Las estudiantes y su organización

La intensión de esta nota es reflexionar sobre la participación y aportaciones de las mujeres estudiantes universitarias para preservar la memoria histórica y reconocer la organización en grupas definidas como colectivas feministas.
Acuerparse: la organización
La organización de las mujeres es tan antigua como las sociedades mismas, las mujeres nos agrupamos en la búsqueda de compartir con aquellas que encontramos como iguales: por identidad, objetivos comunes, encontrar respuestas, protección o afectos.
En las colectivas las mujeres se acompañan y protegen de un contexto hostil que naturaliza la violencia. Pensar y compartir las condiciones que se van sorteando al ser universitarias, construir lazos de cuidado y seguridad y asumir posturas críticas en el ejercicio de ciudadanía y búsqueda de los derechos dentro y fuera del espacio escolar. En la búsqueda de espacios para la convivencia y organización se dibuja la posibilidad de dialogar sobre las situaciones que se identifican y hacer presente las voces en el espacio universitario
“Hacer visible la participación y la importancia de las mujeres en los espacios educativos y ser tomadas en serio”.
Integrante de colectiva, comunicación personal 2020
Así, el mensaje colectivo se transmite con mayor fuerza y resonancia.
Como sabemos la violencia de género se presenta de forma naturalizada, para las estudiantes y existen dos emisores principales: los compañeros de aula y la institución educativa. Entre pares sucede principalmente a través de desacreditación, lenguaje sexista y acoso sexual e institucionalmente al restar interés a las demandas, presupuestos limitados para investigaciones con perspectiva feminista y programas académicos sin perspectiva de género en la currícula.
Ante un panorama desigual y violento, generar espacios colectivos para compartir experiencias y escuchar a las de otras otorga la posibilidad de mirar con mayor claridad el malestar y construir estrategias para la acción
“Yo recuerdo que una de las acciones que realizaron fue escribir con labial en los espejos de la facultad las violencias que habían vivido y lo pudieron hacer como colectivo, individualmente no se puede hacer”.
Integrante de colectiva, comunicación personal 2020
El agruparse y nombrar con otras las conductas machistas ser acuerpadas por otras permite el camino a la acción.
La violencia existe y debe ser nombrada
Las Universidades públicas tienen por objetivo la generación de conocimiento y formación de profesionales preparados y comprometidos en transformar las problemáticas de sociedades modernas de forma consiente y crítica.
La brecha de igualdad entre mujeres y hombres es la deuda de un sistema patriarcal que Marcela Lagarde (1996) lo enuncia como “El patriarcado es un orden social genérico de poder, basado en un modo de dominación cuyo paradigma es el hombre. Este orden asegura la supremacía de los hombres y de lo masculino sobre la interiorización previa de las mujeres y de lo femenino”. Este sistema permanece y sostiene la desigualdad entre mujeres y hombres incluso al interior de las universidades.
Las brechas son observables cualitativamente en algunos espacios como el acceso a puestos de toma de decisión, el valor monetario y social que se da en la producción de conocimiento, la feminización o masculinización de las áreas educativas y administrativas o el trato que se tiene con las y los estudiantes son algunos ejemplos de ella.
Si bien, en un recorrido histórico se reconoce y es posible enumerar los esfuerzos y voluntad institucional y de las comunidades docente, estudiantil y administrativa en la construcción de relaciones equitativas al interior de la Universidad no podemos negar que la brecha existe se traduce en desigualdad de condiciones.
Las violencias son el síntoma más palpable de la desigualdad y el recordatorio de ese sistema patriarcal. El primer reflejo de esa violencia queda manifiesto en las aulas y espacios de convivencia, en la relación entre pares y con profesores. Expresiones como la burla y menosprecio con la intensión de restar importancia a la palabra, reflexión y acción de las estudiantes. El acoso sexual que refirma una posición de poder y el ejercicio de subordinación que cosifica y tiene una lógica de dominación y superioridad
“En las clases que tomábamos había profesores que eran machistas y existía el acoso. El acoso era un secreto a voces, todos sabíamos, pero nadie decía nada por la posición poder que se tenía y la desventaja en la que nos encontrábamos nosotros”.
Integrante de colectiva, comunicación personal 2020
Para las colectivas la violencia psicológica, sexual y física representa el llamado a la organización.
Los distintos tipos de violencia y particularmente el acoso sexual es una problemática que se ha visibilizado en todos los espacios sociales, las instancias educativas y Universidades públicas adquieren el compromiso de desnaturalizar y sancionar conductas violentas por medio de Protocolos de Actuación.
En 2018 la Universidad Autónoma de Querétaro aprueba el Protocolo de Actuación e Intervención en Materia de Violencia de Género cuyo objetivo prevenir, atender, erradicar y sancionar cualquier tipo de violencia y discriminación. El Protocolo de la UAQ y la revisión contante del mismo es una de las herramientas institucionales que busca dar respuesta a las demandas de la comunidad estudiantil, principalmente las mujeres y se enmarca en la generación de Protocolos de otras Universidades.
Esto nos habla de un contexto donde la organización de las mujeres visibiliza la violencia y pide respuesta a las instituciones, incluyendo las educativas, con consignas tan poderosas como Nunca más tendrán nuestro silencio o Ninguna agresión sin respuesta. Entender que el proceso no es personal, sino que corresponde a un margen de mayor amplitud: la existencia de un sistema de organización patriarcal económico, político y social que sostiene la cultura de violencia afectando a mujeres y niñas incluso hasta la muerte.
Además de los esfuerzos y herramientas instituciones como los Protocolos, los espacios de formación académica impulsado por las docentes, las estudiantes diseñan espacios de reflexión en conjunto, dialogan y comparten experiencias de identificación con la otra y en organización las colectivas impulsan procesos que reconozcan sus derechos como mujeres universitarias. Si bien las colectivas universitarias buscan reconocer a otras estudiantes y levantar la voz, la identificación también se logra como hijas, hermanas y compañeras. Marcela Lagarde (2012) nos recuerda que “El feminismo sucede también en soledad. No sólo en las luchas públicas, sino también en las nuevas formas de convivencia y cotidianidad. Transcurre en torno a fogones y mesas de cocina, en los mercados, los hospitales y las iglesias”. Y eso nos permite pensar que las organización y acción de las colectivas como un proceso dialéctico que construye y refleja realidades.
A manera de conclusión diré que la organización de las colectivas tiene correspondencia con una postura crítica frente al sistema desigual y opresor, además del posicionamiento político feminista que busca visibilizarlo y transformarlo. Dicho posicionamiento feminista representa el ejercicio de reflexión teórica-conceptual y también de construcción metodológica que posibilita la acción.
La reflexión teórica- conceptual que nos permiten los espacios universitarios nos conduce al reconocimiento y origen de las desigualdades derivadas de la asignación social del género, aprendiendo a nombrar aquello que vivimos y metodológica porque encontramos diversas formas de intervenir en todas las esferas de nuestra cotidianidad aquellas desigualdades que sentimos que transitan en nuestro cuerpo. En la identificación de la desigualdad encontramos a otras, nos acuerpamos para construir colectivas y modificar aquello que nos oprime y nos mantiene en desventaja.
Pensar en la organización de las mujeres jóvenes universitarias trae consigo recuerdos de alegre rebeldía, pero también las razones por las que fue y continúa necesario siendo necesario identificar, reconocer, nombrar, señalar, hacer visibles y transformar las violencias que transitamos cotidianamente de manera organizada.
*Degenerada, tejedora y tertuliana