo vendido es su ganancia neta.
La empleada del quiosco indicó: “No se gana mucho, sinceramente. De lo que le ganamos más es del Diario y del Noticias, a los que les ganamos 2.50. A todos los demás les ganamos un peso; por ejemplo, el Pásala y el Record que cuestan 6 y 15. Más o menos al día estamos invirtiendo 108 pesos, más o menos, en puros periódicos, y de eso le ganamos menos de 50 pesos al día. Ahorita nada más estamos trabajando el Proceso, el TvNotas y la Nueva. Antes teníamos más revistas y las que quedan son las que sobraron, porque hay que invertirle mucho”.
A pesar de que la venta de dulces, y cualquier otro producto además de impresos, resulta ilegal acorde al Reglamento del Desarrollo de Actividades Comerciales en Vía Pública del Municipio de Querétaro, muchos voceadores han tenido que recurrir a su oferta “para sacar la papa del día”. Además, acorde al mismo reglamento, anteriormente debía haber un espacio entre 400 metros entre un puesto y otro, mientras que ahora son 200, con lo que las ganancias de ese anterior espacio ahora se reparte entre dos o más dependiendo de la zona.
Números rojos
Ven tres fuertes razones de la disminución de quioscos en la ciudad. La primera, por las tiendas de conveniencia, donde también se venden periódicos; también la elevación del costo de publicaciones impresas, junto con la publicación de contenidos de internet.
Los voceadores han criticado las facilidades que se da a tiendas de conveniencia, pues en las mismas, los proveedores reparten los pedidos de periódicos, mientras que en el caso de los quioscos, son los dueños quienes tienen que acudir cada mañana por los ejemplares. Silvia Jiménez agregó que además ellos tienen que comprar los exhibidores, aproximadamente, en 200 pesos cada uno.
“Ya somos muy pocos puestos de periódicos en Querétaro que somos de la vieja escuela, que le tenemos amor al negocio y a lo que hacemos, porque ya no hay de ese tipo de voceadores. Ya los que hay, por mucho unos 100, ni siquiera tienen mercancía de periódicos y revistas”, manifestó Silvia Jiménez.
A su vez, Mario Sánchez hizo un llamado a sus compañeros voceadores: “Por cuestión de nuestra apatía —que somos apáticos, nos creemos unos más que otros— nos está pasando lo que nos pasa ahorita. (…) Tenemos que ponernos las pilas para unificar nuevamente a los voceadores o que sigamos las tres uniones, pero en el mismo camino: ver lo que necesita el voceador. No seamos individualistas de ver por cada quién. Si para eso a nosotros nos ponen: para ayudar al voceador, no para fregarlo”.
Entre otras dificultades de su oficio están el mal clima, lo que hace caer las ventas al 60 o 70 por ciento, pero deben permanecer en sus locales. También señalaron una falta de baños, inseguridad, no poder ausentarse a denunciar un robo o al médico debido a la pérdida de dinero que representaría el tiempo dedicado a ello; entre otros como las jornadas largas, dar mantenimiento a los quioscos y acostumbrarse a una vida sedentaria.
Mario Sánchez exhortó también a las administraciones del Municipio de Querétaro y Gobierno del Estado: “Antes de que haya elecciones, siempre, vienen los que van a ser presidentes municipales o gobernadores; vienen con nosotros y nos usan nada más a los gremios de voceadores. Pregúntame después ¿cuándo vienen después con nosotros? Deben de voltear hacia nosotros los voceadores, que nos están dejando morir solos, siendo cuando nosotros les damos servicio a Municipio y a Gobierno”.
“Privatización” y división de quioscos
En agosto de 2014 el entonces presidente municipal de Querétaro, Roberto Loyola Vera, otorgó una concesión para remodelar estos puestos, para cambiar su estructura de lámina por una de acero inoxidable, para también explotar esos espacios para publicidad. Loyola Vera aseguró en aquél entonces que también existía el compromiso de proveer seguridad social a los voceadores y la intención de incorporar tecnología a los quioscos para que pudieran servir de puntos de acceso a la red de internet público Qronéctate.
