“Tierra, aguanta, Querétaro se levanta”
Ocurrió lo deseado, como si de un extraño ritual de invocación se tratara: cae la lluvia. Fue como si la Tierra hubiera respondido a las consignas “Tierra, aguanta, Querétaro se levanta”
La temperatura superó los 30 grados centígrados aquel viernes en que el alumnado se reunió en la plaza del Estudiante. El grupo es pequeño: adolescentes en su mayoría, preocupados por su futuro por el planeta que les han dejado las generaciones anteriores. Pero también hay estudiantes universitarios y activistas de diversos grupos ambientalistas.
Son las 16:00 del viernes 24 de mayo, bajo un cielo nublado y un aire, que ha sido declarado en contingencia por sus altos niveles de contaminación. Los presentes pintan carteles, reciclan trozos de cartón y recogen la basura de los alrededores.
La Rectora de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), Teresa García Gasca, se disculpa por no estar presente durante el recorrido, pero reitera su compromiso con la causa. Al definirse los contingentes, se integran estudiantes, directores de otros institutos e incluso padres de familia que brindan palabras de apoyo.
Da inicio la marcha, se alzan los carteles, las voces se elevan a coro para proclamar las consignas. De entre las muchas que se escuchan la más sonada es: “No hay planeta B”: esa que ha dado la vuelta mundo y se ha convertido en emblema del movimiento ambientalista.
A su recorrido los estudiantes hacen evidente su discurso no sólo a través de alaridos y carteles, sino también emplean acciones; levantan basura y recolectan colillas de cigarro —el principal contaminante de agua y suelo en el mundo—; el mensaje es claro: “No basta con tomar consciencia, hay que tomar acciones”.
Los primeros contingentes están conformados en su mayoría por adolescentes y niños de entre 10 y 17 años. Sus voces infantiles exigen que se les permita tener un mundo en el cual puedan vivir, donde el aire se pueda respirar y el agua se pueda beber. ¿A qué punto hemos llegado para que los más pequeños estén tan asustados y preocupados por su existencia?
Entonces, ocurrió lo deseado, como si de un extraño ritual de invocación se tratara: cae la lluvia; la tan ansiada lluvia que ayudaría a extinguir el fuego que consumía hectáreas y hectáreas de bosque en la Sierra Gorda. Como si la Tierra hubiera respondido a otra de las consignas: “Tierra, aguanta, Querétaro se levanta”. Lejos de disuadir a los manifestantes, la lluvia los reconfortó y motivó a seguir su camino; a seguir exigiendo acciones para frenar el cambio climático.
Cada mirada, de aprobación o desaprobación, era una pequeña victoria. La Tierra y sus recursos han sido las víctimas más invisibles a lo largo de toda la historia de la humanidad; han sufrido nuestra codicia e indiferencia una y otra vez. Ahora que estamos ante una verdadera crisis climática, que nuestra supervivencia está en juego, es indispensable que la volteemos a ver y hagamos algo al respecto.
Alrededor de las 18:00 horas, empapados y con los contenedores de basura llenos, arribaron a plaza de Armas. Lo último que se escuchó fue un discurso de un par de niñas de no más de 15 años, en el cual se invitaban a tomar verdaderas acciones… porque nuestro futuro pende de un hilo.