Opinión

2 de octubre sí se olvida

Punto y seguido

Por: Ricardo Rivón Lazcano

Uno

El 2 de octubre del 68 no fue una tarde ni un día. Fue muchos días que pasaron antes, o después, muchos miedos y dolores sin registro. Porque así suele suceder.

Olvidar implica recordar selectivamente y toda selección es tramposa. Quien recuerda revive emociones que cabalmente nunca existieron. En las mentes de los muertos está todo el secreto. Contar los muertos no es lo mismo que sufrir al muerto tuyo. Aquí las matemáticas valen gorro, y las matemáticas, por si alguien lo duda, son sentimiento puro:

1. Desaparición de la FNET, de la Porra Universitaria y del MURO.

2. Expulsión de los estudiantes miembros de las citadas agrupaciones y del PRI.

3. Indemnización por parte del gobierno a los estudiantes heridos y a los familiares de los que resultaron muertos.

4. Excarcelación de todos los estudiantes detenidos.

5. Desaparición del Cuerpo de Granaderos y demás policías de represión.

6. Derogación del artículo 145 del Código Penal, que sanciona los delitos llamados de “disolución social”.

La vida está en otra parte

Un amigo católico, inconforme con muchas cosas, me confió en un antro de buena muerte lo siguiente: “Si muero antes que ella lo más seguro es que me exponga al ritual religioso del cuerpo presente. En mi testamento trataré de persuadirla de la inutilidad del acto. En sus propias creencias, que son las mías, qué caray, cuando uno muere lo primero que se desprende es el alma de uno mismo. Entonces para qué llevar carne fría, grasa licuada y huesos inservibles a una misa. Lo que me preocupa es que a los muertos no les interesan los vivos. O viceversa. Es una hipótesis.”

Y “pueque” por aquí vaya la cosa

Las ciencias positivas son ingenuidades de nivel superior, dijo Husserl. Pero son las únicas ciencias. No recuerdo tu nombre pero sí tu comportamiento trepidatorio. Como sismo en vertical pero con mayor velocidad. Somos pocas pero sicarias –dijiste. La mujer, seamos francos, no es un ser humano. Si atendemos a Aristóteles en el sentido de que fuera de la sociedad, el ser humano o es dios o es bestia, tendremos que desarrollar una cuidadosa teoría para descubrir la naturaleza de ella. De ellas. Y digo cuidadosa porque con más frecuencia de lo esperado dioses y bestias parecen comportarse similarmente. Tengo las mujeres que me merezco. Lo demás es hacerle al pendejo. Ellas tienen los hombres que se merecen. Lo demás cada una que lo describa.

Era Husserl sincero, creo, al decir que todo intento de llegar, a partir de las ciencias que históricamente han venido al ser, a una fundamentación mejor, a una mejor comprensión de sí mismas por lo que hace a su sentido y su rendimiento, es un fragmento de meditación radical sobre sí mismo: la fenomenología. No hay mejor ejemplo de fenomenología que el futuro de generación alguna. Es decir, el futuro está hecho de fragmentos desconocidos.

La verdad es de todos o de nadie

La política es el reflejo exacto de lo que hacen los actores políticos. Si su calidad se deteriora es porque hombres y mujeres están deteriorados; si se polarizan es porque egolatrías y narcisismos fabrican intereses irreconciliables, sin capacidad para comunicar, sin construir fuentes inspiradoras de confianza.

Herederos de viejas dolencias, los políticos (y todos los que hacen política, los académicos, por ejemplo) siempre tienen una justificación para evadir el juego de suma no nula. Olvidan y borran, como magos improvisados, los juegos sucios en los que han participado y de los que buenos réditos se han agenciado.

Condenar de origen es una locura que refleja exactamente un severo y creciente deterioro de la atmosfera colectiva. Relajo poco digno. No podemos desandar el camino recorrido, pero sí estamos llamados a aprender constantemente del pasado y del presente para no cometer los mismos errores.

La democracia tiene muchos asegunes, entre ellos la mitificación que le conferimos. Pero con dolor o con ardor, la regla de la mayoría es la que define el resultado. Conseguir la mayoría inspira a algunos la elaboración de argumentos convincentes, persuasivos por lo menos, a otros el vomito incontenible de mentiras. El electorado es confiable en virtud de su madurez cultural, y es indiscutiblemente el que se expresa en el voto que suma “nonzero”.

rivonrl@gmail.com

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