Cultivar la creatividad para la paz

Cultivar la creatividad hace referencia a fomentar de manera consciente la capacidad de generar nuevas ideas o conceptos orientados a la educación para la paz, implica desarrollar un pensamiento original creando proyectos para fortalecer una cultura de paz desde la innovación e imaginación, orientando a que prevalezca siempre el respeto por todas las vidas, la solidaridad, la generosidad, el entendimiento y la comprensión, la preservación ambiental y el rechazo a la violencia.
La creatividad dispuesta a un bienestar colectivo hace referencia a reforzar el tejido social, según el cual el ser humano ya no es un ente aislado, sino que forma parte de un entorno en el que es imprescindible el intercambio y la convivencia entre personas con distintas percepciones de la vida. Un pensamiento creativo puede incidir en el fortalecimiento de una cultura de paz al movilizar un esfuerzo por modificar mentalidades y actitudes con ánimo de promover la paz.
La creatividad es una de las capacidades humanas más valiosas, es esencial para hallar soluciones innovadoras, para resolver problemas y adaptarse al mundo. Desde el hombre primitivo hasta ahora, hemos sobrevivido gracias a la capacidad creativa, las evidencias a lo largo de la historia de la humanidad nos han demostrado que muchas actividades, tradiciones, normas de conducta, prácticas culturas, nacieron de forma espontánea y se fueron formalizando mediante la práctica repetitiva. Nuestras prácticas cotidianas, junto con nuestras capacidades creativas, son las herramientas para seguir gestionando el rumbo del destino de nuestra futura evolución. Estas afirmaciones nos permiten comprender por qué es tan importante reflexionar acerca de cómo estamos promoviendo en lo cotidiano el desarrollo del pensamiento creativo con propósitos adaptativos y resilientes, deslindandose de una perspectiva errónea de la creatividad mercantilista, consumista, validada, lamentablemente, por su impacto en la remuneración económica.
Para cultivar la creatividad para la paz, es necesario promover estrategias con sentido ético y crítico, por ejemplo, se puede fomentar la práctica de juegos junto con la elaboración de manualidades, dibujos, canciones, danzas, cuentos, fábulas, poemas, experimentos, visitas a escenarios que inviten a desplegar la imaginación como museos, teatros, exposiciones, demostraciones deportivas, artísticas, etc. Es necesario darle verdadero sentido a cada actividad, se trata de reconocer la creatividad como una herramienta de aprendizaje que conecta la motivación, el afecto y el conocimiento, tomando en cuenta que el pensamiento creativo no se obliga, nace de un deseo personal que se retroalimenta con la dinámica social o la recompensa emocional personal.
Generar proyectos, espacios y/o actividades de expresión creativa, debe acompañarse de mensajes propositivos congruentes con una cultura de paz, de apoyo, de esperanza, de cambio y transformación. No se trata únicamente de los contenidos y objetivos de los proyectos, sino de la forma en cómo estos se implementan. Se deben propiciar ambientes que aseguren la dignidad y los derechos de las personas, fomentando una saludable comunicación, por lo que un elemento indispensable en las actividades es la actitud participativa y constructiva.