Si no es ilegal, no es grafitti
Por: Marissa Sánchez
Para Paco, el grafitti es como una pintura al óleo, la diferencia está en la técnica. Lo único que él busca es expresarse mediante trazos de líneas y colores que utiliza según su estado de ánimo.
Durante la Jornada “Grafitti y Libertad de Expresión” que se llevó a cabo el miércoles 18 de noviembre en las instalaciones de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de Querétaro, los participantes señalaron que practican el grafitti cuando cuentan con los espacios, pero también lo hacen de manera ilegal, “en las noches pues ta’ chida la adrenalina y todo eso también se siente, es parte de esto”.
“El significado del grafitti para mi más que nada es esto, la protesta, la resistencia ante este sistema. Soy sociólogo de formación y bueno, estoy muy de acuerdo en lo que es el grafitti, una forma de resistencia para la mayoría de jóvenes”, expresó “Avse”.
Mencionó que el grafitti aún es una actividad ilegal porque no todos comprenden lo que ellos quieren expresar, y el transgredir la propiedad privada de los demás implica un delito. Al mismo tiempo, los artistas urbanos lo consideran un ejercicio del derecho a la libertad de expresión, ya que están en igualdad de circunstancias con los que exigen que, quienes hacen esta práctica, sean catalogados como delincuentes.
Señaló que siempre lleva un plumón en la mochila, “por si me dan ganas de pintar”, advierte. A seis años de dejar el grafitti ilegal, Fernando, conocido más entre la comunidad grafitera como “Avse”, narró que no ha dejado de practicar esa actividad, pues aprovecha los espacios que les dan para pintar.
Para “Avse” el grafitti solamente se considera como tal cuando es ilegal y cuando es protesta, mientras que Paco, el joven entrevistado, afirma que muchas personas les dicen que son gente sin quehacer por pintar las calles, pero lo sigue haciendo “porque si le haces caso a esa gente, nunca vas a progresar.”
Muchos ciudadanos cuestionan a los grafiteros por esa actividad pues, para los adultos, se ve feo. Sin embargo, los que practican este arte urbano no hacen caso ya que, de hacerlo, no progresarían, como lo comenta Paco, las personas adultas ven esta actividad como si estuvieran robando.
Durante la ponencia que Fernando Valdelamar ofreció en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, se habló sobre el libro “Atmosfera ciudadana”, en donde se especifican los seis tópicos que enfrenta el grafitti para ser ejecutado y que son la marginalidad. Algunos de estos temas son: La poca comunicación que existe entre la comunidad grafitera y medios masivos para ser comprendidos por la sociedad; la espontaneidad, que es cuando se crea un “tag” (que significa pinta, rayón o grafitti) de manera improvisada.
También está la “escenificidad”, que es la elección del material y lugar; la precariedad, que es la falta de presupuesto y espacio; la fugacidad, como el tiempo que se queda plasmado una pinta hasta que por diferentes razones la borran y la velocidad, que implica hacer la actividad de una manera rápida para que no “te lleguen a torcer”.
Para “Avse”, grafitero con una experiencia de dieciocho años, la precariedad es uno de los tópicos que marcó sus inicios, pues comentó que en esa época se inició dentro del grafitti en Querétaro y conseguir un aerosol era muy difícil, además de que no se sabía mucho sobre esa actividad.
El grafitti era un gusto para sentirse unidos con sus compañeros, tenían su propia banda en la secundaria, para diferenciarse de los demás, eran muy pocos los que practicaban esta actividad, no tenían rivalidades cuando comenzaron a grafitear, pero con el tiempo fueron surgiendo conflictos por el espacio donde querían pintar, señalaron.
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