4Lecciones que sí podemos Rescatar sobre el caso de Yosheline Arenas
Por: Valentina Díez Ramírez
Durante el fin de semana, la Procuraduría General de Justicia del Estado de Querétaro y medios de comunicación dieron a conocer la triste noticia sobre la correspondencia entre el cuerpo encontrado en la carretera Estatal 200 con los perfiles genéticos de los familiares de Yosheline Arenas Heredia. Un mes y ocho días después, la joven que habían buscado sin descanso era encontrada sin vida. La noticia trajo consigo el fin de la incertidumbre para su familia y a su vez el fin de toda esperanza.
Ante un caso tan cubierto por los medios y redes sociales, no tardaron en difundirse notas sobre lo ocurrido, desde las cronologías proporcionadas por las autoridades, hasta las notas de opinión que abarcan un número considerable de cuestionamientos sociales.
Considero el trabajo periodístico admirable y necesario para el cambio y la mejora social, respeto profundamente a los colegas que se desempeñan en los medios. Sin embargo considero una labor de la ciudadanía señalar y cuestionar a los mismos cuando éstos, en vez de fomentar un cambio social se cobijan en el estado de las cosas y, peor aún se voltean en contra de quienes son la víctimas de fallas sociales.
El domingo por la tarde encontré circulando en redes sociales un artículo de opinión del medio electrónico Ciudad y Poder titulado: “4 enseñanzas (hasta ahora) que nos deja Yosheline” en el cual se resaltaban cuatro puntos que como sociedad “debíamos aprender” frente al caso de Arenas. El texto, en extremo leccionista y patriarcal, señalaba de forma implícita a la víctima y a sus padres como responsables indirectos de lo ocurrido y desviaba la discusión hacia las nuevas tecnologías y la responsabilidad del Gobierno para lidiar con “delincuentes digitales” en lugar de centrarse en el tema clave que es el feminicidio y lo que el aumento de este tipo de asesinatos representa en Querétaro.
Al medio responsable del artículo me gustaría compartirle algunos puntos sobre las enseñanzas mencionadas:
1. “La responsabilidad de mantener seguros a nuestros seres queridos no debe dejarse totalmente en las manos del Gobierno”. La existencia del Gobierno reside precisamente en salvaguardar a sus ciudadanos y en mantener el orden social. Subirse de manera voluntaria a un vehículo no implica un acto irresponsable, menos cuando la persona es un conocido. Lamentablemente del 40 al 70 de las víctimas de feminicidio son asesinadas por sus parejas o por conocidos. El que Yosheline se haya “subido de manera voluntaria y ni diez mil policías pudieran haberla detenido” no representa algo malo en su forma de actuar. Las cifras sobre los asesinatos a mujeres a manos de conocidos, en cambio, sí son reflejo de que hay algo que no marcha bien en la forma de pensar de la sociedad.
2. “(…) era una jovencita de 19 años que confió en quien no tenía que confiar (…) Yosheline no era una niña de 10 años, fácil de engañar”. Con respecto al papel de los padres, los maestros y el Gobierno frente a las nuevas tecnologías, ellos no te enseñan a desconfiar de la gente que conoces, la mayoría te educa y protege para hacer que te conviertas en una persona con valores, lamentablemente, cuando se crece pensando así, es difícil desconfiar del mundo que nos circunda. Ya sea que tengas 10, 19 o 29, nada te exenta de poder ser engañada(o). La solución no está en crear una sociedad de individuos recluidos en la desconfianza, la solución está en promover una sociedad en la que no se fomente la violencia.
3. “Siempre debe existir una estrecha comunicación padres/hijos. Saber quiénes son sus amigos, a donde salen, con quien salen, etc.” Una relación abierta con los padres favorece la seguridad de los hijos, sin duda alguna. Por lo que se puede leer en la foto que el mismo medio comparte se puede inferir que la comunicación entre la víctima y sus padres era efectiva. Los padres no pueden volverse la Gestapo, una cosa es mantener una relación saludable con los hijos y otra muy diferente tratar de controlar el todo de sus vidas, es ridículo pensar en mantenerlos vigilados todo el tiempo, los adolescentes necesitan un grado de libertad para comenzar su inmersión en el mundo sin la protección constante de los padres. De cualquier forma es necesario recordar que no todas las víctimas de feminicidio son hijas y no todas son niñas adolescentes, también existen madres y mujeres adultas.
