Río Querétaro: Una larga historia de contaminación
Mientras el Río Querétaro se convierte en vertedero para el agua residual de la Zona Metropolitana, ninguna propuesta ha sido planteada para su conservación
Por: Abelardo Rodríguez/ Unidad de Investigación Periodística (UIP)
Hasta hace setenta años, era la principal fuente de agua potable para la ciudad. De eso ya no queda nada. Desde que llegó la industrialización y con ella el crecimiento demográfico, el Río Querétaro ha dejado de ser un apacible refugio de fauna y flora nativa para transformarse en un vertedero de todo tipo de desechos tóxicos y de uso común.
Según lo que señala Raúl Pineda López, docente e investigador de la Universidad Autónoma de Querétaro, el Querétaro es “básicamente un río mal conservado (…) es un drenaje (…) no vemos casi basura en el tramo de avenida Universidad (que cruza la ciudad) porque en los límites con el municipio de El Marqués hay una mallas en donde quedan atrapadas toneladas de basura”.
Esto significa que si bien la contaminación de este cuerpo de agua es visible a lo largo de su cauce por el centro de la ciudad, ésta es sólo una pequeñísima parte de la que se genera en las inmediaciones del Parque Industrial Bernardo Quintana.
Diversos estudios elaborados la UNAM revelan que estas aguas están contaminadas por metales pesados como plomo, aluminio, cadmio, cromo y vanadio, por encima de lo que dicta la Norma Oficial al respecto.
En el mismo sentido, los estudios indican que en la zona por donde el río sigue su cauce, también hay plaguicidas, detergentes y materia fecal, que corren libremente por la principal arteria pluvial de la zona metropolitana de Querétaro, en donde viven más de un millón de personas.
Este problema, a pesar de su gravedad y de no ser reciente, no ha sido resuelto. Las plantas tratadoras de agua son una alternativa para enfrentar esta contaminación, pero la cobertura de las mismas es actualmente muy baja, de apenas el 35 por ciento.
Omisión de gobiernos municipales
En 2009 los gobiernos municipales de Querétaro, cuyo alcalde era el hoy gobernador electo del estado, Francisco Domínguez Servién, de Corregidora y de El Marqués anunciaron un proyecto de saneamiento del río Querétaro que concluiría en 2015. Dicho proyecto no se concretó.
El entonces alcalde de El Marqués, Enrique Vega Carriles, se comprometió a construir tres plantas tratadoras de aguas residuales, las cuales seis años después, y a pesar de cumplir con un segundo período en el cargo, todavía brillan por su ausencia.
Estas plantas tratadoras de agua no se construyeron, pese a que se anunciaron en el programa de gobierno municipal, asignándoles un presupuesto. Esta omisión es grave, ya que el problema de estas aguas residuales y la contaminación que provocan se ha incrementado considerablemente, pues en El Marqués hay un desarrollo inmobiliario muy alto y demandante de servicios.
Inmobiliarias no ayudan
En un recorrido que hicimos con Félix González Ramírez, vecino de La Cañada y activista comunitario, pudimos constatar que el río es un drenaje a cielo abierto y que su contaminación va en aumento debido al crecimiento inmobiliario rapaz y desordenado que sufre el municipio.
El activista nos llevó a ver como se vierten aguas negras al río desde las nuevas colonias como La Pradera, Los Héroes, Paseos del Marqués, Las Cruces, Hacienda La Cruz y, en el caso más grave, El Mirador, que desagua su drenaje por el cerro a cielo abierto, cruzando prácticamente toda La Cañada, en total perjuicio de sus habitantes.
Además también las aguas residuales del Parque Industrial Bernardo Quintana son vertidas sobre el río Querétaro y son usadas por algunos campesinos como aguas de riego.
Una zona muerta
A esta situación hay que agregar el problema de que las pocas plantas tratadoras que hay en el estado, no son eficientes. El investigador Raúl Pineda nos da el ejemplo de la planta de tratamiento de Ahuacatlán, en el municipio de Jalpan, en la Sierra Gorda queretana, que tiene una capacidad de 2 litros por segundo, cuando el río lleva un caudal de 6 litros por segundo.
Esto significa que hay dos terceras partes del río que no pueden limpiarse, situación que se vuelve extensiva a otras zonas del estado como lo es la irrigada por el Río Querétaro.
Por otra parte, las plantas tratadoras resultan ser muy caras en su funcionamiento por lo que muchas, después de algunos años, son abandonadas. Pineda ha constatado el grado de contaminación del río Querétaro, estudiando el lugar a donde van a desembocar sus aguas, que es en el cercano y vecino municipio guanajuatense de Apaseo el Grande, apenas a 20 kilómetros de la Ciudad de Querétaro.
Ahí, en esa laguna de aguas completamente negras hay cero oxígeno, cero fauna y casi cero flora. “Es una zona muerta”.
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