Invitados

El movimiento revolucionario armado en México (1960-1983)

Los diversos sectores del pueblo mexicano (obreros, campesinos, estudiantes) siempre han resistido la opresión de los explotadores y sus cómplices.

Los grupos revolucionarios armados en México comenzaron a operar en la época moderna desde la década de los 50 con Rubén Jaramillo en los estados del centro-sur (Morelos, Puebla, estado de México, Guerrero) hasta después de la década de los 80, cuando el gobierno acabó con los últimos vestigios de la Liga Comunista 23 de septiembre en 1983.

En nuestro país siempre ha habido resistencia armada de diversos grupos sociales contra las injusticias y represión. En la época de la Colonia, todos los pueblos indígenas (yaquis, mayas) formaron grupos de resistencia al colonizador, y a cada avance de ellos siempre opusieron férrea resistencia. Establecido el virreinato, hubo varios brotes de rebelión que fueron derrotados, algunos de ellos exterminados.

Durante el México independiente, hubo multitud de guerras indígenas contra la opresión de los nuevos amos. Dirigidos por Cecilio Chi y Jacinto Pat, los habitantes originarios de Yucatán estuvieron a punto de tomar Mérida y ganar la guerra. No les fue posible. En 1901 finalmente terminó el largo conflicto, cuando las tropas federales tomaron Chan Santa Cruz (actual Felipe Carrillo Puerto) último reducto de los rebeldes.

La Guerra del Yaqui ha sido intermitente durante siglos. Pelearon contra españoles y en la época independiente, contra Porfirio Díaz y los invasores blancos (yoris) básicamente en defensa de sus terrenos. Finalmente. Lázaro Cárdenas los dotó de tierras y diversos proyectos agrícolas, de salud, educación.

Los diversos sectores del pueblo mexicano (obreros, campesinos, estudiantes) siempre han resistido la opresión de los explotadores y sus cómplices. En este sentido, la guerrilla revolucionaria de los sesenta no hizo más que recoger esa tradición.

El movimiento encabezado por Rubén Jaramillo combinaba acciones urbanas y rurales, así como las formas políticas de la lucha con las operaciones armadas. Fue siempre, de principio a fin, un movimiento de masas en el sentido de la tradición zapatista, adaptada a las nuevas condiciones de la época.

Rubén Jaramillo (militante del PCM) fue el primer presidente del Consejo de Administración, fundador del ingenio Emiliano Zapata de Zacatepec; luego encabezó diversas luchas, y debido a la represión debió formar en varios momentos grupos de autodefensa armada; aliado con el henriquismo fue candidato en las elecciones de 1952 a gobernador de Morelos, postulado por el Partido Agrario Obrero Morelense (PAOM) siendo despojado del triunfo mediante un fraude masivo. Finalmente, el 23 de mayo de 1962, fue levantado en Tlaquiltenango por un comando armado y ejecutado junto con su familia en las ruinas arqueológicas de Xochitepec, en Morelos.

El movimiento de Chihuahua, por su lado —en la década de los 60— exigía un nuevo reparto agrario para beneficio de los campesinos, porque en la entidad se habían formado enormes latifundios apenas simulados. Sus movilizaciones democráticas dirigidas por Arturo Gámiz y Pablo Gómez por la tierra y contra el latifundio fueron la base del movimiento democrático.

El 23 de septiembre de 1965 fue la culminación del proceso. Sólo atacaron el cuartel —guarnecido por 125 soldados— 13 insurgentes pobremente armados. Algunos de sus compañeros no pudieron llegar a la cita porque era época de lluvias y los ríos de la sierra estaban desbordados, impidiéndoles el paso. Aún así, los responsables dieron la orden de ataque.

Lucio Cabañas (profesor rural y militante del PCM) inauguró en la Costa Grande de Guerrero desde 1967 un proyecto novedoso. Se pronunció contra las teorías sacadas de los libros de tajo y revés por algunos iluminados e inauguró un nuevo estilo de hacer política, mucho más democrático.

Ir al pueblo, vivir como el pueblo, aprender del pueblo antes de enseñarle fue una tesis muy novedosa que puso fin a la existencia política de muchos grupúsculos intelectuales. Insistía en que para encabezar al pueblo, se debía vivir como él, en sus comunidades, “enhuarachadito”, usar sencillez en las palabras y rechazar la petulancia. (Presumidos o “juísicos” les llamaba a quienes usaban palabras complejas o elevadas).

