La tolerancia a la frustración y las emociones en el conflicto, así como la cultura de paz en su solución para la sana convivencia

En el siguiente trabajo se presenta la importancia del control de emociones y de la tolerancia a la frustración para una mejor convivencia y como una forma de ayuda a la solución de conflictos, a través del diálogo, y que logra una educación para la paz.
La convivencia es un elemento indispensable en la vida de los seres humanos, pues todos requerimos del otro, indirecta o directamente, para poder vivir día a día. Así que, poder convivir sanamente y en paz con las personas, es un tema que nos debe interesar a todas y todos.
Por ello, debemos tomar en cuenta que la convivencia entre dos o más personas puede verse obstaculizada por factores externos e internos, pues pueden surgir conflictos por intereses, valores o derechos con un enfoque individual, social o estructural.
Sin embargo, un conflicto puede tener efectos negativos y positivos en las partes involucradas o afectadas. Puede llegar a un comportamiento violento o a una emoción negativa, pero también “[…] el conflicto trae aspectos positivos, estimula el interés y la curiosidad del cambio personal, social y ayuda a establecer las identidades tanto personales como grupales” (León, 2016, pp. 5-6), así como también el conflicto puede ayudar a “[…] aprender nuevos modos de responder a los problemas, construye relaciones mejores y duraderas en definitiva a conocernos a nosotros mismos y a los demás” (León, 2016, pp. 5-6).
Considerando que los efectos positivos tendrán mayor probabilidad de presentarse cuando la solución del conflicto sea de forma pacífica, a través del diálogo y con la cooperación y voluntad de las personas.
Para ello, se debe tomar en consideración que cada persona tiene una percepción distinta de la vida, actúa y piensa de una forma diferente. Incluso, nuestra percepción puede ser influenciada por expectativas, valores, etcétera; además, influye lo que llegamos a captar en ese momento, ya que, en ocasiones existen otras cosas que pueden ser relevantes para nosotros en ese momento y hacemos un proceso de selección de información (Redorta, 2007, p. 19).
También, nuestra percepción de las situaciones puede ser influenciada por nuestras emociones, siendo un riesgo, puesto que “[…] las emociones aumentan los riesgos de percibir las situaciones de manera incorrecta […]” (Redorta, 2007, p. 19); es decir, si normalmente una diferencia o un desacuerdo genera rechazo y ahora le agregamos una emoción, por ejemplo, de coraje, puede ser percibida esa diferencia como agresión o ataque, a pesar de no ser así y ser simplemente una diferencia entre dos personas. Es importante validar nuestras emociones, pero también tener un control sobre ellas porque pueden influenciar nuestro actuar.
Así que, nuestro actuar y pensar está influenciado por nuestras experiencias, nuestra educación, nuestro entorno en el que nos desarrollamos, nuestras emociones, entre otras cosas, y es normal que entre personas exista alguna diferencia, pero a pesar de las diferencias debe existir un respeto ante la diversidad de ideologías, comportamientos, tradiciones, costumbres, etc., mientras no exista una violación a los derechos humanos.
De la misma manera, es necesario trabajar en la tolerancia a la frustración porque cuando se nos presente algo diferente a lo propio o alguna necesidad que no pueda ser satisfecha, puede generar frustración y debemos saber gestionar esto de manera pacífica y objetiva.
De esta forma, debemos trabajar en el control que tenemos ante nuestras emociones, así como de la gestión y el afrontamiento hacia necesidades no satisfechas o ante desacuerdos con los demás, todo ello a través del diálogo. Y así, trabajar en cuidar que nuestra percepción no se vea sesgada por estos factores tanto internos como externos, además de ser objetivos y respetuosos ante las diferencias que tengamos con las otras personas.
Esto conlleva educar en cultura de paz, ya que está fundamentada en el respeto a los derechos humanos, la democracia y la tolerancia, la promoción del desarrollo, la educación para la paz, etc. De la misma forma, enseña a la gente a enfrentar de manera más creativa a las situaciones de conflicto y darles los medios para hacerlo (Rojas, 2018).
En uno de los informes de la UNESCO, Jacques Delors señala cuatro ejes para la educación, en este caso la educación para la paz (Fisas, 2011, p. 5): aprender a conocer, es decir, adquirir los instrumentos de la comprensión; aprender a hacer, para poder actuar sobre el entorno; aprender a vivir juntos, para participar y cooperar con los demás en todas las actividades humanas; aprender a ser, progresión esencial que participa de los tres aprendizajes anteriores.
De esta forma, se genera una educación que, de acuerdo con Vicenç Fisas (2011, p. 6) significa:
[…] proporcionar los criterios que nos permiten defender nuestras diferencias y divergencias sin violencia, fomentar la capacidad de apreciar el valor de la libertad y las aptitudes que permitan responder a sus retos […].
Siendo indispensable para una convivencia sana con cultura de paz y con resolución de conflictos a través del diálogo y la cooperación, teniendo un papel importante nuestras emociones y nuestra tolerancia a situaciones que nos generan frustración.
Referencias
Fisas, V. (2011). Educar para una Cultura de Paz. Quaderns de Construcció de Pau Nº 20. https://n9.cl/4ecdw
León, C. (2016). La gestión del conflicto en las organizaciones complejas. Universidad Internacional de Andalucía, pp. 1-60. https://n9.cl/e0j3x
Redorta, J. (2007). Entender el conflicto. La forma como herramienta. Paidós.
Rojas, E. (2018). La cultura de paz y su importancia en el proceso de formación ciudadana en el contexto educativo colombiano. VARONA, Revista Científico-Metodológica, Edición especial, 2018, pp. 1-4. https://n9.cl/x61z2