Muralismo: el grafiti que crea conciencia social
Los artistas urbanos hacen llegar su mensaje a la sociedad mediante murales en los que pueden tardarse hasta dos meses y medio
Por: Juan José Rojas
Mientras uno recorre las periferias de la ciudad, la manifestación artística se hace visible en los muros que levantan casas, edificios, escuelas, hospitales.
El tag o la firma caracterizan y colocan dentro del mapa un punto de encuentro con el arte, siendo éste un método de expresar molestias, inconformidades, emociones o sentimientos, en ocasiones arrastrados por una lucha social o para representar la realidad de una manera distinta.
En el ejercicio periodístico, los medios funcionan como vía entre aquellos que expresan su pensamiento mediante el arte y los espectadores que admiramos obras realizadas en el anonimato.
El trabajo de Saet Hamponez, un chico que mantiene un perfil bajo y un espíritu influenciado por la lucha social y el trabajo honesto, destaca en la ciudad. Su pasión consiste en un arte urbano creado en Roma y consolidado en la ciudad de Filadelfia: el grafiti.
“La primera vez que agarré un aerosol tenía ocho años. Posteriormente, al entrar a la secundaria, retomé mi interés por el grafiti, al principio con aerosoles; claro, no hacía nada del otro mundo, todos eran los llamados tags… esos que la gente ve como puros rayones.
“Pocas veces hacía lo que llamamos bomba, pero la verdad era más de libreta y eso no era muy constante, ya que no me gustaba lo que hacía y muchas veces dije: ‘el grafiti no es lo mío’. Pero a pesar de eso seguía practicando, aunque era muy raro.
“Después, hace más de cinco años, en el 2009, cuando algunos amigos crearon el ‘crew’ —al que ahora pertenezco— lo volví a retomar, pero igual sólo eran letras lo que pintaba, con diferentes estilos, pero letras. Hasta hace aproximadamente un año empecé a hacer murales con distintas temáticas; todas con el afán de darle algo más crítico a la gente que cualquier pinta ordinaria”.
—¿De qué manera crees que el muralismo puede generar un cambio en la conciencia de la sociedad o cómo puede contribuir en el aporte de nuevas ideas?
— Pienso que cada quien tiene que crear su propia conciencia, pero sí creo que el muralismo puede hacerle ver a la gente algo que no puede ver en cualquier lado… como, por ejemplo, en la tv o en las escuelas; y así cada persona que vea el mural se forme su propia conciencia analizando qué les quiere decir el artista. Contribuye a través de los murales plasmados, en donde se expresan las ideas del artista.
—¿Tuviste alguna inspiración o hay algún artista que haya influido en tu manera de pintar?
—No tengo un referente en especial; creo que es muy limitado sólo agarrar algo de una persona cuando puedes hacerlo de todos. Desde siempre he visto grafiti en las calles, en el internet, en revistas y creo todos me han aportado algo (…) pienso más en que los murales que pinto son la forma en la que veo el mundo en el que vivo.
“Un día un poema va a derrumbar a un dictador. Yo creo el grafiti también hará lo mismo”
“Crock” es otro joven que ha adoptado el grafiti urbano como una forma de expresión. Sus orígenes datan de hace 12 años, cuando cursaba la primaria.
En el transcurso de este tiempo ha aprendido a forjar sus mensajes con aerosol, esténcil, “la presión de la lata”, plumones, pincel, así como las técnicas de la serigrafía y el rascado en vidrio.
“Para mí como productor, el arte urbano representa un espacio para plasmar pensamientos que no puedo plasmar. Usar para trasmitir mensajes, ahí en redes sociales. Pero los mensajes que uno da con el grafiti son cosas que no se pueden ver en otros medios. Para mí es un espacio donde yo puedo poner lo que yo quiera.
“Considero que, en cuanto a ideas, el grafiti puede generar un cambio. Pero hay un escritor que se llama Gabriel Zaid que dice que un día de éstos un poema va a derrumbar a un dictador. Yo creo que un día el grafiti también hará lo mismo, pero a veces pienso que igual es muy idealista”.
Ahora, “Crock” cursa estudios universitarios en un institución pública y los libros y el arte no se han separado de su vida.
“Los que hacen puros garabatos —como les llaman— pueden terminar haciendo murales”
Saet recordó que ha dedicado más de dos meses en pintar un mural, en su intento de “transformar las calles” de la ciudad.
“Normalmente uso más el aerosol; pero también uso pintura y con brochas; la técnica es mixta, ya que la mayoría de las veces pinto con lo que tengo a la mano, porque no es nada barato; uso cualquier tipo pintura, no hay una en especial.
“Mínimo he usado dos días para hacer un mural; en otros me he tardado hasta dos meses y medio, porque muchas de las bardas que pedimos prestadas están muy dañadas y hay que descarapelarla por completo, además de resanar…
“Eso te lleva tiempo, pero es en parte algo de lo que quiero, que es transformar las calles y darles otro aspecto a través del mural realizado. También tengo que trabajar, ya que las pinturas no se compran solas y eso hace que tarde más”, explicó.
El artista urbano pidió: “que no se criminalice a los jóvenes que realizamos esta actividad, ya que los que hacen puros garabatos —como les llaman— pueden terminar haciendo murales (…). Si pintamos es porque tenemos algo qué expresar. Para muchos, ha sido una salida a nuestros problemas. Otros lo hemos llevado más lejos, hasta plasmar cómo vemos el mundo en que vivimos.
Además, enfatizó que “el grafiti no sólo es vandalismo; también puede ayudar para que toda la sociedad —sin importar clase— tenga una alternativa de transmisión de conocimiento… y los lleve a la reflexión, sobre todo para los que no tienen acceso a una educación, ya que el grafiti se encuentra en las calles y todos podemos verlo”.
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