Silvia Jiménez recordó que aquella propuesta de “renovación” implicaba que los quioscos —inicialmente mandados a hacer por los voceadores— fueran sustituidos por los de la empresa concesionaria, y que los negocios no pudieran prestarse, rentarse o venderse. “Y si el del negocio moría, entonces pasaba a manos de Gobierno del Estado”, indicó.
Jiménez recordó que, ante el plan de los nuevos quioscos, tanto FTEQ, dirigida por Alfredo Jiménez Munguía, y la CTM, con Ernesto García al frente, se unieron para oponerse a la privatización. No obstante, recordó, en ambos grupos se dividieron los voceadores jóvenes de los “de la vieja escuela” para formar un sindicato “por conveniencias, no sé si económicas, políticas o como fue. (…) A final de cuentas cada quien se fue por su lado a seguir sus aspiraciones”.
Los voceadores “de la vieja escuela” concordaron en que “la mayoría no tienen el amor por lo que están haciendo” y que a pesar de la división de los sindicatos, los voceadores jóvenes “ya no los trabajan de la misma manera; ya no están llenos de mercancía con vida”. En este sentido, formularon que la división existente a raíz de los sindicatos y el individualismo de muchos voceadores les ha impedido no sólo buscar beneficios desde fuera de la organización, sino también hacia el interior, organizándose.
Los espacios de quioscos para publicidad fue algo que omitió regular el hoy también exalcalde Marcos Aguilar Vega, pues se detectó una “duplicidad de publicidad” en relación a pantallas en camellones y puestos de periódicos por parte de terceros gracias a la Entidad Superior de Fiscalización del Estado de Querétaro (ESFE) en el segundo trimestre de 2017.
“La publicidad la cambian. Ahorita como que a la mayoría la tienen más en la parte de atrás, pero ahorita no nos han venido a colocar ni una. Se suponen que vienen a limpiarlas e igual y les ponen la publicidad, pero ahora sólo han venido a limpiarlas”, refirió Melisa, empleada de un quiosco.
Necesidades de salud por el oficio
Mario Sánchez reveló que muchos voceadores declinaron la oferta de la seguridad social hecha en 2014 junto con la privatización de quioscos, pues muchos gozan de ese bien gracias a hijos suyos; sin embargo, Silvia Jiménez ejemplificó con su caso que las medicinas que requiere, debido a enfermedades crónico-degenerativas que ha desarrollado por la naturaleza de su oficio, en ocasiones no puede brindárselas el Seguro.
A este respecto, Sánchez lamentó que el apoyo con servicios de salud es necesario entre muchos voceadores, pues muchos deciden no faltar a su trabajo por motivos de salud, pues ello les implicaría perder un día de ventas. Ya que no es posible la organización entre los voceadores para el beneficio de todos, afirmó, no pueden ayudarse mutuamente.
Recordó también que anteriormente, junto con los otros integrantes de la mesa directiva del sindicato de CTM, Jorge Yáñez y Néstor López, organizaban recolectas de dinero en caso de que un voceador se enfermara: “había más comunidad, pero ahora ya no hay nada de eso. Sí cooperan, pero para su bolsillo nada más. (…) Ayudamos a la gente en operaciones; ellos no pagaban nada; íbamos al hospital”.
Pregoneros, también desapareciendo
Silvia Jiménez indicó que los pregoneros —los vendedores de periódicos de a pie— han dejado de verse por dos razones principales: “que a la gente nueva ya le da vergüenza vender” y lo peligroso de ofertar en vialidades ante el peligro de ser arrollados; lo cual ha sido causa de muerte de muchos.
“De los viejos periodiqueros que solíamos gritar ya somos pocos porque a algunos los han atropellado y han quedado inválidos. A algunos por enfermedades; infinidad de cosas por las que ya no pueden andar en la calle. Tomaban su periódico porque tenían puesto y se ponían a gritar, y en el transcurso del día ya abrían su puesto. Llegaban con sus bultos de periódicos y se ponían a vender en las esquinas en lo que abrían su negocio”, relató.
