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Reflexiones recicladas sobre los 50 años del Halconazo


La insubordinación juvenil surgida del movimiento estudiantil del 68 representó para el sistema político y para su pieza clave, el presidente, un desafío a las figuras de autoridad, por lo que el castigo fue el de un padre reprendiendo a un hijo desobediente e insolente, y cuya máxima expresión de ello fue la tarde del 2 de octubre de 1968. A partir de esos hechos hubo un silencio casi total, el gobierno acalló las voces de reclamo con la mano dura, un ejemplo de ello fue el 10 de junio de 1971; los activistas del movimiento tardaron en procesar el trauma de la violencia de Estado, la historia estaba ahí, pero hacía falta que la memoria surgiera para dar testimonio y confrontara su pasado reciente.

Se han cumplido 50 años de la masacre del 10 de junio, nombrada también como el Halconazo. A medio siglo de este hecho, cabe hacer algunos cuestionamientos: ¿Por qué recordar? ¿Para qué recordar? ¿Qué recordar? Las tres preguntas son importantes antes de reproducir mecánicamente un ¡No se olvida!

Por memoria podemos entender, entre varias definiciones, como aquella evocación del recuerdo que reconstruye el pasado. La memoria camina muy cercana al olvido, a veces impuesto y a veces autoimpuesto; en ese sentido, fue así como las generaciones post masacres, poco a poco nos compartieron sus testimonios y memorias del dolor y del horror.  

Ejercicio memorístico 1: Planeta Roma

En 2018 se estrenó la película cumbre de Alfonso Cuarón, Roma, filme ubicado justo en el año de 1971. Cleo, una trabajadora doméstica interpretada por Yalitza Aparicio sostiene una relación con Fermín, personificado por José Antonio Guerrero, un tipo atlético que gusta mostrarle sus habilidades marciales dentro de un cuarto de hotel de paso. Por azares del destino, Cleo presencia el accionar criminal de Fermín y sus acompañantes, son parte de los Halcones, protagonistas de ese Jueves de Corpus. Esta evocación a la memoria de la masacre acaecida en las calles de Tacuba choca con el olvido social de las nuevas generaciones.

En aquel año, era docente en una universidad particular del Estado de México, en uno de los grupos que tuve, el filme de Cuarón fue parte de una tarea para debatir en clase; el dialogo con los estudiantes fue revelador, para los jóvenes de mi materia fue un reto la ubicación espacio/tiempo de la masacre del 10 de junio, otros, simplemente desconocían el hecho, y a otros francamente no les interesaba.

Ejercicio memorístico 2:  Planeta YouTube

Comentarios en el vídeo: ¿Qué fue lo que pasó en el Halconazo de 1971?

“Roma me trajo aquí”

 “¿Alguien más llegó aquí por Roma?”

“5.3 casi la misma hora que las luces de bengala de Tlatelolco”

“Me sorprende ver que mucha gente se enteró de ese hecho, por la película Roma, que falta de memoria histórica tenemos”.

Ejercicio memorístico 3: Planeta Facebook

En la página Cultura Colectiva News aparece una nota: ¿Conoces ‘La Matanza del Jueves de Corpus’, de la que Cuarón habla en Roma? Uno de los comentarios responde: Fue parte de las revueltas estudiantiles del 68.

El 10 de junio, ¿no se olvida?

La masacre del 10 de junio deambula entre los senderos de la memoria y el olvido. El Halconazo, con sus 50 años, aún tiene pocos referentes para la magnitud de los sucedido y sus posteriores consecuencias; a manera de ejercicio personal, echando una mirada a mi acervo bibliográfico sobre el movimiento estudiantil de 1968, conté 63 libros; en contra parte, del Halconazo no alcanzaron una decena, ¿cómo se traduce esto? En que la memoria sobre el 68 ha hegemonizado el recuerdo del 2 de octubre sobre el del 10 de junio.

Para Fritz Glockner, estudioso de los movimientos armados en el México de la segunda mitad del siglo XX, menciona que el primer acto de memoria sobre el 68 fue sin lugar a duda la toma de las calles céntricas de Tacuba ese 10 de junio de 1971. La masacre fue un parteaguas en la historia reciente de nuestro país, la cual determinó el rumbo de la lucha abierta y armada, así como la contrainsurgente del Estado, y, como efecto colateral, el surgimiento del movimiento de Derechos Humanos, siendo Rosario Ibarra la más reconocida, la que increpó en distintos actos públicos al presidente Luis Echeverría sobre el paradero de los desaparecidos políticos.

Llegamos a medio siglo del Halconazo, es importante reflexionar sobre la justicia, sobre las muertes y desapariciones del pasado y presente, sobre Tlatelolco, San Cosme, Aguas Blancas, Acteal, El Charco, Ayotzinapa; preguntarnos sobre nuestro papel como parte de estos procesos y sobre la oportunidad de oro que tiene el actual régimen para sacar las verdades a flote y reparar el daño a las víctimas de la violencia de las administraciones pasadas.

Cierro con una última reflexión: El olvido es una dictadura, el olvido es fascismo.

*Politólogo por la UAM y latinoamericanista por la UNAM.

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