4. “La autoridades se enfrentan a delincuentes digitales, virtuales, que son más difíciles de seguir”. Las autoridades se enfrentan con criminales, punto. Si los criminales pueden actualizar sus formas operativas gracias a la tecnología quiero asumir que las autoridades pueden hacerlo incluso de forma más efectiva. De cualquier forma, centrar la discusión en torno a la tecnología es una aproximación reduccionista para lo que significa este caso.
Lo que ocurrió con Yohseline NO fue culpa de ella, NO fue culpa de su familia. Las mujeres no tenemos que vivir con miedo de ser violadas, asesinadas o agredidas cada vez que salgamos solas, con amigos o con nuestras parejas. Sobre el caso de Yosheline Arenas propongo otras cuatro lecciones que nos deja su partida:
1. Querétaro tiene un problema de Inequidad de Género. Hay que llamar a las cosas por su nombre, éste problema necesita ser atendido por la sociedad en general, es responsabilidad tanto de los ciudadanos como de las autoridades y los medios reconocer que hay un problema de inequidad de género y el síntoma más tangible es el aumento de feminicidios, definidos por Fregoso y Bejarano (2010) como los asesinatos a mujeres por razones asociadas con su género. Según el Banco Mundial las mujeres entre 15 y 44 años de edad tienen mayor riesgo de morir a causa de una violación o violencia domestica que por cáncer, accidentes de auto, la guerra o malaria. Aunque este es un problema mundial, Querétaro necesita tener una estrategia para enfrentarlo de forma local.
2. La equidad de género no se reduce al voto. A pesar de que las mujeres en este momento histórico y en este país, contamos con muchos más privilegios de los cuales pudieran a haber imaginado nuestras abuelas, la equidad no se detiene ahí, equidad es poder salir a la calle sin estar acompañada de un hombre y no sentirse todo el tiempo como una víctima en potencia.
3. La violencia contra las mujeres afecta a toda la sociedad. Cuando muere una mujer asesinada no solamente se atenta contra su integridad, contra sus valores o sus sueños personales. Con Yosheline no sólo murió ella, mataron la esperanza de su familia, le arrebataron todo lo que pudo haber logrado, cada éxito que no tuvo, cada meta que no cumplió. Lastimaron a sus amigos, a sus maestros, a sus compañeros de trabajo, a sus conocidos, a la gente que la quiso. Pero la cicatriz no se queda ahí solamente, la herida traspasa a la ciudad entera, a las que ahora salimos con un poco más de precaución, a las que ahora tenemos un poco más de miedo. Lo sucedido con Yosheline y todas las mujeres desaparecidas nos concierne a todos, porque cuando matan a una mujer matan a una hija, a una madre, a una hermana, a una esposa, a una líder, a una buena empleada, a una buena amiga. Esto es problema de todos.
4. La violencia contra las mujeres NO es culpa de las mujeres. Sin duda el punto que más hace falta resaltar, un punto que aunque parezca claros para muchos es difícil de entender para una cantidad significativa de personas: NO hay excusas para agredir, golpear, insultar, violar o matar a una mujer. Cuando cualquiera de las anteriores sucede, NUNCA, jamás, es culpa de la víctima, independientemente de su vestimenta, de su ocupación, de su religión o preferencia sexual, sin importar si le gusta salir con sus amigos o estar sola por la noche o subirse al auto de su amigo o novio, de ninguna forma la violencia a la cual puede ser sometida una mujer es culpa suya, ella no lo busca por contestar feo, ella no lo merece por no pensar como alguien más, no lo busca cuando se arregla para sentirse bien, no es consecuencia tratar de buscar su independencia. Toda mujer debiera tener derecho de sentirse segura en su propia ciudad.
Podemos cuidarnos, podemos ser responsables, podemos ser precavidas, cautelosas, desconfiadas, pero la solución no es que tengamos miedo, la solución no es tener lecciones que promuevan restringirnos, la solución es una sociedad que respete a las mujeres, un Gobierno que fomente las oportunidades para ellas, un sistema judicial que no permita a los asesinos u ofensores quedar impunes, medios que señalen el problema de frente.
Mucha fuerza a la familia de Yosheline y de todas las mujeres desaparecidas o asesinadas en mi ciudad.
Referencias:
1. http://www.un.org/en/women/endviolence/situation.shtml#iv
2. http://lap.sagepub.com/content/41/1/3.full.pdf+html
3. http://www.unicef-irc.org/publications/213/#pdf
§ http://www.ciudadypoder.mx/4-ensenanzas-hasta-ahora-que-nos-deja-yosheline/
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