Ejemplificó con los casos de “don Bruno”, que vendía en 5 de Febrero y la salida a Tlacote; Guadalupe Ramírez, que vendía en la esquina de la bajada de El Cerrito y Universidad; y de Fidel Trejo, que vendía afuera de la tienda Parisina. El quiosco del primero fue impactado por un auto, jamás fue repuesto y no se le volvió a ver; Ramírez murió al ser arrollado por un auto, el tercero de causas naturales, y los quioscos de ambos desaparecieron también, señaló: “Los hijos ya no quieren continuar con lo mismo”.
Censura mediante compras
En el caso de Diario de Querétaro, Noticias, a.m., Plaza de Armas, Reforma, Tribuna de Querétaro o revistas como Proceso, señalaron los voceadores, suele suceder que “llega gente sospechosa en carros” y compran todo el tiraje. Sánchez señaló: “Depende de la noticia que traiga el periódico, y si le conviene al gobierno que se vean. (…) Las personas luego luego se ven, porque ya vienen con otros periódicos. Yo soy bien curioso y les pregunto: ‘¿Qué trae el periódico?’. [Y responden:] ‘Ah, una nota’”.
“Básicamente, en la colonia donde estamos a la gente le cuesta desembolsar 10 pesos para un periódico, y de repente llega un carro de lujo con placas que no son de aquí y te compran los 30 o 50 periódicos que vendes. Si yo vendo, qué bueno, pues mejor, pero si hay que poner atención a lo que estamos viviendo. Pasa con todos los periódicos”, refirió Silvia Jiménez.
“Yo nací entre los periódicos”
Silvia Jiménez rememoró la manera en que se inició en el oficio. Sus padres, en la década de 1940, empezaron con la venta de fruta y posteriormente raspados en una carretilla en la que portaban unos exhibidores sencillos, donde ofertaban los periódicos locales. Recogían los diarios en avenida Ezequiel Montes entre 3 y 4 de la mañana y se dedicaban a ofertarlos a los pobladores que “llegaban y se sentaban en el parque a tomarse un raspado y a estar leyendo su periódico”.
Debido a lo poco redituable del oficio, Silvia Jiménez ha tenido que adaptar su horario a uno de 14 horas. “A lo mejor es un poco ególatra, pero la gente nos dice: ‘Oigan, a ustedes les va re-bien aquí’, y les digo: ‘Sí, si nos va re-bien, pero de 7 de la mañana a 11 de la noche’. Por el horario tan extendido ya no es que quieras ganar sino de que ganas a fuerzas”, formuló. Recordaron que antes gozaban de regalías por parte de los distribuidores, gracias a la antigüedad que formaban, y de facilidades como que les fiaran los pedidos.
Por su parte, Mario Sánchez vende periódicos desde hace 14 años en el mismo quiosco que su padre administró durante 55 años. “Yo nací entre los periódicos. De aquí mi papá nos mantuvo y nos dio estudios”, señaló. “Anteriormente los quioscos de periódicos eran un viejo tambo redondo, donde nada más era para guardar y sacabas todo a la intemperie. Esos eran los antiguos quioscos de periódicos”, relató Silvia Jiménez.
Mario Sánchez concluyó que en la situación actual es difícil que se unan de nuevo los sindicatos debido a la gente nueva “que no saben las necesidades de los demás” y que ven por el bien propio únicamente.
“No se dan cuenta que nosotros batallamos por el frío, cuando no hay ventas, cuando nos enfermamos, ¿y quién nos dice: ‘Ten, cinco pesos para La Jornada’? Nadie; ni las uniones, a pesar de que yo soy directivo. Todo se ha perdido. Yo te aseguro, cuando mis compañeros lean esto, a mi me van a criticar por decir la verdad. Es la verdad, nada más: que ellos ven por su propio beneficio y no por el de sus compañeros”, lamentó.