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Reflexiones sobre paternidad/es

Por: Lucero Jiménez Guzmán

Investigadora en el CRIM UNAM

EDICIÓN ESPECIAL

El tema de la paternidad ha sido  siempre  importante y aparece en muchos ámbitos a través de la historia, pero como tema relevante a ser estudiado, deconstruido, analizado por la Sociología en  realidad tiene poco tiempo, y ha ido adquiriendo relevancia a partir del avance en los estudios de género, con su perspectiva relacional, en la que los hombres adquieren importancia, y sobre todo en los estudios relativos a las masculinidad/es.

Es así que diversos autores, a partir de los años noventa, se preocuparon por visibilizar a los varones, como construidos socialmente, al igual que las mujeres. Se interesaron por documentar y comprender sus vivencias, sus problemáticas particulares y hacen entonces también explícito que la presencia de los varones en la reproducción es compleja, y que han sido vistos por mucho tiempo como obstáculos o apoyadores, pero no propiamente como actores fundamentales del proceso.  Esto queda evidenciado en el tratamiento que se les daba en la Medicina, la Demografía, la Psicología y en la vida cotidiana, ya que eran tratados como actores secundarios.

Se ha concebido históricamente que quien se reproduce es la mujer y de ahí se derivan una serie de consecuencias. Es así que la mujer aparece como la responsable de la crianza de los hijos y las hijas, en un proceso que naturaliza lo social, solamente porque el embarazo sucede en su cuerpo y de ahí derivan una serie de mandatos de lo aceptable para la mujer. Esta concepción va acompañada de otra fundamental para comprender cómo nos relacionamos: el mandato a los varones de que su función fundamental para adquirir la adultez y ser valorado como hombre de verdad, es asumir el papel de proveedor si ya no único, al menos principal de sus hijos, hijas y familia en general.

Este mandato si no es cumplido, tiene consecuencias terribles en la vida de los hombres y sus familias, como hemos podido constatar en investigaciones que hemos llevado a cabo  en los últimos años, en diversos países y sectores sociales y con perspectiva multidisciplinaria.

Este tipo de representaciones sociales que reproducimos cotidianamente, tanto hombres como mujeres, pueden ser explicadas desde la perspectiva de género, la desigualdad, el ejercicio del poder y también porque se han obscurecido necesidades y potencialidades tanto de hombres como de mujeres y se les ha condenado a vivir en un mundo que no da satisfacciones a ninguno de los géneros, por lo menos no tantas como podrían gozar si estas representaciones fueran desmontadas por nosotros mismos y aprendiéramos a vivir de otra manera, cuestionando lo obvio, preguntándonos acerca  lo que parece “natural”, concibiendo que otro mundo es posible y para ello necesitamos relacionarnos de manera diferente.

En este sentido, el enorme disfrute de una paternidad cercana, afectiva, humana, es algo que muchos varones se han perdido, por mandato social, porque es lo que siempre ha sido y es mejor no cuestionarlo, por miedo e inseguridad a perder el papel de  poderosos que supuestamente les ha asignado la sociedad en su conjunto, por no perder libertades que esta cultura les otorga, derivadas de la doble moral prevaleciente y por supuesto, porque han tenido que vivir cumpliendo mandatos, probando su masculinidad y su virilidad a lo largo de sus vidas.

Además, es fundamental no dejar de lado,  que vivimos en un sistema neoliberal capitalista, que cada día explota más tanto a hombres como a mujeres, que no genera posibilidades reales para un ejercicio cercano de la paternidad porque se ha dado un proceso de precarización laboral mundial, dentro del cual es muy difícil mantener el lugar socioeconómico de los sujetos y a menudo es difícil inclusive sobrevivir.  Ante la generalizada, el desmantelamiento de las políticas sociales,   la pérdida de derechos y la necesidad de trabajar más horas, resulta muy difícil poder ejercer una paternidad más presente.

Sin embargo, así como no existe una sola manera de ser hombre, una masculinidad dominante, sino que existen diversas masculinidades, también existen diversas maneras de ejercer la paternidad y confiamos en que las formas emergentes, que confrontan las dominantes y a los estereotipos de género,serán las que triunfen, a pesar de todos los obstáculos socioeconómicos y culturales que enfrentamos.

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