El Partido de los Pobres (PDLP) no luchaba por el reparto agrario, que ya se había logrado por completo, sino por una distribución más justa de los excedentes económicos que generaba la producción local.

Sólo en pocos casos se conocía de neolatifundios. En general, el movimiento trataba de conseguir, mediante procesos de autogestión, mejores precios para la madera, la copra y el café, monopolizados por los intermediarios y caciques que se llevaban la mayor parte de las ganancias. El epicentro de la acción del PDLP fue la Costa Grande de Guerrero, en especial cuatro municipios (Atoyac, Coyuca de Benítez, Tecpan de Galeana, San Jerónimo).

El ala urbana del PDLP tenía influencia fundamental en las ciudades de Guerrero -en especial las universidades- y más tarde en todo el país. Muchos movimientos populares -del magisterio, estudiantiles, etc.- habían convertido al PDLP en el eje aglutinador de la lucha del pueblo mexicano por la democracia popular y la transformación social. En las asambleas convocadas por la dirección del PDLP, realizadas en la Sierra, estaban presentes sindicatos (MRM) partidos (PCM) grupos armados, líderes de masas, etc.

El episodio decisivo donde el PDLP no pudo conservar el delicado equilibrio del conflicto entre la población, las autoridades, los caciques y las fuerzas armadas, fue el secuestro de Rubén Figueroa. Sobre la población civil de apoyo al PDLP y a la Brigada Campesina de Ajusticiamiento (BCA) cayó la más feroz represión de que se tenga memoria en México.

Con miles de muertos, secuestrados, ejecutados y desaparecidos, finalmente las fuerzas del gobierno lograron infundir el terror en la región. Lucio Cabañas fue muerto en combate con el ejército el 2 de diciembre de 1974, en condiciones extremadamente precarias.

Los grupos armados urbanos proliferaron en la época que va de 1969 a 1972. Con alguna base social, pero —en general— aislados de los grandes movimientos de masas, los grupos urbanos fueron realizando diversas operaciones (asaltos, secuestros, etc.) con objeto de cimentar y fortalecer su estructura orgánica. Su inexperiencia acarreó una pronta represión y captura.

Aparece entonces en el escenario nacional la Liga Comunista 23 de septiembre, integrada por las organizaciones que habían sido duramente golpeadas, y bajo la dirección de un grupo de ideólogos-activistas de origen universitario. Su fundación fue en marzo de 1973, en Guadalajara, y significó una reactivación del debate interno entre las diversas corrientes que la integraron: ‘Lacandones’, MAR, Grupo 23 de septiembre, ‘Los Procesos’, ‘Los Vikingos’, ‘Los Macías’, ‘Los Guajiros’, ‘Los enfermos’, organismos estudiantiles, etc. Su accionar duró de la fecha de su fundación hasta una década después, pero los momentos de mayor auge fueron de 1974 a 1978.

A la muerte de Lucio Cabañas, la LC23 prosiguió la lucha tratando de combinar la actividad rural con la urbana; la acción militar con la lucha ideológica y política, principalmente a través de su periódico Madera.

En 1978 José López Portillo, por presión del movimiento democrático, principalmente por los familiares de los detenidos y desaparecidos, decretó la Ley de Amnistía, por lo cual muchos militantes (incluyendo los de la LC23) recuperaron la libertad y pudieron retomar la lucha.

Los principales dirigentes de la LC23 cayeron en combate o bajo la tortura. La dirección política de la LC23 pudo derrotar las diversas corrientes ideológicas que tenían espacio al interior del movimiento revolucionario (principalmente el espartaquismo) aunque conservando una fuerte influencia de este, especialmente en su nombre: Liga Comunista 23 de septiembre retoma una herencia política de José Revueltas, fundador de la primera Liga Leninista Espartaco, encabezada por él mismo, y terminando con la Liga Comunista Espartaco. Con la LC-23-S se integró el grupo de ‘Los Macías’, cuyos miembros habían sido militantes de la Liga Leninista Espartaco.

La LC23 no sólo heredó el nombre, sino la aspiración central del movimiento revolucionario espartaquista de México: la construcción de un gran partido revolucionario, el partido de vanguardia de la clase obrera. Por esta aspiración, miles de jóvenes mexicanos dieron su esfuerzo, su inteligencia y su vida.

 

*Ex militante del Frente Urbano Zapatistas y los comandos Lacandones y Patria o Muerte de La Organización, ex preso político.

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba