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Ser el mejor papá que un hijo pudiera tener

Por: Luis A. Alegría

EDICIÓN ESPECIAL

PARA DESTACAR: “No creo haber hecho el papel de la mamá yo creo que intenté ser el mejor papá que mi hijo pudiera tener” dijo Ernesto González, quien ha criado solo a su hijo de 13 años.

Aproximadamente 4 mil 500 hogares del estado de Querétaro cuentan solamente con el padre

Según la encuesta Intercensal 2015, realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en el estado de Querétaro el 74.5 por ciento de los menores de 18 años viven en hogares donde están presentes ambos padres; lo que significaría que poco más de 560 mil niños viven en un hogar completo.

De acuerdo a estos datos, el 1.2 por ciento viven en hogares donde solamente el padre es el que reside en la vivienda, lo que deja a cerca de 9 mil 39 niños solamente con un papá; el promedio de hijos por familia en el estado es de dos, lo que se traduce en poco más de 4 mil 500 hogares donde el padre es el único que está presente lo cual representa 0.84 por ciento de los hogares queretanos.

Este número aún se encuentra lejos de los más de 113 mil 746 niños que habitan casas donde únicamente está presente la madre,  esto implica un porcentaje del 15.1 por ciento; este número es impulsado por la migración del esposo principalmente hacia los Estados Unidos, situación común en los municipios serranos.

Comúnmente es reconocida la acción de la madre, quien en muchas ocasiones debe tomar el rol de proveedor y el de cuidador de los hijos al mismo tiempo, pero en otras el padre es quien debe asumir ambos roles para el desarrollo integral de su hijo.

Ernesto González Tec, arquitecto de profesión, cuenta que cuando su esposa y él decidieron separarse, él fue quien quedó a cargo del niño ya que este siempre le fue más cercano. González señaló que “fue difícil sobre todo por ese doble rol, yo no creo haber hecho el papel de la mamá yo creo que intenté ser el mejor papá que mi hijo pudiera tener; nunca me tocó decir yo soy papá y mamá, nunca me gustó esa parte”.

Si bien el papá de Ernesto no fue cercano, él mismo destaca que por la forma en que fue educado, ha intentado mostrarle el afecto que en verdad le tiene a su hijo. “Paradójicamente esa falta de afecto por parte de mi papá se vio reflejada ahora, es lo que me hace echarle ganas para sacar adelante a mi hijo; es como que yo trato, a lo mejor, de compensar esa parte en no dejar que a mi hijo le falte ese aspecto.”

Destacó que aunque él considera que no ha desarrollado el rol de madre completamente, tampoco ha permitido que algunos de sus familiares cercanos tome ese rol para no generarle conflictos a su hijo, Alan Mauricio. “La imagen materna que tiene mi hijo la ha tomado a lo mejor de mis hermanas y de mi mamá, pero yo siempre lo marqué así solo como imagen materna no como sus mamás; él no tiene muchas mamás, el tiene una sola mamá”.

 

En muchas ocasiones los padres no poseen el conocimiento para tratar temas que generalmente son identificados con el de la madre, por esto los padres recurren a la ayuda de una figura materna exterior como lo son las madres y las hermanas, incluso amigas que ya hayan cumplido este rol.

Externó que la separación, así como el diagnóstico médico de una enfermedad degenerativa fue lo que lo condujo a tomar terapia, poder sobrellevar sus problemas y así poder hacerse cargo de Alan Mauricio; a la par consideró como una de las mejores decisiones no regresar a casa de sus padres.

“Esto es cuestión de disposición de reclamar realmente esa paternidad que hubiera perdido yo al regresar a la casa de mis papás; creo que hubiera perdido mi rol, aprendí que si lo hubiera hecho así, hubiera pasado a tomar el rol de hermano”.

La cercanía que su hijo mostraba hacia él desde pequeño le causaba extrañeza a las personas, recordó que le “decía la señora de la guardería, porque además siempre fue muy decente conmigo: ‘es que yo no entiendo porque este niño cuando llora dice papá y no dice mamá’; así sucedía con él, él tenía esa imagen.”

Ernesto recalcó que algo que siempre intentó fue mostrarle a su madre cómo era, aunque en ocasiones resultara difícil, evitando darle ideas negativas sobre su madre que pudieran generar un distanciamiento con ella; esto para evitar un ‘secuestro’ de las ideas de su hijo y permitirle generar su opinión.

“Entendí que lo que yo dijera de su mamá iba a ser la imagen de mi hijo, es decir la imagen que tuviera mi hijo, entonces no le quería hacer daño; fui aprendiendo esa parte de respetar la imagen de su mamá, no diciéndole que era una mamá ejemplar pero diciéndole las cosas como son”.

Su hijo, actualmente tiene 13 años, estudia la secundaria en San Juan del Río y Ernesto procura que su mamá lo vea una vez por semana para que no pierda esa relación la cual considera muy importante.

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