La UAQ: ¿Qué Futuro?
¿Cómo mantener y mejorar la infraestructura requerida para la investigación en tiempos en los que disminuyen las fuentes públicas de financiamiento? ¿Cómo les proporcionaremos a nuestros estudiantes condiciones que les permitan elevar sus niveles de bienestar académico y personal?
En memoria de Carlos Dorantes
La pasada conmemoración del aniversario luctuoso de Carlos Dorantes, fundador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAQ y querido amigo con quien siempre tuve una comunicación abierta, me ha llevado a reflexionar acerca de lo que él pensaba sobre el papel de la universidad pública y, a partir de ello, plantear algunas inquietudes que creo pertinente compartir en el marco de la discusión sobre el presente y futuro de nuestra Universidad.
En principio, si algo le preocupó a Carlos Dorantes fue crear una mejor institución para las generaciones presentes y futuras de maestros, estudiantes y personal administrativo. Una institución que tuviera las condiciones necesarias para que se desarrollara la calidad académica dentro de un entorno de cooperación y entendimiento, como sustento básico para la proliferación de ideas, el pensamiento crítico y el respeto a principios fundamentales como el reconocimiento del mérito, la diversidad y la inclusión.
Carlos Dorantes ejerció un liderazgo con visión de futuro que impulsó a la Facultad y la colocó en un elevado nivel tanto académico como en términos de opinión pública. Abrió espacios dentro de la Universidad y supo conectarse con otras Facultades así como con sectores relevantes de la política y la sociedad que le dieron destacada presencia a nuestra institución y la nutrieron de diversas maneras. Desde una posición de escucha y modestia, aprendió de las preocupaciones y experiencias de sus interlocutores y tomó decisiones que reflejaban el interés colectivo.
Adicionalmente, su experiencia de vida y su sensibilidad política le permitieron vislumbrar con claridad las disyuntivas, todavía vigentes, que enfrenta nuestra institución en el complejo contexto actual: fragmentación o cohesión institucional; diversidad e inclusión o posturas unilaterales e intolerancia; apego a principios fundamentales que fortalezcan nuestra vida comunitaria o renuncia a los mismos, con elevados costos para el colectivo universitario del que todos somos parte.
A la luz de este legado, vale plantearse algunas interrogantes que van directo al corazón de nuestro quehacer universitario tanto en la Facultad de Ciencias Políticas como en la Universidad en general.
¿Cómo mantener y mejorar la infraestructura requerida para la investigación en tiempos en los que disminuyen las fuentes públicas de financiamiento? ¿Cómo les proporcionaremos a nuestros estudiantes condiciones que les permitan elevar sus niveles de bienestar académico y personal? ¿Qué incentivos y apoyos podemos generar para mantener y fortalecer la calidad en la docencia y la investigación? ¿Cómo podemos asegurar que los maestros y el personal administrativo sean justamente recompensados y estimulados en su desarrollo profesional? ¿Cómo generamos un ambiente diverso e incluyente que promueva la equidad y la dignidad en el espacio laboral? ¿Qué pasos podemos dar a fin de afianzar nuestro sentido de pertenencia a nuestra institución que permitan conectar pasado, presente y futuro?
Si de lo que se trata es de honrar la memoria de Carlos Dorantes, considero prioritario reforzar lo que a él le importaba más, a saber, el impulso de condiciones que nos hacen especiales como universitarios: el irrestricto compromiso con el pensamiento crítico y la libertad académica; una sólida comunidad de Facultades que impulse el diálogo interdisciplinario; un sistema democrático de gobierno que se nutra de diversos puntos de vista; un robusto sistema de deliberación que garantice el mantenimiento y protección de nuestros valores universitarios; un entorno que, en fin, de sustancia y contenido a la emblemática frase de que “somos importantes para la Universidad”.
Para ello, como decía Carlos, necesitamos escucharnos y aprender de los demás. Debemos abrirnos más a la sociedad y detectar sus expectativas y necesidades. Debemos ser mejores en cuanto a comunicar y conocer nuestras experiencias y preocupaciones. Debemos ser mejores en términos de reconocernos más y coadyuvar al saneamiento de nuestro clima laboral. Debemos ser mejores en cuanto a compartir el conocimiento que creamos y el porqué de su relevancia.