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R3 ≠ R7

La necrología shakespeariana de la corte inglesa y sus protagonistas aristocráticos y palaciegos es
extensísima, con borbotones hemáticos en continua reposición. En este jolgorio matancero tiene
notoriedad específica como el más implacable asesino y ambicioso de poder, Ricardo III.
La geografía nobiliaria parece trasladada de las tragedias dramáticas al futbol por la nomenclatu
de los equipos, cuya liga deportiva vivió un cachondeo mediático en dos tiempos, con un
intermedio de arrebato, o sea, el regreso, la despedida y los desplantes de R-7, dueño de
codiciadísimos haberes: gloria deportiva, galanura y guapura rodeada de esculturales bellezas
femeninas, riqueza y lujos incuantificables, protagonismo couché.

Fotografía: Óscar Salas Gómez.


Barón Negro se pitorrea del bardo inglés y el goleador portugués —maquinaciones dramatúrgicas
de por medio, de parte de María Fernanda Monroy Gómez y Carlos Casas— reponiendo en el
área teatral al “R-3” durante la cartelera de marzo del Centro Cultural ‘La Gaviota’. Trama burlona
y abusiva (al estilo de muchachada mexicana del siglo XXI) de un monarca inglés contrahecho,
sanguinario y vengativo.

Aunque el humor está ‘pesadito’, cargado de ‘mala leche’, es imposible contener la risa, aun con
riesgo de simpatía por la vejación de un infeliz. Al texto del autor inglés, Barón Negro ha
entreverado textos narrativos para describirnos y explicarnos al personaje protagónico. Al final
está la repetición de la historia de quienes buscan y luchan sin escrúpulos por el poder: la soledad
y la exposición a la misma codicia; en la cima, el siguiente nivel solo tiene una dirección cierta.
Si en las cortes shakespearianas inglesas el rey está a expensas del apoyo y patrocinio de los
señores victoriosos y acaudalados, aun mediante el pillaje y el comercio de bienes y servicios no
mercantiles, Barón Negro presenta un cuchitril con cachivaches rotos e inservibles, ambientado
con la decadencia y la ineptitud. Deja la impresión —cada quien sus monstruos— de que se
hubiera apropiado de las noticias de los conservadores empeñados en desbarrancar la revolución
de las conciencias, exhibir la incompetencia de quien ha capturado el poder… y la captura se
revierte, quedando cual polvareda del derrumbe, el eco enajenado de un balbuceo.

Fotografía: Óscar Salas Gómez.


DÍA MUNDIAL DEL TEATRO
Mientras tecleo la nota anterior, transcurre la incomprensión de las autoridades culturales
queretanas con la comunidad teatrera, en un creciente empeoramiento y desaprovechamiento de
tantísima capacidad y calidad artística, condición de la cual Barón Negro es tan solo un clarísimo
ejemplo, tanto que su retahíla de montajes originales y entretenidos abastecerían una semana
celebratoria del Día Mundial del Teatro.

Si en rifas cruzadas se asignaran espacios escénicos entre los grupos locales que hayan abierto a
taquilla durante el año anterior una temporada, quizá la ocasión no pasaría a la notoriedad
mediante la protesta y el plantón, por cierto, más o menos desangelados y desatendidos. Por
supuesto, la taquilla sería para los artistas, y todo lo que no es propio del escenario, lo pondría y/o
costearía el aparato administrativo-burocrático queretano, tan preocupado y ocupado por
acumular estadísticas festivaleras y resultados masivos.

No hay panacea, pero vaya un intento de propuesta, para que siquiera a tirones y jalones el Teatro
camine a paso que dure, sin trotes ni arrancones que agobien y agoten.

Fotografía: Óscar Salas Gómez.

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