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Una noche diferente

Un albergue sobre la calle de Madero hospeda a casi un centenar de personas por noche, con un orden respetable para un descanso tranquilo

Por: Luis A. Alegría

El sol comienza a ocultarse en Querétaro, mientras el alumbrado público procede a encenderse y los autos hacen lo mismo con sus faros, yo camino rumbo al Albergue General Ramón Rodríguez Familiar, ubicado a un costado del Hospital General de Querétaro, mientras las personas que pasan a mi lado agachan la cara y voltean la mirada.

En el albergue ya se encuentran asignando las camas a las personas que han llenado un formulario, mientras la encargada del lugar entrega un comprobante a una señora mayor y le dice: “la luz del baño no sirve, por favor usen sus celulares o la luz del cuarto”.

Me acerco al mostrador y pregunto si puedo quedarme, me indican que ahí únicamente se pueden quedar quienes tengan pacientes en algún hospital de Querétaro; “el otro albergue se encuentra en Madero #2, cuando llega gente que no tiene enfermos, lo mandamos allá y ellos nos mandan personas para acá”.

Así comienzo a caminar hacia el centro, las calles ya se están vaciando, algunas personas corren de la brisa causada por  unas pequeñas gotas de lluvia  que se dejan caer desde el cielo. Llego a Guerrero cerca de las 10 de la noche, mientras algunas siluetas siguen paseando por el jardín, admirándose con los adornos; nadie se da cuenta que paso a un lado.

En el albergue la puerta está abierta, me acerco a la persona que está ahí y pregunto por un lugar donde dormir; me señalan que me puedo quedar ahí pero no debo estar borracho o drogado. La señora que apunta los datos habla de forma fuerte y un tanto golpeada, pero en ningún momento se muestra irrespetuosa con las personas.

Después de registrarme, me indican que debo dar mis cosas a unas encargadas y que en los dormitorios únicamente se pueden subir cosas de uso personal; me indican que llaves, encendedores, botellas, entre otras, deben ser dejadas ahí mismo. A la vez, una señora me pide que le sople, esto para comprobar que no tengo aliento alcohólico y revisa que no traiga nada en las bolsas de pantalón.

La comida ya se había terminado, de forma directa me lo hicieron saber las encargadas, así que debo subir a los cuartos “allá arriba esta un compañero que te dirá que hacer”. Subo las escaleras, el albergue tiene unas cuantas frases “motivacionales” en el camino, un muchacho de unos 20 años me dice que me siente en lo que acomoda a otra persona.

“¿Es tú primera vez?” me pregunta al regresar, yo asiento con un gesto, entonces comienza a indicarme las reglas del lugar mientras me conduce a la cama: “tienes que bañarte antes de acostarte, no puedes andar descalzo por el lugar, menos sin ropa”. El cuarto se encuentra lleno, hay un total de 21 literas y el cuarto contiguo parece del mismo tamaño; hay dos cuartos para hombres, uno para mujeres y otro para niños.

Tomo el baño como me lo indican, el encargado me da una toalla para secarme, me visto con la misma ropa y me dirijo a mi lugar; un colchón flaco cubierto por una tela delgada y la almohada, además de la cobija que también se me había proporcionado. En la cama me quito los tenis mientras me dispongo a dormir.

En el lugar se escuchan los ronquidos de los que ya están dormidos, cuento más de cuatro sonidos diferentes, entre ellos, el de una ventana que golpea una de las literas; la ventana que da hacia la calle deja entrar el sonido de los carros que pasan por el lugar. Me incorporo un momento, la persona dormida frente a mi hace lo mismo y me ve levantando un pulgar antes de volver a acostarse; en el transcurso de la noche se escucha como algunas personas usan los sanitarios del lugar.

Cerca de las 7:40 de la mañana, minutos antes de la hora en que pasan a despertar a la gente, se escucha el ruido de los carritos de los barrenderos que despiertan a muchas de las personas del albergue. Un par de minutos después entra el joven a despertar a los que aún están dormidos. A los que se quedarán más de una noche se les entrega una bolsa de plástico con sus nombres, en esta, deben meter la toalla y las cobijas que se les entregaron.

Antes de regresar las cosas nos indican que debemos pasar por nuestro desayuno, un plato de picadillo con espagueti,  tres tortillas y un vaso caliente de té; las mesas y los platos están limpios. En la entrada te entregan las cosas que dejaste la noche anterior, y te permiten salir con ellas para enfrentar el nuevo día.

 

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