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Política queretana, peor que hace 150 años: Gutiérrez Grageda

La académica e historiadora advirtió que el quehacer político “se ha vulgarizado”

Por: Eduardo Martínez

Blanca Estela Gutiérrez Grageda, doctora en Historia y autora del libro “La hoguera de la discordia”, señaló que aunque las pugnas internas y las luchas por el poder han sido una constante en la política queretana desde la segunda mitad del siglo XIX, actualmente el debate político “se ha vulgarizado”.

En su libro, en el que detalla el espíritu político experimentado en Querétaro durante el periodo de la República restaurada, Gutiérrez Grageda menciona que en aquel entonces el gobernador juarista Julio María Cervantes pudo ser conducido a juicio y sentenciado, situación que, de acuerdo con la autora, estaría lejos de repetirse en la actualidad si los gobernantes contaran con el visto bueno de la autoridad federal.

“El juicio contra Julio María Cervantes fue histórico. Por primera vez se sentó a un gobernador en el banquillo y se le dictó sentencia (…) eso podría pasar en la actualidad con algún gobernador queretano sólo si cayera de la gracia del poder federal, pero si formara parte del engranaje, entonces podría hacer lo que quisiera y no pasaría nada”, consideró.

La académica de la Facultad de Filosofía también sostuvo que en su libro hay evidencia para entender la política dentro de Querétaro y señaló que si se quiere comprender al México de 1872 resulta indispensable mirar a Querétaro, debido a que la política local fue entonces un referente de lo que sucedía a nivel federal.

En este sentido, mencionó que en aquel entonces Querétaro llegó a tener, simultáneamente, cuatro gobernadores “legítimos”, correspondientes a diversas facciones políticas y cada uno contaba con argumentos que justificaban el ejercicio del poder.

“En aquel entonces, Juárez tenía su gobernador, Cervantes, pero los otros grupos políticos también tenían a los suyos (…) esto hizo que hubiera un punto en el que la gente ya no sabía cuál era la diferencia entre conservadores y liberales”.

Respecto a esa situación en la que la gente ya no distinguía entre una ideología y la otra, la investigadora advirtió que en la actualidad se está produciendo una situación similar a nivel federal en la que ya no resulta tan sencillo reconocer la diferencia que opera entre un partido político y otro de signo muy diverso.

Insistió en que, como en los tiempos de la República Restaurada, no hay un interés por consolidar el bien común, sino que las distintas facciones partidistas y actores políticos, hacen todo lo posible para “tumbar” a sus adversarios de la lucha por el poder.

Sin embargo, fue muy enfática al sostener que, a diferencia de lo que ocurría en el siglo XIX, en la actualidad es difícil acceder a ciertos mecanismos para controlar a los gobernantes, como los que había cuando Julio María Cervantes fue enviado al banquillo de los acusados.

Vulgarización y demagogia

Por otra parte, Gutiérrez Grageda manifestó que se ha producido una deficiencia en el debate político porque los candidatos caen en la demagogia y evitan esquematizar propuestas claras.

De igual manera, especificó que la política nacional se encamina hacia una situación incluso peor a la de este “populismo demagógico”, debido a que existe ahora una suerte de “vulgarización” en el ámbito político, que se habría manifestado recientemente en el surgimiento de precandidaturas de personas que no tienen ninguna experiencia ni representatividad social.

“En esa época (la República Restaurada) los diputados debatían el concepto de democracia, citaban a pensadores ilustrados. Hoy, eso se ha perdido. Hemos llegado a un punto en el que personas sin las menores credenciales ciudadanas aspiran a representar a un colectivo.

“Ya no se trata de elegir la mejor opción, porque el sistema —y esto es lo más grave— favorece que sean los peores elementos los que consiguen llegar hasta los niveles más altos dentro de la política”.

La “queretaneidad” influye en la política

La autora de “La hoguera de la discordia” también recordó que detrás de “muchas” de las pugnas políticas que aparecen dentro de la historia de Querétaro, hay un hilo conductor común que está íntimamente relacionado con la idea de la “queretaneidad”.

“La queretaneidad, esta idea de una élite que tiene una idea sobre sí misma y de alguna manera trata de imponerla a los demás, siempre ha estado presente dentro de la historia local.

“El propio Julio María Cervantes, por ejemplo, tuvo muchos opositores porque, desde el punto de vista de la queretaneidad, pesaban sobre su espalda tres pecados muy significativos: En primer lugar era juarista; en segundo lugar, no era queretano; y en tercer lugar, era militar, esto chocaba con las élites queretanas que buscaban hacer de Querétaro un coto de poder muy cerrado”, explicó.

Finalmente, la académica de Filosofía indicó que este coto de poder podría ser una de las razones por las cuáles las élites manejan un discurso que tiende a señalar a los foráneos como responsables de cada uno de los males que hoy aquejan a la entidad.

“El arribo de fuereños pone en riesgo el coto de poder de las élites queretanas, por eso los males siempre se han atribuido a factores externos. Ya desde el siglo XIX era así, se decía que todos los rateros provenían de fuera, de Guanajuato o Michoacán, y que Querétaro era pacífico, ordenado, seguro”.

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