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Maíz: Más que un alimento, una identidad nacional

Amealco presente en la feria que lucha por proteger el alimento básico de México

Por: Miguel Tierrafría / Enviado

Vicente Guerrero, Tlaxcala.- Entre una zona boscosa llena de parcelas donde el maíz emerge de la tierra, el hilo de la carretera conduce a la comunidad de Vicente Guerrero en el estado de Tlaxcala, escoltada por el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl –aunque escondidos entre las nubes–, ahí se llevó a cabo la edición 16 de la Feria del Maíz el pasado 9 de marzo.

En la entrada principal del pueblo no se percibe ningún ambiente de fiesta, pero se ve todo atiborrado de vehículos: camiones, camionetas y carros.

Al caminar entre la calle adoquinada y en subida, se escucha la voz de alguien que habla a través del micrófono. Se cruza a la avenida que da directamente a la plaza y a la presidencia municipal de la comunidad y ahí se apreció el festín. Una gran carpa montada a lo largo de dos calles con los puestos de comida típica tlaxcalteca.

Se encuentran puestos de quesadillas de hongos, de quelites, champiñones, huitlacoche, los tlacoyos –que son como unas empanadas de maíz y que adentro tienen frijoles– preparados con queso rallado, lechuga y salsa, así como el pulque –curado y natural–, por el cual muchos campesinos de esa región acuden aún a los magueyes a raspar el aguamiel.

Los visitantes acuden a probar las muestras que los vendedores les ofrecen para que sea el gancho y les compren.

Más adelante de los antojitos, empiezan a vender un poco de todo: artesanías hechas con las hojas de las mazorcas con formas de adornos florales, de vírgenes de Guadalupe, caballos, entre otros más; el pan integral, el café orgánico de Ocosingo, Chiapas, las pulseras, algunas hechas del grano de maíz criollo, el tascalate –o también llamado pozol–, el cual es una bebida preparada de cacao con maíz, el agua de alfalfa. Hasta ahí la gente consumía desde la comida hasta los suvenires artesanías orgánicas, alternativas, baratas, hechas por la gente.

A mitad de la gran carpa que dividía los comercios de los campesinos expositores estaba el templete donde se desarrollaban algunas pláticas sobre la importancia del maíz criollo y la lucha contra el maíz transgénico promovido por la empresa trasnacional Monsanto. De vez en cuando realizaban rifas hacía con la gente que participara.

Amealco presente

Al continuar con los estantes, después del templete comenzaba la exposición de los maíces criollos. Los campesinos adornaban sus mesas con los granos y las mazorcas que el año pasado arrojaron sus cosechas.

Un tapete multicolor de razas y variedades circulaba por los estantes de los campesinos tlaxcaltecas, algunos de Michoacán y del municipio de Amealco de Bonfil, Querétaro, relucían el cacahuacintle, el pozolero, cañuela, el capulín, crema, entre otros, pero no sólo su maíz, también sus otras cosechas producto del sistema milpa: las calabazas gigantes, el frijol enredador, morado, cremoso, el haba, la pepita, la avena, el trigo, etcétera.

Uno de los campesinos que viene del municipio de Benito Juárez, Tlaxcala, afirmó que con la tierra pasa la ley del boomerang, “si dañamos a la tierra, ella nos da productos dañinos y al revés”.

Llega la hora del pozole cuando los campesinos van y se forman a la fila, mientras se les entrega su reconocimiento y un presente –una pala o una hoz– por haber asistido.

En la plaza principal se desarrollan cánticos y bailes por parte de hombres vestidos con un taparrabos y un penacho, como rindiendo un tributo al dios maíz Cinteotl –dios mexica, no tlaxcalteca– o al que veneraran.

Entre que iban por el pozole y veían el espectáculo, la gente se aglutinaba junto al templete percibiendo un ritual pasado en el presente, festejando un alimento mesoamericano que persiste hoy, el maíz que los campesinos han mejorado: sus nutrientes, su tamaño, su sabor para ser lo que es en la actualidad.

Pasadas las cuatro de la tarde, el festejo al maíz culmina, la lucha por proteger el alimento básico de la población mexicana continúa. Mientras, los expositores, los comensales, los organizadores y personas en general se aglutinan a ver el performance de la lucha de clases representada en el teatro, con lucha libre, entre Monsanto –el capitalismo, el poder– contra Míster maíz.

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